sábado, 2 de noviembre de 2013

Calaveras

Hay un burro copetón
que esta sentado en la silla
y que a la gente sencilla
le da palos de a montón.
Se da cada tropezón
con Letras y Geografía.
y la muerte, con porfía
lo desea calificar:
Un cero le quiere dar
en el panteón este día.

Diputados, senadores
dormitando en sus curules
sueñan, ensueños azules
con la bolsa de valores.
Ellos son emprendedores:
están vendiendo al país;
pero su vida feliz
la cortará la Catrina
Con una navaja fina
Que no deja cicatriz

Un dinosaurio furioso
esta golpeando al país
la educación , y el matiz
del petróleo tan precioso
No hay impuestos p'al ocioso
que es el dueño del dinero
tasas si p'al pueblo entero
La pelona se ha enojado
y al Dino se lo ha llevado
arrastrando su sombrero.

Los maestros pasan hambres,
los maestros pasan fríos
luchando por los vacíos
que les producen calambres
Los embarran de cochambres
el gobierno y Televisa
La muerte, que fuerte pisa
jala al gobierno al panteón
Acaba con teletón.
con tenebrosa sonrisa.


Marina

sábado, 31 de agosto de 2013

¡Vivan los maestros!

Muchos capitalinos dicen sentirse enojados, molestos y hasta ultrajados por las manifestaciones masivas implementadas por la CNTE, el SME y otras organizaciones populares durante las últimas semanas en el Distrito Federal. Pero, esos ciudadanos que vociferan tan atrozmente en contra de sectores sociales que salen a las calles, legítimamente, a expresar su inconformidad, ¿en verdad están tan enojados a causa de la CNTE o solo se sienten del tal forma porque les han dicho los medios de comunicación que así deben sentirse: secuestrados, violentados, lastimados, agredidos, invadidos? 

Tratemos de revisar los hechos minuciosamente y con plena objetividad. En primer lugar, ¿cuántos de aquellos capitalinos que denuestan las protestas magisteriales saben realmente lo que los maestros han venido a exigir? Más grave aún: ¿cuántos de nosotros nos hemos preocupado por conocer sus demandas, saber si son justas o no, escuchar sus voces desesperadas? Y estas preguntas van dirigidas también para todos nosotros, los que no despotricamos en contra de los manifestantes pero que ni siquiera estamos enterados de cuál es el verdadero quid del asunto. 

No lo sabemos, solo los mismos maestros conocen las penurias que los han empujado a venir al D.F. a levantar sus voces en contra de un gobierno que históricamente ha aplastado sus derechos laborales, civiles y humanos más fundamentales y, como si no fuera suficiente, las cámaras se apresuran a torcer la ley para legitimar este hostigamiento social desde el aparato institucional. De verdad, conocemos muy parcialmente las causas que impelen a estos maestros rebosantes de indignación. 

Sé que muchos ciudadanos se apresurarán a responderme con aquellas muletillas tan desgastadas y con ese sello tan peculiar de made in televisa aduciendo que la cosa está “politizada”, que los maestros son unos “huevones”, “indios”, “nacos”, “revoltosos”, “bárbaros” que se rehúsan a ser evaluados; que están en contra de la educación de “calidad” y por lo tanto, en contra del progreso de México. 

¿En serio? ¿De verdad es ese el problema? ¿Únicamente se trata de eso? Y perdone usted mi ignorancia, pero ¿según quién?, ¿según televisa?, ¿la misma televisora que ni siquiera paga el espacio radioeléctrico público en el que transmite tres canales de televisión abierta?, ¿según la televisora que ha estado implicada en sospechas de narcotráfico, evasión fiscal y Dios sabrá cuántos crímenes más?; ¿según Peña Nieto y su “gobierno”?, ¿el “presidente” que asumió el cargo en uno de los peores entredichos electorales de la historia?, ¿el sujeto cuya “administración” acaba de poner en libertad a dos de los peores delincuentes de la historia de nuestra nación: Caro Quintero y Raúl Salinas?, ¿el tipejo que ordenó la sangrienta represión en Atenco y encima, con horrenda desfachatez y cinismo, lo reconoce? ¿Esas son sus fuentes, mi querido lector y ciudadano encabronado? 

Pues, déjeme decirle que si es esa su posición, está usted tremendamente equivocado. ¿Acaso sabía usted que la tan mentada reforma educativa no aborda absolutamente nada sobre planes educativos, ni de estrategias pedagógicas, ni de entrega de mayores recursos del erario a las escuelas y que ni siquiera habla de los estudiantes, ni de los padres de familia y mucho menos del abandono de la infraestructura educativa por parte del gobierno?  

Entonces, esta reforma educativa no tiene nada referente a la educación como tal, pero eso sí, tiene mucho de reforma laboral y se centra, fundamentalmente, en la evaluación universal a los maestros. Lo sé, aquí es donde muchos me dirán ¿Y qué tiene de malo que se evalúe a los maestros? Nada en absoluto, al contrario, es algo completamente deseable, lo malo se presenta cuando se asume falsamente que el estado tan deplorable de la educación en México es culpa entera y exclusiva de los profesores del sector público. Y no hay cosa que sea tan lejana de la realidad. 

Hay miles, créame, miles de problemas que amenazan seriamente  la educación en nuestro país y el más importante es de responsabilidad exclusiva del estado mexicano; ¿no me cree? Usted que es capitalino, cuando tenga oportunidad dese una vueltecita por cualquier municipio del Estado de México (el que fue 6 años gobernado por Enrique Peña) y dese cuenta usted mismo del estado tan deplorable que guardan las escuelas públicas, son una pena. ¿Es eso acaso culpa de los maestros? Creo que usted y yo coincidiremos en una rotunda negación. 

¡Que se evalúe a los maestros! ¡Sí! Ellos mismos lo han propuesto, pero eso sí, que antes se subsanen las necesidades más mínimas de todas las escuelas de la república y si aun así la problemática persiste, entonces sí enfoquémonos en evaluaciones magisteriales, pero no antes. No me diga que a usted nunca le tocó un profesor amoroso de su vocación y de sus alumnos que les entregó alguna  o muchas veces las fotocopias y materiales del curso pagándolos con el dinero de su propio bolsillo para que no lo hicieran los estudiantes, quizá de menores recursos. 

Y el anterior es solo un diminuto ejemplo de los gestos amorosos, heroicos y admirables que nuestros maestros hacen en favor de sus pupilos. La evaluación universal para maestros sería bienvenida si el resto de las condiciones educativas fueran mucho menos adversas, pero sobre todo, si no se cerniera como consecuencia ineludible del fallo en dicha prueba el despido de un maestro, que vive de su trabajo literalmente; y eso se llama, aquí y en China: acoso laboral. Y tanto aquí como allá es un delito. 

Bueno, ya vamos entendiendo más la cosa, pero ¿por qué a nosotros?, ¿por qué vienen a fastidiarnos en nuestra ciudad?, ¿por qué no hacen sus manifestaciones en sus lugares de origen?, ¿por qué tienen que dejar sin clases a tantos niños inocentes?, ¿por qué cerrar las avenidas?, ¿por qué provocar tanto terror?, dirán muchos, lo adivino. Expliquémoslo por partes: 

La intención de los profesores no es afectar a su alumnado al dejarlos sin clases; sin embargo, es la medida de presión más extrema a la que pueden recurrir para ser oídos. ¿Usted cree que un profesor inconforme que da clases va a ser escuchado en sus demandas, si a duras penas haciendo paros y huelgas, la gente se entera medianamente de lo que están exigiendo? Usted y yo sabemos cómo es el aparato burocrático de este gobierno, no me diga que nunca le ha tocado ir a quejarse o a exigir algún derecho en alguna ventanilla de gobierno. ¿Cómo le ha ido? 

En segundo lugar, los profesores de la CNTE realmente están preocupados por el aprovechamiento de sus alumnos, y por eso antes del inicio de los ciclos escolares, los profesores utilizan sus periodos vacacionales para manifestarse y presionar al gobierno a que los escuche y atienda sus demandas antes de que se presente el inicio del ciclo escolar. ¿No me cree? ¿Acaso no recuerda, aunque sea muy vagamente, una noticia en días pasados que hablaba de los profesores de Guerrero cerrando la autopista del Sol en pleno periodo vacacional? Este tipo de movilizaciones están pensadas precisamente de tal modo para no dejar sin clases a los niños. Lo preocupante es que el gobierno, como siempre, ni los ve ni los escucha[i]. 

Y precisamente por esto, los maestros al verse tan ignorados por las autoridades, se han visto en la NECESIDAD de acudir a la capital del país para hacer evidente su descontento y hacer tremendamente garante su presencia y sus exigencias. Creo que no necesito decirle que a pesar de que vivimos en una República Federal, en la práctica México parece más un país centralista. 

Nosotros, como habitantes del centro del país, deberíamos ser profundamente comprensivos con este tipo de manifestaciones, porque somos verdaderamente privilegiados por vivir en la capital o en sus alrededores, porque difícilmente padeceremos las penurias de la gente del campo, de los pueblos, de los estados, de las provincias y de las ciudades que no son la capital. Tal vez precisamente por eso seamos tan ciegos e indolentes ante estas movilizaciones. Pero pensemos en esto, cuantos de nosotros abandonaríamos voluntariamente las comodidades citadinas para irnos a vivir al sacrificio en el que está hundido el resto de México. Por desgracia, si no recordamos esto muy a menudo, pronto estaremos en un riesgo inminente: perder este privilegio del que tan injusta y soberbiamente nos ufanamos. 

Y por ende, de nada les sirve a los profesores venir a visitarnos sin ejercer algún método de presión. Y si no podemos dejar de pensar con un egoísmo  irreconciliable, recordemos que alguna vez quisimos o querremos ser escuchados y, ante la impotencia de no serlo, puede que nuestros papeles se inviertan. Los maestros tienen miles de motivos para sentirse mucho más encabronados que nosotros. No nos engañemos. 

Por otra parte debemos recapitular que las acciones de los maestros en el Distrito Federal, principalmente se han enfocado a desquiciar ciertas zonas de la ciudad que no lesionan a la mayoría de la sociedad capitalina, pero que perjudican los intereses de ciertas cúpulas empresariales y gubernamentales, pero bajo la lupa perversa de los medios masivos de desinformación, las cosas “malas” se agigantan y las buenas tienden a “desaparecer”. El terror es propiciado por los medios de comunicación gobiernistas, no por los maestros de la CNTE. 

Por último, suplico a usted reconsidere su posición ante los maestros de la CNTE, al final de cuentas estoy seguro de que la mayoría de los que podemos leer este artículo es gracias a la labor de un maestro de escuela pública, un maestro que también tiene derecho a un trabajo dignamente remunerado, a seguridad laboral, a exigir una escuela digna y equipada para él y sus alumnos, a no padecer amenazas sobre su plaza magisterial solo porque unos cuantos empresarios avariciosos y políticos corruptos encontraron en el sector educativo la veta de oro para el outsourcing de capital privado. 

Antes de decir “huevones”, póngase a pensar en lo difícil que es dejar su lugar de origen, sus seres queridos, su casa e irse a la ciudad a luchar por sus derechos, a dormir en un suelo duro y frio, a comer frijoles y tortillas, a dejar de percibir su sueldo (tal como se lo han hecho a muchos maestros oaxaqueños); y eso sin tomar en cuenta las extenuantes condiciones a las que se someten los profesores rurales en una jornada común y corriente. 

Antes de decir “indios” reflexione que los peores males que nos aquejan son culpa de “hombres blancos”. Antes de decirlo mire el color de su piel y sus rasgos y sepa que es mucha honra ser un indio mexicano. 

Antes de decir “nacos”, “revoltosos”, “bárbaros”, piense por favor en las novelas y programas de televisa de perverso y siempre mediocre contenido, en los políticos corruptos que se esconden detrás de las fuerzas del estado, en los empresarios sin escrúpulos que quieren vender lo que no es suyo a toda costa del robo, la muerte y la destrucción sistemática del pueblo. Piense en todo esto y tendrá una dimensión más certera de las palabras “nacos”, “revoltosos” y “bárbaros”.

Todos conocemos la vida demandante de la ciudad, es por eso que todo el tiempo estamos disgustados, no nos disgustan los maestros, ni sus paros, ni sus bloqueos, nos disgusta tener un jefe intolerante que nos amenaza con echarnos si llegamos tarde una vez más, nos disgusta tener trabajos de hasta doce horas y no poder llegar a tiempo para ver a nuestros hijos despiertos para estar en el otro trabajo, nos molesta ganar tan poco y que nos lo quiten en asaltos, nos molestan los políticos corruptos que nos drenan el esfuerzo en impuestos injustos, no disgusta que no nos paguen lo suficiente, que no nos alcance el dinero, no poder dormir lo suficiente, no comer lo suficiente, no reír lo suficiente, no ser felices lo suficiente, no poder manifestarnos (por no poder faltar al trabajo porque nos corren). Pregúntese de nuevo que le molesta, pero no quiera que los que luchan paguen su propio pato, porque al final de cuentas todos estamos del mismo lado. 

¡Que viva la lucha magisterial!

martes, 2 de julio de 2013

El futuro de México

Por Ptolomeo.

Muchos podrían pensar que la privatización de PEMEX o, con mayor exactitud, la privatización de los hidrocarburos de la nación, no les atañe en lo más mínimo, que sus  vidas no se verán afectadas ni tantito con esta transacción. 

En estos últimos días he escuchado a muchas personas comentar algo más o menos como lo siguiente: “A mí me vale madres si privatizan o no el pinche petróleo, PEMEX ni es de los mexicanos, PEMEX nunca me ha dado un peso ni a mí ni a mi familia cuando más lo hemos necesitado, todo lo que tengo ha sido fruto de mi trabajo y PEMEX jamás me ha sacado de ningún apuro”.  

Conozco, por virtud o por desgracia muchísimas personas que ejercen su opinión obviamente desinformada bajo esta óptica; lo más grave del asunto es que este tipo de “argumentos” en la mayoría de los casos, no son producto de dilucidaciones objetivas y propias de cada persona sino, por el contrario, han sido vertidas en la opinión popular desde los medios de comunicación, evidentemente, por así convenir a los intereses de algunos poderosos sin escrúpulos. 

Podría explicarles la razón por la que México y todos sus ciudadanos son los dueños innegables no solo del petróleo, sino de cada uno de los recursos naturales de este país en el que nacimos; sin embargo, en este momento prefiero enfocar mi esfuerzo en puntualizar, más allá de los ardores patrióticos, la razón por la que el petróleo, no debe, bajo ningún enfoque, admitir la participación de la iniciativa privada ni nacional ni mucho menos extranjera. 

Hoy por hoy, el capital que obtiene el “Gobierno Federal” por concepto de venta y exportación de petróleo y sus derivados constituye la principal fuente de sus ingresos; es decir, que muy a pesar de lo que se nos está presentando en los medios de comunicación, los Estados Unidos Mexicanos son un país fundamentalmente petrolero[i]; la economía nacional, nos guste o no, se sustenta en la producción petrolífera seguida por las remesas que envían los connacionales que trabajan en otros países y, en tercer sitio, por los ingresos derivados de la actividad turística. 

Para muestra un botón, el año pasado PEMEX generó ingresos por un billón 646 mil 912 millones 041 mil pesos, con todo y la campaña de desprestigio, el abandono presupuestal y las desviaciones y corruptelas que se han cernido últimamente en su contra. Pero, ¿a dónde va a parar todo este dinero? ¿Por qué si PEMEX (y el petróleo) es de los mexicanos no reditúa nada a los bolsillos de los ciudadanos de a pie? ¿Por qué ninguno de nosotros vemos un peso de todo ese dinero? De acuerdo con la sección de preguntas y respuestas publicada en la página oficial de Petróleos Mexicanos, en la fracción XV, Ingresos petroleros, se dice que:  

“Considerando que 1 de cada 3 pesos del gasto público del país, proviene de los ingresos del petróleo, dichos recursos se asignan a diversos rubros presupuestales entre los que se destacan: 

·        Proporcionar servicios educativos y de salud;
·        Construir carreteras y vivienda;
·        Apoyar el desarrollo del campo;
·        Generar y distribuir electricidad;
·        Garantizar seguridad nacional;
·        Procurar e impartir justicia;
·        Transferir recursos a los estados y municipios, entre otros”[ii]. 

Por otro lado, para nadie es un secreto que parte de ese dinero va a parar a los bolsillos de líderes sindicales corruptos (léase Romero Descahmps), políticos sin escrúpulos (piense en... quien quiera que usted guste), y empresarios corruptos (entiéndase Siemens y SK Engineering a.k.a. Comproca), y casi todos los mexicanos entendemos que muchos de los más grandes problemas de nuestra nación son derivados de la mala y corrupta administración tanto de las finanzas como de los servicios públicos por parte de nuestras autoridades tan pusilánimes. 

Son ya bastante cotidianas las noticias de desfalcos fiscales, recortes presupuestales, escándalos y acusaciones por peculado, fraude y enriquecimiento inexplicable, en las que se han visto inmiscuidos políticos y funcionarios de todas las filiaciones partidistas. Y a pesar de tanta corruptela, la producción petrolífera es el pivote que aún mantiene móvil a nuestra economía, y estable, aunque muy vapuleada, a nuestra soberanía; pues es de lo generado por PEMEX de donde echan mano las autoridades federales para rellenar los socavones presupuestales provocados por su misma corrupción, avaricia e ineptitud. 

Por lo tanto, aunque los dineros de las ganancias de la producción petrolera no van a parar directamente a los bolsillos de los mexicanos, estas ganancias impiden que los otros dineros, aquellos que ganamos con nuestro propio trabajo, salgan de nuestros bolsillos para erogar gastos que aún se mantienen parcialmente subsidiados como lo son los servicios de salud, la educación, la seguridad pública, programas sociales, etcétera. Si esta situación cambiara cada uno de los mexicanos deberíamos ineludiblemente pagar por todos esos servicios —que ya lo hacemos con nuestros impuestos— pero además deberíamos pagar una cantidad extraordinaria y onerosa de impuestos —adicional a la que ya pagamos— para subsanar el hueco que dejaría la desaparición de la riqueza petrolífera. 

Por otra parte, es una falacia absoluta que PEMEX se encuentre en una crisis insostenible; como muestra de ello puedo argumentarle que el año pasado las cifras oficiales proporcionadas por la misma paraestatal colocaron a PEMEX como la empresa que más ingresos reporta en todo el país y la segunda más rentable de América Latina, somos el cuarto productor más grande de petróleo a nivel mundial y PEMEX está cotizada como una de las empresas más productivas del mundo muy por encima de firmas como Microsoft, América Móvil, Toyota, Televisa, Sony, Machintosh y muchas otras[iii]. 

Es por eso que muchísimas empresas de talla internacional han puesto sus ojos en el petróleo mexicano, porque representa, literalmente, el negocio del siglo. No hay otra empresa ni pública ni privada en este país, ya sea que opere con capital nacional o extranjero, que reditúe tan buenos números como lo ha hecho PEMEX. Evidentemente la paraestatal atraviesa una problemática bastante peculiar que ha sido promovida desde las mismas esferas gubernamentales. Se ha impedido el desarrollo de tecnologías nacionales para la explotación del petróleo —para hacernos dependientes de la ingeniería extranjera— aun a pesar de que alguna vez México fue puntero en este tenor; se ha sometido, sistemáticamente, a la paraestatal a un abandono presupuestario cada vez mayor a fin de que las carencias en infraestructura, capacitación y equipo degeneren en una mala imagen de la misma; se ha implementado una campaña de desprestigio en torno al sindicato petrolero, siendo su líder (solapado por la federación) el culpable principal del desvío de fondos y de la corrupción al interior del gremio[iv]. 

Siendo así ¿por qué los mismos medios que tanto golpetean contra PEMEX no denuestan las corruptelas e ineficiencias de la CFE que son mucho más graves?[v]  

Como si todo esto fuera poca cosa tenemos, por otro lado, la recaudación fiscal que aporta PEMEX a la federación por concepto de sus actividades productivas; según reportes preliminares de la propia Secretaría de Hacienda, PEMEX pagó en impuestos 55 centavos de cada peso ganado; es decir más de la mitad de sus ganancias[vi], por lo tanto, “Pemex paga 67.4% en impuestos y derechos, mientras América Móvil, de Carlos Slim, solo 6 %; Fomento Económico Mexicano (Femsa), el embotellador independiente más grande de Coca-Cola en el mundo (además de las tiendas Oxxo y participación en Heineken), 3.3% , Y Walmart de México nada más 2.3 %”[vii], sin hablar de Televisa que recibió una escandalosa condonación tributaria por parte del fisco en este año. 

Sin una estructura como PEMEX que le permita estabilizarse ante los embates corruptores de empresarios y políticos de altos vuelos y sostenerse con un robusto aparato de servicios públicos y gastos sociales ante las crisis globales, México como país quedaría inminentemente en banca rota, tal y como lo lee mi querido lector.  

¿Qué sucedería con nosotros los ciudadanos de un país que de por sí ya está considerado Estado Fallido [viii] si entramos en una quiebra como nación? 

Pues tal como sucede con las personas y con las empresas, un país en estado de quiebra queda a merced de sus acreedores; en primer lugar, para subsanar la situación el país podría incrementar su deuda al recurrir a organismos como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial, pero como muchos de nosotros ya sabemos, México está ya bastante endeudado con estas entidades, cuando la deuda se vuelve impagable o insostenible, los acreedores que, curiosamente, son los mismos (FMI y BM) ponen las reglas del juego y condicionan los préstamos con medidas severas que lesionan al pueblo. 

Cuando esto pasa, las condiciones por lo regular son la privatización de los servicios públicos, la reducción del gasto público, la reducción de los salarios, el incremento de las horas laborales, la desaparición de las prestaciones económicas y sociales, privatización y enajenación sistemática de la fuerza de trabajo y de los recursos naturales de la nación. Lo que ejemplificaríamos en términos más parcos como un embargo a escala masiva de todo lo que tiene el país. 

Tal vez el escenario anterior le parezca de lo más apocalíptico y grotesco, pero sobre todo paranoico; lamentablemente es una muy cercana realidad. 

Y cuando algo así sucede, la maquinaria neoliberal pone en marcha su voraz mecánica exterminadora para privatizarlo todo, y si usted sigue pensando que exagero aquí le dejo el ejemplo de Bolivia, donde la iniciativa privada se apoderó con fines comerciales del agua potable del país; ante tal medida, el pueblo boliviano se vio forzado a recolectar el agua de lluvia para su uso personal, pues la tarifas comerciales del agua para consumo humano eran impagables; los consorcios privados, al percatarse de la astucia de los bolivianos, se aliaron a los políticos corruptos para promover un decreto constitucional que declarara toda el agua de Bolivia, toda, hasta la de lluvia, propiedad privada de las empresas comercializadoras[ix]. Hasta este punto llega la ambición de los empresarios sin moral. Hasta este punto estamos arriesgando nuestra pervivencia en este planeta, todo en aras de la “comodidad” y de un consumismo estúpido que no se sacia jamás. Hasta este punto estamos arriesgando nuestro país, nuestro futuro y el de nuestros hijos. 

lunes, 24 de junio de 2013

El Gran Circo Electoral

Por era-del-Ser. 

Tiempo de elecciones en México. Tiempo de alegrías y tristezas, de ilusiones y desencantos, de entusiasmos y terrores. En México las elecciones concitan fuerzas sociales que en los tiempos normales parecen dormidas y hasta inexistentes. En México solo el futbol compite con el poder de despertar pasiones tumultuarias en nuestro subyugado y muy aguantador pueblo.
Tiempo de los golpes bajos, los video-escándalos, los audio-escándalos, el fuego amigo, el chivo expiatorio, los ajustes de cuentas y todo el arsenal con que cuentan los acérrimos enemigos que luchan en la arena política nacional para lograr “el magno honor de servir a la ciudadanía, representar al pueblo y defender a capa y espada los derechos de sus representados”.
Como primer acto tenemos la escandalosa detención y encarcelamiento de la perenne maestra Elva Esther Gordillo; acto que se anunció como el advenimiento de la tan ansiada justicia a México pero que solo ha demostrado dos cosas: 1) que se trató únicamente de un ajuste de cuentas con el nuevo gobierno por andar de insubordinada, de ahí que algunos pillos de iguales mañas y altos vuelos en la política del país sigan medrando y haciendo ostentación de su poder con la mayor de las desfachateces y sin correr el riesgo de terminar en el tambo a condición de no hacer olas y 2) que la eliminación de la Maestra del escenario de la educación pública y la persistencia del desastre educativo en el país solo sirvió para poner de relieve la corrupción del sistema educativo mexicano que es capaz de sobrevivir acéfalo.
En otra pista del Gran Circo Electorero se presenta la lucha de los titanes azules Gustavo Madero Muñoz y Ernesto Cordero Arroyo. Las manos de los titiriteros se distinguen claramente: EPN manejando al títere de palo, tratando de que quede en pie a pesar de los duros golpes del títere borreguil manejado por las sangrientas manos de FCH. Lo importante es que el pinocho azul ayude al dinosaurio tricolor de sus amores a llevar a buen puerto el multicitado Pacto por México. ¿Cederá el PRI la gubernatura de Baja California al panista Francisco “Kiko” Vega Lamadrid a cambio del apoyo de Gustavo Madero para las reformas en ciernes? Si es así, se irán descubriendo las armas del priismo para el retorno a otras siete décadas de gobierno, una de sus grandes favoritas, la concerta-cesión (hoy por ti, mañana por mí).
Y como magnífico acto de prestidigitación, los cerúleos nigromantes lograron la aparición de dos de las damas celestes: Margarita Esther Zavala Gómez de Calderón (nuestra ex-primera dama) se materializó junto al candidato panista Kiko Vega en Baja california, y Josefina Vázquez Mota apareció junto a Eduardo Ortiz candidato azul por la alcaldía de Culiacán.
Las cifras que se mencionan siempre son de millones de pesos y cada quien se lleva su rebanada del gran pastel. ¿Y la Cruzada Contra el Hambre, apá?
Para terminar de distraer a la desconcertada audiencia también hacen su aparición las mascotas del Gran Circo Electorero encabezados por el ya famosísimo candigato Morris, el burro Chon, la candigata Lisa, la candigata Maya y los candidatos perros Titán y Oliverio entre otros. El chiste es llamar la atención a como dé lugar y de paso confundir a los votantes que, probablemente, desperdiciarán su voto a favor de uno de estos lindos animalitos, favoreciendo de paso el voto duro que para variar favorece a los candidatos humanos (no tan simpáticos ni tan honestos) del partido aplanadora pero que, a diferencia de los bichitos, burros y caninos, sí pueden asumir un cargo de elección popular.
Así pues, el Gran Circo Electoral Mexicano abre sus puertas. ¡Pásele Pásele Pásele!
¿Qué tal durmió FCH?

lunes, 17 de junio de 2013

Efecto Morris


La presencia del gato Morris en la jornada electoral para la alcaldía de Xalapa pone en relieve, por lo menos, un par de teorías: la primera, que a los poderes mediáticos se les ha terminado la credibilidad y se han visto obligados, por tanto, a innovar la estratagema para favorecer a un candidato en el fomento de la anulación del voto; y bien, la segunda, que la ciudadanía en efecto ya está hasta la madre de los candidatos politiqueros de porquería de siempre. Ambos fenómenos en todo caso denotan una cosa: existe una gran crisis alrededor del sistema político mexicano.
La crisis es tan grave y tan grande que una buena cantidad de personas no ha dudado en mostrar abiertamente su simpatía política por un animal. Incluso a sabiendas de que pudiera tratarse de un distractor ―y que de hecho lo es estratégicamente o no― la veracidad, la legitimidad que muestra su campaña no deja lugar sino a dar la razón. Frases como “No más ratas, vota por un gato” atraen peligrosamente a un público elector que, elecciones tras elecciones, observa de forma impotente que su voto poco o nada vale y, peor aún, aunado al ejercicio de la “democracia”, cada día hay más violencia y están más limitados los medios básicos para sobrevivir del mexicano de a pie.
El fenómeno Morris como estrategia mediática de la política pone en evidencia una nueva forma de hacer campaña en la que se apela al descredito y repudio que merecen los políticos de nuestro sistema. No es nuevo el fomento a la nulidad del voto; lo nuevo es que, mediante un gato, el proceso electoral de una alcaldía se convierta en una ridiculez en donde compiten una sarta de animales: las ratas y el gato. Está tan empachado de corrupción el electorado que muchos no dudarán en ir a depositar a las urnas su simpatía por Morris y, aunque ello beneficiara a un candidato en particular, al final el mensaje del votante es claro: ninguno de los candidatos oficiales me convence.
Morris dice estar a favor de las candidaturas independientes y ciudadanas e invita con ello a votar por él, pero se olvida de que su candidatura es ficticia en la misma medida en que lo es el candigato y, aunque ganara, los votos a él dados seguramente serán eliminados. El creador de Morris quiere protestar haciendo que la gente vaya a votar por un independiente muy particular: un gato. Y el fomento al voto independiente no es precisamente eso porque quien vote por Morris NO votará por una persona que pueda asumir un cargo de verdad, sino por un personaje de ficción cuyas buenas intenciones quedarán en nada después de las elecciones.
A la par que lleva su atareada agenda de campaña política, el candigato ha abrazado varias causas sobre todo de derechos animales. Su página además ha servido como un punto de reunión e inspiración para creadores y artistas que han hecho versos, pinturas, carteles y otros, en torno al personaje y para redituar el esfuerzo diario de los creadores mediante la venta de los afiches oficiales no poco demandados. Lo alarmante es lo que pasará después de las elecciones, cuando ya no haya un gato ganando la simpatía y paliando el hambre, la inseguridad y las desavenencias diarias de los habitantes de Xalapa, porque desgraciadamente la manifestación del repudio por los políticos en escena no es suficiente para poner remedio a una situación nacional que empeora cada día.
Temas varios como los presos políticos del 10 de junio o la violencia que sigue en ascenso han perdido atención en pro de la candidatura de Morris. El asunto de los presos políticos detenidos en las manifestaciones no desmerece en nada la atención de la ciudadanía porque a leguas es claro que se trata de una estratagema basada en el miedo. La represión a la orden del día hace pensarlo dos veces antes de salir a una manifestación. Tal parece que el gobierno de Miguel Ángel Mancera no está dispuesto a tolerar la inconformidad de ninguna índole y desde el inicio de su gobierno se ha dado a la tarea de tomar medidas encaminadas a acallar toda voz que se alce más de lo conveniente.
El candigato, pues, desde Xalapa, nos insta al voto independiente en la medida en que cada proceso electoral cuente con su respectivo candidato ficticio. Creemos que daremos una buena lección a los políticos, pero quizá la lección está dada, quizá ellos sepan muy bien que no los toleramos más, quizá por lo mismo se reconocen, divertidos, como ratas que son y en consecuencia ponen a un gato a su servicio que finge hacerles frente. Estamos hartos de los candidatos de siempre pero no de la pantomima. Debemos reconstruir el sistema pero no desde la pobre risotada del mexicano desesperado “que se burla de sus propias desgracias”, sino desde un ejercicio ciudadano más responsable y previsor.
¿Qué va a pasar si gana Morris las próximas elecciones de Xalapa? El resultado será que no ganará Morris como no ganaría el Rey león, Aladino ni la Catrina de Posada. A lo sumo será un episodio chusco; es tan simple la cuestión como que se anulan los votos y gana el segundo en preferencia. Para el caso da lo mismo quien gane, porque seguramente seguirá la misma violencia, la misma desesperanza y la misma corrupción. La competencia, en todo caso, ya no es asunto de los partidos políticos sino de la ciudadanía; ello, claro está, en tanto sea la verdadera ciudadanía la que busque y gane espacios.
Con la vuelta del PRI a la presidencia nos hemos topado los capitalinos con un gobierno de “izquierda” cuya visión más bien se alinea a la derecha; los Xalapeños han amanecido un día con unas elecciones de caricatura más esperpénticas que divertidas; las televisoras se han vuelto benévolas con la sensibilidad del público televidente y se ha dedicado a tapar con su dedo hipnótico la violencia que sigue creciente por todo el país y los ciudadanos nos vamos quedando cada día más con menos medios de subsistencia y más enajenados, apáticos a nuestros males en nuestra tristeza creciente.
Des Consuelo.
 

lunes, 10 de junio de 2013

Corrupción


Si leemos la cuarta acepción que para definir la palabra corrupción aparece en el diccionario de la Real Academia Española encontraremos lo siguiente: “f. Der. En las organizaciones, especialmente en las públicas, práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores”. Le cuento esto porque me parece que uno de los mayores problemas que aquejan a nuestro país es, sin lugar a dudas, el de la corrupción.
 Es claro que este no es el único problema con el que tenemos que lidiar los mexicanos, pero sí es uno de los principales. Se me dirá, quizá, que este no es un fenómeno exclusivo de México puesto que en todas las formas de gobierno se presenta la corrupción; y yo le daré la razón; sin embargo, creo que, si bien cualquier régimen es susceptible de corromperse, y de hecho ocurre, nuestro caso es diferente porque aquí la corrupción no parece ser la excepción sino la regla que rige a nuestro gobierno.
Frecuentemente nos enteramos de que en otros países las personas que han hecho algún desfalco, han recibido algún soborno o se han aprovechado de su cargo para cometer cualquier tipo de ilícito, son juzgadas y condenadas por ello; mientras que en nuestro país a diario vemos que los cientos de atropellos cometidos en prejuicio del pueblo por parte de las elites políticas y económicas quedan impunes.
 Para las clases “poderosas” las leyes son letra muerta. Solo se valen de ellas en su provecho. Por ejemplo, cuando hay alguna manifestación en su contra, vigilan que no vaya a cometerse ningún acto ilícito, pues ¡cuidado y se rompa algún vidrio! porque entonces sí se aplica todo el peso de la ley contra esos “criminales”, incluso cuando ninguno de los verdaderos manifestantes haya sido el responsable.
Dado el panorama de corrupción imperante que hay en nuestro país, me preocupa el “endurecimiento” de las leyes. Hace ya algunos años leía con respecto a este tema que: el problema  principal no es si se tiene contemplada una condena mayor para quien viole alguna ley, sino el de la aplicación real de ella a quien la infringe y, como sabemos, en nuestro país, la aplicación en las altas esferas no se da. Las personas de las elites políticas y económicas ni siquiera llegan a estar del lado de los acusados, tristemente sus crímenes quedan impunes.
He hablado hasta aquí únicamente de la corrupción en las altas esferas de poder, la razón de ello es que en este nivel es en donde se presenta el mayor grado de impunidad; no obstante, como todos lo sabemos, no es un fenómeno exclusivo de ellas, se presenta en cualquier nivel. Ha permeado tanto en nuestro país este fenómeno que hay quienes ven como “normal” que alguien que tiene acceso a cierto poder haga uso de él en su propio beneficio, lo cual es algo que no se debe tolerar en ningún nivel, pues ¿con qué cara van a reclamar justicia quienes consideran esto como normal?
Funes.

lunes, 3 de junio de 2013

Esta noche I

Por Enrique Burgot.
 

Hoy recuerdo un incidente que alguna vez me ocurrió en el camino del metro Rosario o metro Politécnico de regresando a casa. Era algo tarde ya. Soy de las personas que fácilmente se pueden dormir en el transporte público, esta es una de las actividades que desde niño he ido perfeccionando: quedarme dormido en algún transporte. Me dicen mis padres que solo era necesario llevarme en auto para que todo el camino quedara dormido. No es una cuestión de confianza y créanme que si pudiera evitarlo lo haría; me refiero a quedarme dormido en el transporte público. Sí, es peligroso. 

          Continúo: Recuerdo regresar a casa tarde en un camión de esos grandes, de los que hay muchos en el Estado de México; de esos en los que a varias personas les desagrada viajar porque saltan mucho. Y he de decir, también, que asaltan mucho. También me parece que estas rutas viajan a grandes velocidades, y esto es más común a altas horas de la noche y sí, hay veces que, gracias al miedo a la velocidad a la que viajan, me agarro fuertemente del tubo más próximo, con todas mis fuerzas. 

Esa noche no era de esas que viajaba con miedo. Todavía no. Viajaba dormido, ya cerca de donde bajo. Medio desperté. Ahora debo aclarar que también, en esos camiones grandes, me gustaba viajar en los asientos de hasta atrás, de esa fila de asientos que es una sola para cuatro o seis personas, y me gustaba sentarme en medio. Esto también tiene una explicación sencilla, y es que como me duermo fácilmente, no me agradaba que me estuvieran despertando para ceder espacio para que la gente pasara a sentarse al lado, para que no perturbaran tanto mi sueño. Me quedaba dormido, ahí, en medio, con las piernas estiradas, profundamente y, como oriental, despertaba justo antes de llegar a mi destino. 

Esa noche no fue de esas. Esa noche desperté antes de llegar, antes de lo que solía despertar, porque estaba escuchando algo raro al lado de mí. Un sonido repetitivo, como de sexo. Abrí poco los ojos. Volteé a mi izquierda, de donde creía que provenía el sonido. Y vi la mirada de un hombre. El hombre me miraba. Y vi que se estaba masturbando. Me veía mientras se masturbaba. En el rincón derecho del camión, el hombre se tocaba el miembro tan frenéticamente. Y a esa hora casi no había personas en el camión. 

Hice algo indebido. Me paralicé. Cerré los ojos, intenté dormirme de nuevo, y pensar que eso no estaba ocurriendo. No pude dormir de nuevo, intenté ver de reojo para el otro lado, en dónde iba. Todavía faltaba un poco. Sí, debí haber gritado. Debí haber alzado la voz. En vez de estar ahí cinco minutos fingiendo que dormía y que no había visto al hombre. Y sin embargo antes de irme, volví a fijarme. Me levanté rápido, miré hacia él y él no dejó de hacerlo. Toqué y bajé corriendo. 

Si eso me ocurrió alguna vez, si eso me cambió de cierta manera (por ejemplo, ya no me agrada sentarme hasta atrás; prefiero que me molesten para despertarme que quedarme hasta atrás con algún tipo así), ahora me imagino un poco el mundo en el que vive una mujer. En la ciudad en la que vive una mujer. En donde todo el tiempo, las mujeres son, por decirlo de alguna manera, calificadas por la mirada de un hombre. Son escaneadas. Donde fácilmente, todos los días hay algún hombre que decide (sí, DECIDE) aprovechar de la situación tan íntima del metro, para estar manoseando a una mujer, mientras los cuerpos se empujan en el colectivo. Está es una de las razones por las cuales empezó el proyecto de la violencia de género. Sólo una experiencia de varias que después describiré.