lunes, 27 de agosto de 2012

El silencio


Silencio. M. Abstención de hablar: permanecer en silencio. // Ausencian de ruido: el silencio de la noche. // Acción de no mencionar algo: el silencio de los historiadores sobre ciertos acontecimientos. // Mús. Pausa.
Silencioso, sa. Adj. Que calla o habla muy poco: hombre silencioso. // Que no hace ruido: mecanismo silencioso. // Donde no se oye ruido: bosque silencioso.
Silenciar v.t. Callar.
Silenciador. M. Dispositivo para amortiguar el ruido de un motor de explosión o un arma de fuego.
Callada. F. Silencio: dar la callada por respuesta.
Callado, da. Adj. En silencio. // Silencioso, reservado, poco hablador.
Callar. V.i. No hablar, guardar silencio: los niños deben callar (ú. t. c. pr.). // Apagarse un sonido: callaron las campanas. // Fig. Al buen callar llaman Sancho, proverbio que aconseja hablar con prudencia y moderación. / Calla callando, suavemente, disimuladamente. / Matarlas callando, hacer las cosas con mucho disimulo. / Quien calla otorga, el que no dice nada sobre una decisión está de acuerdo con ella. // - V.t. No decir algo: Se calló toda la verdad.

¿Cuándo calla uno? ¿En qué momento uno se pone completamente en silencio? Es natural que uno se ponga en silencio a la noticia de que alguien cercano se muera. También es natural quedarse un momento en silencio después de un terrible accidente. Podemos pensar que el silencio nos permite reflexionar.

Hoy escuché que el silencio es un signo de transición, de transformación, de avance. De lo que estoy seguro es, de que el silencio nos permite abrirnos y escuchar; por ejemplo, al momento de escribir, de redactar, estoy callado; de hecho, estoy en un pequeño rincón de un edificio, donde hay una fiesta, y en silencio y apartado redacto.

Desde el punto de vista sociológico, hablando ya de la sociedad mexicana, de nuestro país, de nuestros tiempos, el silencio se convierte en otra cosa. El silencio se convierte en un síntoma negativo, en un indicador de lo controladas que están nuestras personas.

Si sucede un robo surge la disyuntiva entre denunciar o no. Normalmente no denunciamos, debido al aparato burocrático. Nos callamos las cosas. En la sociedad mexicana, las mujeres sufren violencia en silencio. En nuestro aparato político se habla de una Dictadura Blanda, silenciosa. La gente mexicana guarda mutis ante la política.

Ya había dicho antes que para empezar debemos romper el silencio y gritar. Gritar las irregularidades. Levantar la voz ante el fraude. No quedarse callados ante ese silencio que permea en la sociedad mexicana.

Pero también hay que saber escuchar. En un estudio filosófico se dice que "Escuchar es un acto importantísimo en el circuito comunicativo. Escuchar no sólo al otro, sino a los otros, a la comunidad”. Los indígenas hoy enarbolan el “mandar obedeciendo” y este vocablo proviene del latín ob-: lo que tengo delante de mí; y -audire: escuchar; es decir, el que obedece es el que sabe escuchar al otro, a los otros. Tal vez si aprendemos a no sólo emitir las “habladurías” de la ontología heideggeriana, podremos escuchar el grito del pueblo, el grito de los desposeídos. Porque hoy los medios de comunicación sólo emiten monólogos, griteríos que pretenden apagar la palabra de los de abajo.

Los antiguos griegos fundaron una filosofía del lenguaje, y una filosofía organizada a partir de la visión. Los maya-tojolabales, y los indígenas en particular, tenemos que pugnar por lo que Lenkersdorf llama la “cosmoaudición”; el tomar en cuenta al escuchar en silencio las palabras no sólo de los otros seres humanos, sino de los animales, de la milpa, de la naturaleza, de los astros. Saberlos escuchar para poder convivir mejor con ellos.

Las palabras que anunciarán cosas sorpresivas, cosas sorprendentes, importantes, están precedidas por solemnes silencios, profundos y enigmáticos, como el ojo del huracán lingüístico; después vendrá la palabra que construirá o devastará.

Escuchar, hablar al corazón, es hablar con nosotros mismos: “eso es lo que quería mi corazón”, “está triste mi corazón”, dicen los tehuanos cuando se refieren a su estado de ánimo o a su estado de salud. Saben escuchar sus adentros, saben estar en silencio para poder oír lo que dice su otro yo. ¿Por qué se puede llegar a pensar que todo esto es puro romanticismo o metafísica barata? Tal vez es que el positivismo aún campea por nuestros terrenos teóricos.

Escuchar para comprender mejor la realidad, para conocerla, para analizarla, para tratar de aprehenderla. El silencio es importante también para estos temas. La realidad se manifiesta de diferentes formas, con todos los hechos del mundo, no a través de todas las cosas, como aduce Wittgenstein: saber escucharla [a la realidad] es importante para tener disponible una forma más de sujetarse a ella y sus avatares.

En definitiva hay que saber aplicar el silencio. Saber callar, para escuchar, para reflexionar y no para quedarse callado ante los sucesos de nuestra vida socio-política.

 Asdrúbal.

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