Mexicanos: hemos sido injustos
con Felipe Calderón recordándole una y otra vez que en nuestro país no
hay monarquía, que de súbditos nada y que no habría pleitesía. A escasos meses
de terminar su “mandato”, el señor que cobra el sueldo de Presidente está
demostrando que él si es Rey, el mismísimo Rey Midas, en una versión moderna,
digamos, porque eso de la alquimia tampoco es que se le dé muy bien. El asunto
es que no cabe duda de que tiene la gracia de transformar todo lo que toca y no
pocas veces dicha transformación tiene que ver indirectamente con el oro, ¿o me
negarán ustedes que en este sexenio de tan “sólida economía”, como asegura el
incomprendido Calderón, los alimentos y otros productos tienen precios de oro?
El último escándalo ha sido el de los huevos, pues una extraña epidemia de gripe
aviar en México hizo que las aves sobrevivientes pusieran huevos cuyo valor en
el mercado incrementó más del cien por ciento. Así aclaramos el viejo dilema del huevo y quien
lo puso: ¿quién fue primero?, ni el huevo, ni la gallina, primero fue el canijo
Rey Midas que lo usó como moneda de cambio. ¿Quién dice que el sexenio
calderonista no da para especular?, ¡hasta nos pone filosóficos!, ¡qué monada!
Pero, ¿ustedes creían que esto del huevo era sólo especulación para darlo más
caro? No, estos señores del poder aunque no puedan son mucho más perversos: el
Gobierno Federal anuncia la importación de huevo para darlo más barato. A ver,
pensemos: si se importa huevo y se vende más barato, lo que está en juego es la
producción nacional y, entonces, como con el maíz, nos volvemos dependientes de
las importaciones, lo que se traduce en
nula soberanía alimentaria, estrategia de lo más efectiva para mantener
miserable a un pueblo que se ha puesto respondón.
Calderón, ¡matador!, literalmente... No deja de sorprenderme lo malévolo que
es; no sólo él, claro está, el desmantelamiento de la producción nacional en la
mayoría de los rubros se planeó hace tiempo con la llegada de las huestes
neoliberales, auténticas aves de rapiña que no ponen huevos, pero sí entregan
el país a los vecinos del norte, tan afectos particularmente a un tipo de oro
que es negro. Y de entre esos políticos modernos, Felipe I (y esperemos que el
último) destaca con creces, se esfuerza, cómo no, cada día: cuando no nos pone
a modo a los mexicanos, critica las medidas de soberanía nacional que otros
países de América Latina sí toman.
Y es que el asunto de los huevos (del maíz, de los chiles, de los jitomates,
etcétera) no se termina con el desayuno, ni siquiera con el hambre de quienes
tenían en este producto la última posibilidad de agregar algo de proteína a su
muy modesta dieta, sino que se añade al asalto en despoblado de nuestra de por
sí desvencijada soberanía: exportación de migrantes (nuestros productores
muchos de ellos, ahora sin nada qué producir aquí) e importación de alimentos;
oferta de mano de obra barata empleada en maquiladoras con míseros sueldos y en
changarros que no son suyos sino de los empresarios que se beneficiaron cuando
a un tal Fox le dio por eso de “changarrizar” la economía; “guerras” planeadas
a modo de infame intercambio (compramos armas y nos matamos con ellas, negocio
redondo, para el gobierno de Estados Unidos, por supuesto).
“¡Qué hueva hablar del huevo!”, dicen por ahí los optimistas irredentos a los
que les provoca la misma ovípara fiaca hablar de cualquier otra cosa
“conflictiva”, como califica Peña Nieto al nimio detalle de la impunidad. Va
derecho y no se quita, dice; va hacia el norte, digo yo, nada más se queda seis
años para garantizar las Reformas Estructurales, otra de las estocadas finales,
¡torero!, a cambio de vaya usted a saber qué negocios y de la pensión vitalicia
que le daremos los mexicanos cuando resida felizmente en el país vecino, ya ve
que empieza a haber colonia de expresidentes por allá con un primer inquilino
llamado Zedillo. ¡Qué hueva hablar de lavado de dinero!, ¡qué hueva recordar
los 95 mil asesinatos de este sexenio!, ¡más hueva hablar de que Enrique Peña
Nieto reforzará la “lucha contra el narco”, con idéntica estrategia del Rey
Calderón Midas y haciendo gala de la experiencia en Atenco. ¡Esos son
huevos!... pero de los azules, bien azules.
La Milagrosa.



No hay comentarios:
Publicar un comentario