martes, 21 de agosto de 2012

Libertad de expresión


Hace unas semanas, Londres era la capital del mundo, su maravilloso festejo olímpico impactó cada rincón del planeta —al menos el comunicado y “libre”— y nos demostró por qué su fortaleza y supremacía han permanecido inamovibles durante tantos años. Ese precioso festejo nos enseñó que la alta cultura y la cultura popular no están divididas, que forman parte de una misma identidad y que pueden darnos, si sabemos aprovecharla, la posibilidad de aprender y de soñar por igual. ¿Sabe usted, querido lector, qué hace tan impresionante al espectáculo como fenómeno social? El espectáculo nos educa las emociones, nos da la posibilidad de vivir historias ajenas, de sentir sentimientos prestados, de viajar a lugares sin movernos de nuestro espacio. Así que, por unas horas, las olimpiadasnos transportaron a este idílico territorio y nos dejaron vivir como uno más de sus ciudadanos. Reino Unido, incluso, nos prestó a su reina un ratito para que todos nos sintiéramos sus súbditos. Hoy Londres no es ya festejo y concierto, James Bond o David Beckham, Harry Potter o Peter Pan, Queen o Pink Floyd. Hoy Londres es la justicia, el castigo y la persecución: Julian Paul Assange.

En este blog creamos un espacio para el ejercicio de la memoria, para no olvidar lo que ha pasado con México. Y no es que al hablar de Assange me olvide de México, lector, es que, como ya dije una vez, todo en el mundo está relacionado. Ahora verá por qué. ¿De qué se acusa a Julian Assange? En Suecia, por delitos sexuales contra amigas. No es éste el lugar para poner en tela de juicio las palabras de dos mujeres que alegan haber sido violentadas, así que lo invito a que usted mismo se informe. En Estados Unidos se pide su extradición para ser ejecutado por delitos contra la seguridad nacional, esos delitos implican haber descubierto y hecho públicos documentos que dan cuenta de acciones ilegales cometidas por miembros destacados de la diplomacia y el gobierno de ese país. Pero el asunto no se queda ahí. Assange publicó documentos de todo el mundo, como quien dice: sacó los trapitos al sol de media humanidad. A partir de entonces, comenzó una cacería de brujas fastuosa. Claro, mientras Assange sólo diera cuenta de los horrores cometidos por Kenia, todo estaba en orden, incluso WikiLeaks, la organización que dirige, ganó los Premios Amnistía Internacional de los Medios 2009 por exponer crímenes extrajudiciales en Kenia. Pero, ¿revelar información confidencial de Estados Unidos, que diera cuenta de los abusos cometidos en la guerra de Irak, por ejemplo? ¡No señor, eso sí que no!

Assange, además de informático, es físico y matemático, ha recibido varios premios y condecoraciones por su trabajo periodístico y de activismo social: es vice campeón de “Person of the Year” del TIME, posee la Sydney Peace Foundation gold medal, entre otros. En pocas palabras, Assange es una persona educada que se ha dedicado a revelar al mundo verdades que le eran desconocidas, situación que ha sido posible, por su puesto, gracias a Internet y al libre tránsito de información que permite. Juzgue usted mismo si los delitos por los que se persigue a Assange son válidos, si merece ser encarcelado, ejecutado o enjuiciado. Hoy Assange se encuentra encerrado en la embajada de Ecuador en Londres, pues luego de que el país latinoamericano le ofreciera asilo, Reino Unido se negó a darle el salvoconducto necesario para que pueda partir.

Y bien, ¿dónde queda México en todo esto?

De los 250 mil cables diplomáticos que Bradley Manning, la fuente de Wikileaks, descargó de la base militar de Estados Unidos en Irak, unos 30 mil 386 viajaron hacia o desde embajadas y consulados en América Latina. Más de la mitad eran cables sin clasificar o de distribución limitada y estaban relacionados con artículos de la prensa local, debates públicos, el chismerío de las funciones diplomáticas y la rutina de los asuntos consulares. La mayoría de los cables en el caso colombiano, advierte Carlos Eduardo Huertas, revelaba cómo el cuerpo diplomático estadunidense lidiaba con las misiones oficiales.

Pero casi 900 cables estaban clasificados como secretos, y otros 10 mil como confidenciales. Muchos de ellos revelaban políticas, operaciones, fuentes y evaluaciones que encresparon, al menos temporalmente, las relaciones bilaterales de Estados Unidos con varios países latinoamericanos.

En México, la crítica del embajador estadunidense Carlos Pascual sobre la falta de acción del Ejército Mexicano, que contaba con inteligencia provista por Estados Unidos para perseguir a los líderes del narcotráfico, resultó políticamente embarazosa para el presidente Felipe Calderón. Los artículos de La Jornada sobre la crítica sin reservas del embajador tensaron las relaciones entre México y Estados Unidos. En marzo de 2011, Pascual se vio forzado a renunciar.[1]

Juzgue usted mismo, lector. Ahora que, si hablamos de censura, no necesitamos irnos muy lejos, en México la cacería de brujas también ha comenzado. Pedro Ferriz de Con perdió su trabajo hace poco, cabe recordar que durante la campaña tuvo a bien decir lo que todos sabemos de cierto y que posiblemente incomodó un poquitín a nuestro próximo presidente. Uno nunca sabe y no es que esté poniéndose “sospechosista”, pero las cosas están pasando. El siguiente en la lista es el canal MVS, el gobierno federal le negó la concesión de uso de la banda 2.5 Ghz a Joaquín Vargas, su presidente. En este caso hay muchas aristas que analizar, sin duda, pero también es curioso recordar que Carmen Aristegui, reconocida periodista que tiene un espacio en dicho canal, ha criticado abiertamente al gobierno calderonista y también al próximo presidente.

En fin, como usted puede ver, los argumentos en contra de los periodistas y activistas presentados, nunca son abiertamente contrarios a sus actividades comunicativas, se han buscado excusas, argumentos legaloides o argucias políticas que los inculpen de cualquier cosa pero sin que parezca que su libertad de expresión está en riesgo. Igualito que pasa cuando un candidato gana una elección y no hay pruebas para invalidar lo que a ojos vistos y a las claras, es un fraude, una ilegalidad.

¿Qué nos espera? Esto es sólo el principio, apenas hemos tocado la puerta del túnel que todos vamos a atravesar los próximos seis años: los que quisieron y los que nos negamos, los que se vendieron y los que se mantuvieron firmes, todos por igual, porque así es la democracia, ¿no? Sí, bueno, pero hay que ser muy buenos ciudadanos, quedarnos en nuestra casita, con nuestro trabajito y con nuestros amiguitos en la comodidad de nuestro pequeño entorno, hay que “trabajar en uno”, así seguro las cosas van a estar bien…

Mientras las cosas sigan como están, nadie vamos a estar bien. Mientras no haya conciencias dispuestas a decir lo que sea necesario, a revelar la verdad pese a lo que pueda pasar, nada va a estar bien. La verdad es una responsabilidad, a quien se le niega la verdad se le niega la libertad, se le niega la posibilidad de decidir, se le niega la única capacidad que nos hace ser individuos: la elección. ¿Por qué? Porque la elección es un ejercicio de razón, de memoria, de pensamiento. Elegimos a partir de la información con que contamos y es así como estamos en posibilidad de ser responsables de nuestros actos y, al final, la forma en que ejercemos nuestra libertad. Sin eso no hay absolutamente nada, somos ganado manipulable y manejable, nada más. Si seguimos en nuestra casita viendo la misma tele que ven todos, escuchando las mismas noticias que escuchan todos, enterándonos de las mismas noticias o adoptando las mismas costumbres y modas y queriendo las mismas cosas que todos, entonces todo va a estar perfectamente mal, porque no habrá pluralidad; esa que posibilita el enriquecimiento, esa que da lugar al diálogo, esa que es la semilla, el principio de la evolución, del desarrollo y el verdadero crecimiento, del bien común.

Hay quien dice que es fácil ser crítico a través de medios sociales. Yo digo que no es cierto, yo digo que la crítica no es algo fácil. En México no estamos acostumbrados a la crítica, le tenemos miedo, lo vemos como descalificación, pero, ya lo dijo una vez Octavio Paz y quizá muchísimos más antes que él: "Pero la imaginación, la verdadera, nace después de la crítica: no es una fuga de la realidad, sino un enfrentarse a ella". Al enfrentarnos a la realidad, al desmenuzarla, estamos en posibilidad de crear, de transformar nuestro entorno, aunque sea a través de una computadora. Por eso, y sólo por eso, la libertad de expresión debe ser protegida a pesar de todo, a pesar de cualquier cosa.

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