Es
curioso ver cómo la gente toma partido personal por cualquier causa con la que
se identifica, es curioso también ver cómo lo que sucede a alguien que tal vez
ni sabe de nuestra existencia, llega a ser motivo de pugna y ardoroso sentido
de lucha en algunos de nosotros. Sí, muy fácilmente nos enganchamos y
comenzamos a defender lo que consideramos una causa o una postura mejores con
fervor y, sin darnos cuenta, dejamos de escuchar y empezamos a usar todo
nuestro sentido crítico ya no para analizar lo que nos dicen, sino para
encontrar los mejores argumentos para derrotar al contrario. Discutir es, según
el DRAE, “Contender y alegar razones contra el parecer de alguien”, pero
también “Dicho de dos o más personas: Examinar atenta y particularmente una
materia” y esa es la primera acepción de la palabra.
En
definitiva, es muy difícil no “tomar partido”, más aún cuando se trata de
nuestro país o nuestra comunidad. Nuestra identidad depende de ello, se basa en
lo que hemos elegido y en las cosas en que nos reflejamos y muchas veces es
imposible no tomar de manera personal lo que nos acontece. Ese es un proceso de
comunicación que se refiere a la función simbólica de los paradigmas sociales
en la formación de la personalidad humana individual. Paul Lazarsfeld [1]
estudió el fenómeno principalmente en los medios de comunicación y llegó a la
conclusión de que éstos tienen dos funciones: una de conferir prestigio y otra
de reforzar las normas sociales, así como una disfunción: la narcotizante, con
la que los medios disminuyen el tiempo dedicado a la acción organizada. Es
decir, el hombre informado tiende a considerarse participante, cuando en
realidad no realiza ninguna acción, porque conoce los problemas pero no actúa
para resolverlos. Para Lazarsfeld, “los medios representan un nuevo tipo de
control social que viene a sustituir sutilmente el control social brutal que
antes se ejercía, y que la sociedad moderna ya no tolera” [2], también, según
su óptica, éstos son causantes del conformismo de las masas y del deterioro del
nivel cultural de la población. Él pensaba que aunque los individuos se ven más
afectados en sus decisiones por el contacto personal que por la influencia de
los medios de masas, en situaciones específicas tales como la votación, los
medios masivos y de opinión tienen la misma influencia que un individuo durante
un diálogo personalizado.
¿Qué
habría pensado Lazarsfeld de haber visto surgir la era de la comunicación 2.0?
Si bien, como ya comprobamos en carne propia los mexicanos estas elecciones,
los medios masivos siguen siendo un poderoso factor de transmisión de ideas y
de control de voluntades, lo cierto es que a partir del desarrollo de los
medios sociales, la masa comienza a dejar de ser, paulatinamente, ese ente
homogéneo y manipulable que los estudiosos de la sociología y de la
comunicación —que es esencialmente un fenómeno social—, analizaron. Hoy tenemos
cada uno el poder de convertirnos en medios de transmisión de información.
Vivimos la revolución de la comunicación y más que nunca debemos prepararnos y
adquirir herramientas para ello. No se trata sólo de informarnos, de mantener
un control pasivo de la información, sino de actuar. Si bien, como dice
Lazarsfeld, informarse no es actuar, lo cierto es que es el principio básico. A
medida que más información obtenemos, más capacitados estamos para tomar
mejores decisiones. El poder lo detentan quienes saben qué es lo que pasa,
quienes tienen la capacidad de inferir a partir de la información con que
cuentan y, entre mayor y más confiable es ésta, sus acciones tendrán más
efectividad.
1.
La objetividad es imperante, quien no es capaz de sostener sus
argumentos más allá de sí mismo, aunque éstos sean personales, poco a poco
perderá credibilidad y fortaleza.
2.
Cuidar las fuentes es básico. No basta con que lo haya dicho una
persona de gran confianza, el comunicador requiere informarse por sí mismo,
acudir a la fuente y extraer la mayor cantidad de información posible sobre el
fenómeno que quiere transmitir.
3.
La forma es también el mensaje, aprender a escribir y hablar es
esencial para poder comunicarnos. Las palabras bien dichas no sólo tienen mayor
credibilidad, sino que establecen con mayor fuerza las ideas que transmiten.
4.
El estilo personal es importante, pero no cuando se convierte en
arbitrariedad. Si bien los medios son nuestros medios, lo cierto es que también
nos debemos a nuestros lectores, a quienes nos prestan su atención, así que hay
que cuidarlos.
5.
Un crítico puede convertirse en el mejor amigo y el más fiel
aliado cuando sabemos cómo manejarlo. Aprender de la crítica no es sólo estar
abierto a nuevas ideas, sino también a desarrollar nuevas habilidades críticas.
6.
Informar es una forma de actuar, pero para que la información
tenga fuerza, es necesario acompañarla de acción. El ejemplo es la mejor forma
de transmitir algo. Ser congruente con las cosas que decimos y hacemos
públicas, es la mejor forma de actuar.
7.
Es más fácil ser honesto y transparente que cuidar una imagen
creada. Di lo que sientes y piensas y procura que tus actos y tu personalidad
sean lo más reales posible. Nada es más difícil que sostener una personalidad
que no tenemos.
8.
Nada puede ser borrado. La memoria es la base de nuestra
identidad, quien desanda sus pasos cancela para sí mismo la oportunidad de
aprender de lo que hizo. Nada es menos confiable que aquel que borra o pretende
borrar lo que ha hecho.
La
acción social hacia la que nos impulsa la comunicación, la ruptura con los
paradigmas establecidos, requiere del trabajo comunitario, pero mucho más del
trabajo individual. Sí, el cambio está en cada uno, pero para lograrse es
necesario que se transmita, que se contagie. Nada puede impedir más eso que
verlo todo a través de un óptica personal y subjetiva, ya se ha dicho muchas
veces “nada es personal aunque sea personal”. Aprender eso puede llevarnos a
que cada intercambio, cada diálogo, se transforme en un momento de
enriquecimiento, de valor.
Damiana.
[1] Paul Lazarsfeld nació en Viena en 1901 y murió en Nueva York
en 1976, fue un sociólogo estadounidense que estudió el comportamiento de los
electores durante la campaña electoral de 1940, afirmando que las
características sociales determinan la elección política.
[2] Toussaint, Florence. “Paul Lazarsfeld” en Crítica de la información de masas. México: Editorial Trillas.
1975. Pag 15-16.

Muy buen artículo. Usted tiene mucha razón.
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