martes, 11 de septiembre de 2012

Comunicación como acción social


Es curioso ver cómo la gente toma partido personal por cualquier causa con la que se identifica, es curioso también ver cómo lo que sucede a alguien que tal vez ni sabe de nuestra existencia, llega a ser motivo de pugna y ardoroso sentido de lucha en algunos de nosotros. Sí, muy fácilmente nos enganchamos y comenzamos a defender lo que consideramos una causa o una postura mejores con fervor y, sin darnos cuenta, dejamos de escuchar y empezamos a usar todo nuestro sentido crítico ya no para analizar lo que nos dicen, sino para encontrar los mejores argumentos para derrotar al contrario. Discutir es, según el DRAE, “Contender y alegar razones contra el parecer de alguien”, pero también “Dicho de dos o más personas: Examinar atenta y particularmente una materia” y esa es la primera acepción de la palabra.

En definitiva, es muy difícil no “tomar partido”, más aún cuando se trata de nuestro país o nuestra comunidad. Nuestra identidad depende de ello, se basa en lo que hemos elegido y en las cosas en que nos reflejamos y muchas veces es imposible no tomar de manera personal lo que nos acontece. Ese es un proceso de comunicación que se refiere a la función simbólica de los paradigmas sociales en la formación de la personalidad humana individual. Paul Lazarsfeld [1] estudió el fenómeno principalmente en los medios de comunicación y llegó a la conclusión de que éstos tienen dos funciones: una de conferir prestigio y otra de reforzar las normas sociales, así como una disfunción: la narcotizante, con la que los medios disminuyen el tiempo dedicado a la acción organizada. Es decir, el hombre informado tiende a considerarse participante, cuando en realidad no realiza ninguna acción, porque conoce los problemas pero no actúa para resolverlos. Para Lazarsfeld, “los medios representan un nuevo tipo de control social que viene a sustituir sutilmente el control social brutal que antes se ejercía, y que la sociedad moderna ya no tolera” [2], también, según su óptica, éstos son causantes del conformismo de las masas y del deterioro del nivel cultural de la población. Él pensaba que aunque los individuos se ven más afectados en sus decisiones por el contacto personal que por la influencia de los medios de masas, en situaciones específicas tales como la votación, los medios masivos y de opinión tienen la misma influencia que un individuo durante un diálogo personalizado.

¿Qué habría pensado Lazarsfeld de haber visto surgir la era de la comunicación 2.0? Si bien, como ya comprobamos en carne propia los mexicanos estas elecciones, los medios masivos siguen siendo un poderoso factor de transmisión de ideas y de control de voluntades, lo cierto es que a partir del desarrollo de los medios sociales, la masa comienza a dejar de ser, paulatinamente, ese ente homogéneo y manipulable que los estudiosos de la sociología y de la comunicación —que es esencialmente un fenómeno social—, analizaron. Hoy tenemos cada uno el poder de convertirnos en medios de transmisión de información. Vivimos la revolución de la comunicación y más que nunca debemos prepararnos y adquirir herramientas para ello. No se trata sólo de informarnos, de mantener un control pasivo de la información, sino de actuar. Si bien, como dice Lazarsfeld, informarse no es actuar, lo cierto es que es el principio básico. A medida que más información obtenemos, más capacitados estamos para tomar mejores decisiones. El poder lo detentan quienes saben qué es lo que pasa, quienes tienen la capacidad de inferir a partir de la información con que cuentan y, entre mayor y más confiable es ésta, sus acciones tendrán más efectividad.

Hoy, como ya mencioné, estamos ante una revolución que requiere nuestro trabajo, nuestro esfuerzo para transformarnos a nosotros mismos y a nuestra comunidad. Los tiempos exigen cada vez un mayor involucramiento, más acciones. Contamos con herramientas tecnológicas tan poderosas que casi, casi nos dan el don de la ubicuidad. Por ello, debemos aprender a emplearlas, pero no sólo a nivel técnico, sino también teórico. La comunicación es un tema que se ha transformado en asunto del dominio público. Hoy tenemos la posibilidad de ser escuchados, pero para serlo debemos esforzarnos por transmitir y crear información de calidad. Los mexicanos que exigimos medios de comunicación así, requerimos también ser nosotros mismos esos medios. No basta con decir las cosas, hay que pensar cómo las decimos, cuidar como las decimos, desde cuestiones tan básicas como la ortografía, hasta la conjunción de ideas que cada palabra entraña. Nuestros medios sociales ya no son nada más esas formas mediante las que nos comunicamos con las personas que están a nuestro alrededor. Quien tiene un medio social, poco a poco se ve arrastrado lejos de su entorno local para comenzar a expandir sus ideas entre personas a las que muchas veces no conoce. Por ello, es importante que reconozcamos las cualidades básicas de un medio informativo de calidad:

1.      La objetividad es imperante, quien no es capaz de sostener sus argumentos más allá de sí mismo, aunque éstos sean personales, poco a poco perderá credibilidad y fortaleza.
2.      Cuidar las fuentes es básico. No basta con que lo haya dicho una persona de gran confianza, el comunicador requiere informarse por sí mismo, acudir a la fuente y extraer la mayor cantidad de información posible sobre el fenómeno que quiere transmitir.
3.      La forma es también el mensaje, aprender a escribir y hablar es esencial para poder comunicarnos. Las palabras bien dichas no sólo tienen mayor credibilidad, sino que establecen con mayor fuerza las ideas que transmiten.
4.      El estilo personal es importante, pero no cuando se convierte en arbitrariedad. Si bien los medios son nuestros medios, lo cierto es que también nos debemos a nuestros lectores, a quienes nos prestan su atención, así que hay que cuidarlos.
5.      Un crítico puede convertirse en el mejor amigo y el más fiel aliado cuando sabemos cómo manejarlo. Aprender de la crítica no es sólo estar abierto a nuevas ideas, sino también a desarrollar nuevas habilidades críticas.
6.      Informar es una forma de actuar, pero para que la información tenga fuerza, es necesario acompañarla de acción. El ejemplo es la mejor forma de transmitir algo. Ser congruente con las cosas que decimos y hacemos públicas, es la mejor forma de actuar.
7.      Es más fácil ser honesto y transparente que cuidar una imagen creada. Di lo que sientes y piensas y procura que tus actos y tu personalidad sean lo más reales posible. Nada es más difícil que sostener una personalidad que no tenemos.
8.      Nada puede ser borrado. La memoria es la base de nuestra identidad, quien desanda sus pasos cancela para sí mismo la oportunidad de aprender de lo que hizo. Nada es menos confiable que aquel que borra o pretende borrar lo que ha hecho.

La acción social hacia la que nos impulsa la comunicación, la ruptura con los paradigmas establecidos, requiere del trabajo comunitario, pero mucho más del trabajo individual. Sí, el cambio está en cada uno, pero para lograrse es necesario que se transmita, que se contagie. Nada puede impedir más eso que verlo todo a través de un óptica personal y subjetiva, ya se ha dicho muchas veces “nada es personal aunque sea personal”. Aprender eso puede llevarnos a que cada intercambio, cada diálogo, se transforme en un momento de enriquecimiento, de valor.

Damiana.

[1] Paul Lazarsfeld nació en Viena en 1901 y murió en Nueva York en 1976, fue un sociólogo estadounidense que estudió el comportamiento de los electores durante la campaña electoral de 1940, afirmando que las características sociales determinan la elección política.

[2] Toussaint, Florence. “Paul Lazarsfeld” en Crítica de la información de masas. México: Editorial Trillas. 1975. Pag 15-16.



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