por era-del-Ser
El 17 de agosto de 1981, ante la inminencia
de una profunda crisis económica que llevaría a una caída del peso mexicano frente
al dólar norteamericano de $12.50 hasta $150.00 pesos por cada dólar,
arrastrando con él a las economías familiares de todos los mexicanos de
entonces, José López Portillo y Pacheco, presidente mexicano en turno, perteneciente
a las filas del PRI pronunció una de las frases más recordadas por este pueblo
que ha aguantado la soberbia de sus gobernantes hasta el hartazgo: “Defenderé
el peso como un perro”. Aquella frase terminó siendo su condena en el juicio de
la historia y su propio epitafio político. Todo, en torno a él, se transformó
en referencia canina. La gente que lo encontraba en otros países le ladraba
“como perro”. Su fastuosa residencia fue conocida con el peyorativo nombre de
“La Colina del Perro”. José López Portillo y Pacheco jamás pudo sacudirse la
asociación con aquella su patética frase con todo lo que con él se refiriera, así,
tuvo que vivir con ese estigma el resto de sus días.
Tomando como
referencia la anterior historia me pregunto ¿cuál será el epíteto que marcará a
nuestro último “presidente de la alternancia”? ¿Cómo será marcado por el juicio
de la historia, juicio que cada vez se vuelve más cercano a los presidentes
salientes? ¿Cuál será el calificativo con que sus conciudadanos lo
identificarán y, después de un largo tiempo, lo seguirán recordando? Porque lo
cierto es que los mexicanos cada vez estamos menos dispuestos a olvidar. Porque
la agresión al pueblo mexicano cada vez se castiga con mayor dureza.
Ejemplo patente
de ese viejo dolor del pueblo mexicano, que parece ya no estar dispuesto a
soportar más, es el caso de Luis Echeverría Álvarez, quien se ha visto forzado
al ostracismo después que, en el 2009, el Sistema le otorgara la, ya típica,
indemnidad por sus delitos tras ser denunciado por genocidio y cuyo cuñado, Rubén
Zuno Arce, murió en septiembre del 2012 en una cárcel de Estados Unidos después
de purgar 23 años de prisión por aquel sonado caso del asesinato de un agente
de la DEA (Enrique Kiki Camarena).
Otro ejemplo más
lo constituye el caso de Ernesto Zedillo Ponce de León, denunciado ante un
tribunal de los Estados Unidos de Norteamérica por el caso Acteal.
¿Cuál será,
entonces, el juicio histórico para éste nuestro actual presidente Felipe
Calderón Hinojosa, que acarrea la nada envidiable carga de 90,000 muertos (o “daños
colaterales”, como a él le gusta llamarlos) y una enorme cifra de damnificados
por su Guerra contra el narco? ¿Tendrá una vida tranquila y feliz y se sentirá
orgulloso de los actos de su gobierno?
¡Mexicanos,
tienen la palabra!
¿Qué tal durmió FCH? (VII).


Yo creo que Calderón pasará a la historia como espurio y como genocida. Muy buena reflexión. Gracias.
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