El lenguaje es una forma de transmisión de ideas, nos comunicamos,
seamos o no conscientes, mediante signos que encapsulan ideologías,
sentimientos y perspectivas. El lenguaje crea orden en el caos de la percepción
humana. Tantos puntos de vista, tantas formas de conceptualizar se ven de
pronto filtradas a través de las palabras. Y es mediante las palabras y un acto
repetitivo, a la usanza del nazismo —recuérdese la famosa frase del ministro de
propaganda de Hitler, Paul Joseph Goebbels: “Una mentira mil veces repetida se
convierte en verdad”—, que los medios de comunicación y el equipo de transición
del “presidente electo”, poco a poco comienzan a tejer las mil veces necesarias
para hacernos creer a los mexicanos que Enrique Peña Nieto es nuestro
presidente.
A sólo dos meses para “tomar posesión” de su cargo, EPN realizó
una gira por Latinoamérica: Guatemala, Colombia, Chile, Brasil, Argentina y
finalmente Perú. En Guatemala, Peña promovió una agenda de trabajo bilateral
más amplia a la que ya está en marcha, que incluya otros temas además de la
seguridad y la migración, comunes en las agendas de ambos países hasta ahora.
En Colombia, expresó a Juan Manuel Santos, que deseaba seguir su ejemplo en el
combate a la seguridad, para que, de la misma manera que ocurrió en Colombia,
pronto México supere sus problemas principalmente en lo concerniente al
narcotráfico. En Chile, además de reunirse con el presidente, sostuvo reuniones
con un grupo de empresarios ante los que señaló que la reforma laboral y la
energética son dos de sus principales retos. Cabe destacar que durante su
visita, el hashtag #VetedeChileEPN se
convirtió en trend topic. A Brasil
fue a pedir consejo a Dilma Rousseff para dar cabida a la industria privada en
materia petrolera, pues el suyo es un “modelo que refleja lo que queremos hacer
en México”, según sus palabras. En Argentina, además de buscar estrechar lazos
comerciales, EPN visitó, junto con Cristina Fernández, el recientemente
restaurado mural de David Alfaro Siqueiros “Ejercicio Plástico”, que fue
restaurado para las fiestas bicentenarias de dicha nación. En Perú, el
mandatario y Peña discutieron temas relacionados con el comercio, la seguridad
y aspectos multilaterales, principalmente en lo concerniente a la Alianza del
Pacífico. En general, fueron 3 los temas fundamentales que Enrique Peña tocó
durante su gira: estado de derecho, migración y desarrollo económico.
Enrique Peña da la impresión de estar trabajando a todo lo que da,
de ser un hombre eficiente que no sólo cuenta con un equipo de transición, sino
que ya está preparándolo todo para entrar de lleno a gobernar. Su siguiente
gira está encaminada a hacer visitas más o menos semejantes pero ahora en
Europa. Al parecer, el personaje busca,
si no la aceptación al interior del país, sí al exterior, poniendo un énfasis
especial en lograr que su “gobierno” sea visto como un gobierno incluyente,
moderno y con una política exterior favorecida. Quizá, Peña intenta con esta
estrategia, resarcir en parte los descalabros de la política exterior de las
pasadas administraciones panistas y lograr de nuevo lo que muchos calificaron
como un acierto de las administraciones priistas: su buen desempeño en materia
internacional. Lo cierto es que poco a poco, tras el shock de las elecciones, el “mandatario”, cuya credibilidad es casi
nula, empieza a dar visos de lo que será su administración.
Ahora bien, vale la pena analizar el estado de las cosas al
interior del país. Si revisamos los tres temas fundamentales que EPN tocó
durante su gira, quizá tengamos más luz sobre el asunto.
1. Estado de derecho: según este modo de gobierno, la constitución
política es la que manda, y la que dicta cuál debe ser el papel y la forma de
actuar de cualquier gobernante. ¿Hay estado de derecho en México? ¿Luego de la acción
de las instituciones durante el desarrollo de las pasadas elecciones, es
posible decir que en México manda la constitución?[1] ¿Hablamos de derechos
humanos? El tema es sin duda crítico en nuestro país, principalmente en lo
concerniente a la libertad de expresión y la seguridad de periodistas para
ejercer su profesión.[2] Y ni qué decir del desempeño del propio Peña, el caso
Atenco es sin duda un referente que no podemos, bajo ningún motivo, dejar de
lado cuando se trata de hablar de estado de derecho.
2. Migración: en abril de este año, el número de migrantes que
viajaron de México hacia Estados Unidos disminuyó considerablemente después de
haber aumentado dramáticamente en las últimas cuatro décadas. Aunque esto puede
ser un buen indicador de desarrollo económico para el país, lo cierto es que se
deben tomar en cuenta más factores que sólo los internos, como la crisis
económica y laboral que el propio país del norte enfrentaba en dicho momento o
el recrudecimiento de sus políticas migratorias. Es necesario tomar en cuenta
que entre 2005 y 2010 los mexicanos que viajaron hacia Estados Unidos
representaron cerca de la mitad de los que inmigraron en quinquenios anteriores,
en cambio de 2005 a 2010, 1 390 millones de mexicanos dejaron Estados Unidos
para regresar a México[3]. Otro importante factor a considerar, es que la tasa
de desocupación en el país fue de 5.39 por ciento en agosto de 2012, cifra
menor al 5.79 por ciento reportado en igual mes de 2011. Del total de la Población
Ocupada, que representa 94.61 por ciento de la Población Económicamente Activa,
66.2 por ciento opera como trabajador subordinado y remunerado con una plaza o
puesto de trabajo, 4.5 por ciento son patrones o empleadores, 22.9 por ciento
trabaja de manera independiente o por su cuenta sin contratar empleados, y 6.4
por ciento tiene negocios o parcelas familiares. En cuanto a los extranjeros
que migraron hacia México, en 2009, alcanzaron un total de 262 672, de esa
cantidad 133 664 personas se encuentran en calidad de no inmigrante, es decir,
que no pretenden quedarse a vivir en el país o “están de paso”, lo cual representa 50.9 por
ciento del total; los inmigrantes, que son quienes sí pretenden quedarse “a
vivir” representan 20.2 por ciento y 29.0 por ciento son inmigrados, es decir,
quienes ya tienen derechos de residencia en el país.[4] Estas cifras, por
supuesto, son las que alcanzan a registrarse a partir de movimientos
migratorios bien definidos. Es decir, el número de “ilegales”, que ingresan a
México, no puede ser contabilizado de manera específica debido, lógicamente, a
las características de la migración ilegal. Sin embargo, es importante
considerar las políticas migratorias de nuestro país y la forma en que tratamos
a los extranjeros que no necesariamente entran por una vía legal.[5] Es bien
sabido que México no representa un destino final para muchas de estas personas,
sino que se trata de un destino “de paso”, principalmente para migrantes
centroamericanos que desean llegar al país del norte.
3. Desarrollo económico: en este rubro, la realidad es controversial,
por una parte, la OCDE estima que México en 2012 será la segunda economía con
mayor crecimiento de los 34 países miembros; en 2011, México obtuvo el puntaje
más alto de la historia y registró el mayor avance del hemisferio occidental en
el Índice Global de Competitividad del Foro Económico Mundial. Ahora bien,
según el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores Monterrey[6], el
desempeño positivo de la economía, que en el segundo trimestre del 2012 creció
4.1 por ciento, aún no se traduce en una mejora laboral ni en el combate a la
pobreza, ya que el número de pobres en México incrementó en 14 millones y hacen
falta apoyos a las PYMES. Si bien se espera un crecimiento de la economía de
3.8 por ciento para el cierre del 2012, el sexenio de Calderón promedió un
incremento de sólo 2.2 por ciento anual, uno de los más bajos registrados en
cuanto sexenios anteriores y sólo superado por el de Miguel de la Madrid con
respecto a bajo desempeño. ¿Qué nos dice esto? Principalmente, que la riqueza
está distribuida en forma no igualitaria. Uno de los retos más urgentes que
enfrenta la administración de Peña es la mejora en el gasto público. Al momento
se estima que de los 850 000 millones de pesos que recibió el gobierno federal
para gasto público, son 150 000 los empleados de nivel medio y alto en la
administración gubernamental que ganan por arriba de $500 000 anuales. Con un
salario mínimo para el área geográfica A —el más alto del país—, de $62.33 y un
salario promedio mensual para la Población Económicamente Activa de $8 019 aproximadamente[7], el panorama no es
halagüeño. Y ni qué decir de la reforma laboral que el gobierno de Peña
promueve y que en muchos casos no favorece a los trabajadores asalariados y sí
a las empresas que pugnan por contrataciones no formales.
Ante este panorama, ¿qué hace Peña Nieto fuera del país tratando
de arreglar y discutir temas que son críticos en México? ¿Acaso busca, mediante
actos retóricos, lograr que la legitimidad de la que su gobierno no goza al
interior, sea lograda en el exterior? Dejando de lado un tema que todavía no
puede ser olvidado, si es o no presidente legítimo de México, ¿no debiera ser
una de sus principales preocupaciones lograr impulsar el desarrollo del país al
interior antes de “quedar bien” fuera? Si pensamos lógicamente, lo más adecuado
sería que busque al menos analizar y definir bien el panorama para presentar a
los mexicanos una agenda de trabajo clara, concisa y entendible para todos
sobre lo que hará los próximos seis años. Y es en este caso, el trabajo con
instituciones, organismos académicos y grupos sociales en México, el que más se
acerca a lograr, al menos, entender qué es lo que el país necesita y no precisamente
ir a pedir consejo sin saber qué es lo que pasa antes.
Las palabras sin duda pueden ayudar a crear consenso, pero son las
ideas y el análisis de la realidad lo que va a permitir construir a futuro y no
sólo la confianza ciega en lo que percibimos. Nos toca a los mexicanos definir
cuál será el rumbo a seguir los próximos 6 años, en lo individual, en lo
familiar y en lo comunitario, para así lograr, aunque sea poco a poco, que el
panorama se transforme. Lejos están los días en que los líderes dictaban lo que
habría de hacerse y menos cuando esos líderes no gozan de la confianza ni del
reconocimiento públicos. Hoy se hace más patente la necesidad de que cada uno
nos convirtamos en rectores no sólo de nuestros destinos, sino también del de nuestro entorno.
Damiana.
[1] Véase “La
escritura de nuestra historia” en este mismo blog.
[3]Véase “La
migración de México hacia Estados Unidos cae a cero”, del diario CNN [4]Véase
“Extranjeros
residentes en México, Una aproximación cuantitativa con base en los registros
administrativos del INM”.

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