“Pienso luego existo
mando obedeciendo,
creo mi propia historia
defiendo mi propio mundo
a partir de este momento”
mando obedeciendo,
creo mi propia historia
defiendo mi propio mundo
a partir de este momento”
Consigna estudiantil,
CGH 1999-2000.
CGH 1999-2000.
Probablemente no haya mucho porqué gritar en éste, un aniversario más de nuestra independencia, que supuestamente se fraguó hace ya más de doscientos años. No ha habido porqué gritar ¡Que Viva México! desde hace ya muchísimo tiempo, es triste vitorear a ese fantasma de la independencia que, como aquellos otros fantasmas navideños, sólo se hacen presentes una vez por año. Sin embargo, hoy más que nunca es preciso no quedarnos callados, no me vaya usted a malinterpretar, yo no le invito a que se vuelque al Zócalo a comprar banderitas y sombrerotes; no, por el contrario, le invito y le insto a su deber ciudadano, a que salga a la calle todos los días sin importar si son de septiembre, enero o mayo y grite usted con todas las fuerzas de su corazón y de sus actos ¡Que Viva nuestro país sin la imposición de los gobernantes espurios y estúpidos y narcos! ¡Que viva nuestra patria sin los bucaneros empresarios que saquean nuestro patrimonio amado!
Pues aunque temo defraudarlo, debo decirle con la misma tristeza que causará en usted el leerlo, con el dolor que escribo en este momento, que México ya no es más un país libre y soberano. Usted puede darse cuenta de ello sin hacer un esfuerzo demasiado grande, dependemos de la economía gringa, de sus productos, de su gasolina, a pesar de ser un país productor de hidrocarburos; dependemos de la televisión y de las modas tremendamente influidas por el rating norteamericano. No somos independientes ni siquiera produciendo nuestra propia comida, pues el campo ha sido abandonado, y nuestros agricultores hacen fructificar y florecer las campos del norte que alguna vez fueron nuestros y ahora pertenecen a los gringos que los robaron; nuestros granjeros han sido arrasados por las invasiones de productos cárnicos, del huevo, de la leche que antes estaban protegidos por los aranceles para garantizar la producción alimentaria en el suelo mexicano. Si la bolsa de valores gringa sube, nos jode y si baja nos jode aún peor; porque si el peso pierde terreno frente al dólar todo es más caro, pero si lo recupera igual crece la inflación; porque si los precios del crudo nacional son muy bajos, se malbarata todo y los gringos compran vorazmente al por mayor, pero si el crudo sube los gringos nos castigan al no comprarlo hasta que los precios queden como mejor a ellos les convenga; porque siempre se privilegia la iniciativa privada sobre la nacional al rematarse empresas como Diesel Nacional (Camiones DINA) o liquidarse entidades como FERRONALES (Ferrocarriles Nacionales de México), la CNCF (Constructora Nacional de Carros de Ferrocarril S.A.), la RUTA 100; y culminar con la privatización de paraestatales como ha sucedido con la CLYFC (Compañía de Luz y Fuerza del Centro) esquiroleada y usurpada por la ignominiosa CFE (Comisión Federal de Electricidad) que ampliamente se ha dado a conocer por la entrega de contratos y licitaciones a empresas privadas y extranjeras bajo el paradigma de que se brindaría un servicio de mejor calidad, más barato y eficiente y que hasta el día de hoy los mexicanos del centro del país sólo hemos visto exactamente lo contrario y para colmo de males quieren requisarse a PEMEX y otros sectores de servicio público que brindan atención a la salud, educación pública y prestaciones sociales fundamentales y primarias.
Entre más años pasan, más dependientes nos volvemos de nuestros vecinos del norte en todos los aspectos, no sólo la cultura gringa penetra cada vez con mayor intensidad en nuestras vida, también la lengua, las “tradiciones”, las enfermedades —obesidad—, los vicios —discriminación, soberbia, belicismo, egoísmo— cada vez nos alienamos más al grado de poco a poco sentirnos más a gusto con lo proveniente de los E.E.U.U. y más avergonzados de lo puramente autóctono y originario nuestra tierra. Por eso le invito a que piense que antes de desgarrase las cuerdas vocálicas en un grito horrísono y tremebundo, a que se afane y se ufane por ser mexicano de verdad. Porque en efecto, es necesario gritar ¡Que Viva México! pero que viva bien, justo, feliz, independiente y sano.
Ptolomeo.

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