Se escucha fuerte la consigna, como cada año, desde
hace muchos, cuando recordamos el movimiento estudiantil de 1968, reprimido
violentamente por el Estado el 2 de octubre de aquel año en la Plaza de las
Tres Culturas de Tlatelolco; ahí quedó el rastro, sangre, casquillos
percutidos, marcas en las piedras y, desde hace tiempo, una suerte de esquela
colectiva con los nombres recuperados entre el silencio (nadie sabe exactamente
cuántos fueros los muertos, abatidos por el ejército y por un siniestro grupo,
los del guante blanco, que hoy sabemos fueron un grupo creado por el propio
gobierno, el Batallón Olimpia, los primeros que dispararon, haciendo creer a
los soldados que los estudiantes los atacaban).
Se
escucha, sí, fuerte la consigna, “¡dos de octubre no se olvida!, como cada año,
pero esta vez es diferente, porque ahora no son los estudiantes de siempre que
marchan recordando a los padres, incluso abuelos, que en 1968 fueron
masacrados, encarcelados, torturados, silenciados; hoy son los estudiantes
organizados en un nuevo movimiento estudiantil tan grande como aquél: YoSoy132
que son igual 1968, sino su continuación, sí herederos indiscutibles, esos que
dicen, que nos dicen, “si ustedes no pudieron y sus hijos ni lo intentaron,
nosotros aquí estamos” y con ellos estamos.
Dos
de octubre no se olvida, fuerte se escucha la consigna y hay quien dice que eso
es mentira, que sí se olvida, tan se olvida que en poco tiempo regresa el PRI
al poder, el mismo de 1968, aunque ellos dicen que renovado, quizá
perfeccionado, eso sí, con las mañas de tantos años, la misma gata, no
revolcada, con las uñas más afiladas. Pero no, no se olvida, aunque hay cosas
que sí se olvidan, a fuerza de historias oficiales y no oficiales que, ¡oh, paradoja!,
de pronto son las oficiales; así se apuesta a desgastar la memoria y aunque la
fecha no la olvidamos, hay detalles que hoy importa recordar, sacar de debajo
de los escombros.
Sí,
aunque la consigna se escuche fuerte, por lo bajo, desde las entrañas, un rumor
que las marchas acallan con sus pasos, quizá si hiciéramos también la marcha
del silencio los trece de septiembre, como en 1968, sabríamos escucharlo. Poca
gente sabe, por ejemplo, que en el mitin del dos de octubre se anunciaría el
fin del conflicto; se había llegado a un acuerdo con el gobierno, los
estudiantes volverían a las escuelas, el pliego petitorio, de seis puntos, se
trataría en comisiones de diálogo y, como parte de ese acuerdo, el dos de
octubre no habría una marcha, como originalmente se tenía planeado, de
Tlatelolco al Casco de Santo Tomás. Por eso es que los estudiantes no sintieron
miedo cuando vieron al ejército rodeando la plaza, el gobierno había dado su
palabra, pensaron ingenuos, ¿cómo no serlo a los veinte años en un país que no
tenía muchos referentes de lucha social? Pero ahora sí los tenemos. YoSoy132,
dos de octubre, ¡que no se nos olvide!, los estudiantes fueron traicionados, el
gobierno los traicionó, la represión no fue la de un movimiento activo, no fue
porque temieran el buen desarrollo de las Olimpiadas, ¡que quede claro!, el
Estado masacró a los estudiantes luego de hacerles creer que tenían un pacto.
Antidoto Amor

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