A fin de dar seguimiento a los
acontecimientos actuales, he decidido interrumpir durante las próximas semanas
mis entregas del estudio que hemos estado realizando sobre el trabajo. Dicho
análisis será retomado a la brevedad.
Por si no teníamos suficiente
información sobre el estado actual de la política en México, a raíz de la
elección de Peña Nieto, la reelección de Romero Deschamps y Elba Esther
Gordillo vino a darnos muchas certezas.
Desde 1989, “la maestra” Elba
Esther Gordillo ha fungido como líder del Sindicato Nacional de Trabajadores de
la Educación (SNTE). El Sindicato Magisterial más grande de América Latina y
que auspicia a la Confederación de Educadores Americanos y al Partido Nueva
Alianza. Dicho sindicato se ha formado por los trabajadores de la Secretaría de
Educación Pública y tiene sus más remotos antecedentes en la lucha de los
profesores durante la época porfirista.
Por su parte, Romero Deschamps tiene
22 años como líder del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República
Mexicana (STPRM). Un sindicato que nació oficialmente en 1935 y cuyos
antecedentes se remontan a 1915. Para más información sobre dicho sindicato, es
necesario recordar que hasta 1989 se llamaba nada más y nada menos que Sindicato
Revolucionario de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (SRTPRM). Cabe
recordar también que en 2001, el líder enfrentó un proceso judicial por
interferir con recursos públicos en la campaña de Francisco Labastida, el
famoso caso “pemexgate”, cuyo proceso prescribió debido a que ni en las
administraciones de Fox o Calderón se decidió darle seguimiento.
Ahora bien, un sindicato es una
organización que tiene sus antecedentes más cercanos en la Revolución
Industrial. Dichas organizaciones nacieron con el fin de defender los intereses
de los trabajadores frente a los patrones y cuidar en todo momento que las
decisiones que éstos tomen los beneficien. Para sostenerse, los sindicatos
cobran cuotas a los miembros sindicalizados, lo que les permite contar con
recursos suficientes para satisfacer sus demandas y hacer frente al mismo
tiempo a las necesidades de sus agremiados. Por su naturaleza, los sindicatos
debieran ser cotos de poder donde la democracia se ejerza con mayor rigor ya
que su principio básico es la defensa de la mayoría con menor poder de capital
frente al patrón, sea éste un organismo gubernamental o privado.
En nuestro país los sindicatos
cobraron una fuerza enorme a raíz de la Revolución de 1910 y sobre todo durante
el gobierno de Lázaro Cárdenas, quien impulsó el corporativismo[1] como medio de defensa de las minorías frente a las clases
poderosas. Ahora bien, el corporativismo es una forma en que el Estado frena el
liderazgo empresarial circunscribiendo su capacidad de desafiar a la autoridad
mediante el establecimiento de organizaciones que legitimen sus decisiones.
La historia del PRI es imposible
de ser entendida sin los sindicatos. Gracias al poder que éstos tienen le ha
sido posible “legitimar” sus decisiones y mantener una dictadura perfecta
durante más de 70 años y que este sexenio verá un nuevo episodio de
continuidad. Cabe preguntarse algo muy importante, ¿realmente este PRI es un
nuevo PRI? Por favor, al responder, no olvidemos que la otra forma de
legitimización de este partido ha sido el control de los medios de comunicación
nacionales y un sospechoso actuar al lado de organizaciones delictivas,
principalmente ligadas al narcotráfico (recuérdese el caso del Negro Durazo o
de Raúl Salinas, por mencionar unos cuantos).
El poder que estos dos sindicatos
tienen es tal que permite a Elba Esther Gordillo motivar a sus agremiados para
reelegirla con Hummers o computadoras de última tecnología, por decir lo menos,
y a Romero Deschamps, dar a su hijita Paulina y a sus perros, una vida de
magnates que pueden gastar nada más y nada menos que la fabulosa cantidad de
700 dólares por botella en una cena en cualquier lugar del mundo y exhibirlo
con toda la sorna del mundo en sus redes sociales.
Sin duda alguna, es importante
contar con organismos que defiendan los derechos de los trabajadores, que les
permitan contar con poder en la toma de decisiones de las organizaciones a las
que pertenecen pero, ¿hasta qué punto es válido y socialmente responsable que
organismos públicos como PEMEX o la SEP, dependan de líderes que a todas luces
obedecen a intereses personales o corporativos? Si bien es cierto que la
autonomía y decisiones de los sindicatos deben ser respetados, al final, la
injerencia de sus líderes en los asuntos públicos no resulta sana para nadie.
Sin la fuerza y el poder de estos
dos sindicatos es imposible que el PRI se haya mantenido tantos años en el
poder y es también imposible que una acción verdaderamente democrática pueda
ejercerse. Al final, la decisión de quién tendrá el poder recaerá
necesariamente en unos cuantos. Después de la postura que Peña Nieto guardó
frente a ambos líderes durante su campaña, ¿estamos frente a un nuevo PRI? ¿Qué
nos esperan los próximos seis años?
Damiana.
[1] El corporativismo es “un sistema de organización o pensamiento
económico y político que considera a la comunidad como un cuerpo sobre la base
de la solidaridad social orgánica, la distinción funcional y los roles entre
los individuos”. http://es.wikipedia.org/wiki/Corporativismo


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