Nos han dicho que vivimos en un
mundo globalizado, nos han invitado a sentirnos orgullosos por ello, a
sentirnos partícipes de una economía donde las leyes y los derechos
fundamentales del hombre ya no tienen cabida si transgreden el afán
mercantilista del “libre mercado”. En este mundo se vende de todo, se vende el
conocimiento[i],
las posiciones, las personas[ii],
la castidad[iii],
se venden los órganos[iv],
se venden los sueños, se vende incluso la paz y la guerra, se venden los nombres,
se venden las armas, las drogas, se venden niños, se venden hasta las estrellas
distantes del espacio sideral y se venden las presidencias de los países como en
México[v].
Dinero, todo
por el maldito dinero que esclaviza a muchos, que asesina a tantos y que
enaltece y beneficia a unos pocos. El dinero por el poder y el poder por el
dinero, ese binomio que parece corromper hasta la más dura de las conciencias,
filas de hombres y mujeres aparentemente honestos e inquebrantables, han
sucumbido ante los encantos de la embriaguez en la que están inmersos los
poderosos. Subsumidos en ese círculo vicioso en el que se gana poder para
generar más dinero y se invierte dinero para conquistar más poder, sin que
exista un freno. El mundo de hoy pertenece a los voraces y no a los buenos. Porque
si bien, yo no dudo que muchos ricos y poderosos hayan obtenido su poderío y su
capital a base de astucia y “trabajo”, sin embargo el amasar tantos recursos,
el detentar tanto poder… no es moral, porque claramente ello implica el
sufrimiento de terceros.
No es posible
en un mundo como este el concebir al adinerado sin que del otro lado exista un necesitado,
ni al un poderoso sin la existencia de un sometido. Lo más preocupante del
asunto es que las brechas entre los ricos y los pobres, entre los poderosos y
los sometidos es cada vez más irremontable. Cada día, a cada segundo, hay más
gente pobre y subyugada y menos ricos y poderosos… pero esos pocos opulentos que
perviven son cada día más millonarios y más tiránicos y menos escrupulosos y
humanos.
Pero que nos
impide imaginar que un día, alcancemos la utopía de que alguno de nosotros, los
verdaderamente inprostituibles, alcance el mando de alguna de esas altísimas
esferas y junto al pueblo allane el mundo que nos han arrebatado.
Es hermoso
imaginar que un día existirá un presidente que sea pobre, que no use su cargo como
un trampolín para alcanzar sus deleznables ambiciones personales, que sea un
verdadero servidor del pueblo, que no se enriquezca con nuestros salarios, ni
que se envanezca con su poderío. Un hombre de carne y hueso y no un tirano, ni
un monstruo, ni un fascista, ni un bufón, ni un esperpento… un hombre o una
mujer que tenga el cerebro aguzado, pero sobre todo el corazón vivo, los ojos
claros y las manos limpias.
Tal vez algún
día, alguno de nosotros, el que resulte más bueno, más inteligente, más
sensible, más capaz, arraigue el poder para el pueblo y ojalá que el pueblo no
lo suelte nunca más y aprenda por primera vez, aunque sea tarde, las lecciones
que nos han costado sangre, plomo, sueños, hijos, madres, esposas y esposos,
terruños, libertades, derechos y todo aquello que nos han quitado los que sólo
valoran el mundo a través de un mandato enérgico o de un fútil signo de pesos.
Tal vez la
utopía no esté distante, tal vez Uruguay nos esté dando un ejemplo: José
Mujica, o como su pueblo le llama con cariño rotundo, Don Pepe, es el
presidente más pobre del mundo[vi],
este hombre de semblante tranquilo y de mirada diáfana tiene cerca de 76 años,
no vive en la residencia presidencial porque la ha cedido a los indigentes y a
la gente desamparada que no tiene un techo donde resguardarse del frío; va a la
oficina presidencial todos los días en su bicicleta o en su Volkswagen viejo[vii],
vive en una vieja granja nada suntuosa a las afueras de Montevideo, dona el
noventa por ciento de su sueldo a causas humanitarias en favor de su pueblo. “Con
ese dinero me alcanza, y me tiene que alcanzar porque hay otros uruguayos que
viven con mucho menos”. Le ha propuesto a su parlamento donar todas las
pensiones presidenciales, incluso la suya para los organismos de asistencia
civil de su gobierno. No tiene cuentas bancarias, no tiene deudas, pero estoy
seguro de que tiene una gran paz espiritual que no se puede comprar con nada.
En México no
estamos lejos, hay en mi país mucha gente buena, de trabajo, que no se vende,
que aún anhela ver a su patria libre de los usurpadores, ladrones y traidores;
en mi tierra mexicana yo conozco a muchos que darían la vida por su pueblo, y
yo también daría la mía por uno de ellos… en mi país también hubo un candidato
pobre que quiso ser presidente y se lo impidieron robándole del modo más infame
su aspiración y con ello los sueños de muchos hombres y mujeres, mexicanos inocentes,
nobles, íntegros y trabajadores; un hombre que tampoco tenía cuentas bancarias,
que vive en un departamento de interés social, que conduce un auto compacto Tsuru,
que propuso quitarles las dádivas a los políticos, las pensiones a los ex
presidentes, reducir los onerosos sueldos a los funcionarios, reducirse incluso
el propio sueldo, un político que propuso exterminar a las empresas evasoras de
impuestos, derrumbar los monopolios… darle al pueblo lo que es del pueblo. Lo
juzgaron de loco, de que sus cuentas no salían, de que estaba enfermo por el
poder, de que era un peligro para México. Y lo dijeron precisamente aquellos
que se revuelcan en dinero, lo dijeron los tiranos, los corruptos, los ignorantes,
los descerebrados. ¡Total! Si no fue López ya será algún otro, existimos muchos
a quienes nos importan otras cosas más… mil veces más que el cochino dinero…
John Lennon decía: “Dirás que soy un soñador, pero no soy el único, y espero
que algún día te nos unas… y el mundo volverá a ser uno solo”.[viii]
Ya no falta
mucho para que la verdad, la razón, el orden, la paz, el amor y la justicia
prevalezcan. Siempre lo hacen. Ya no le quedan muchos días de vida a éste
régimen patético y enfermo. El poder corrompe sólo a aquellos que ya venían
corrompidos por dentro, el dinero compra, sólo a aquellos que ya se habían
gravado desde antes con un signo pesos adentro. Los verdaderos mexicanos ni nos corrompemos ni nos
vendemos.
Habría que preguntarles a los uruguayos lo que opinan de Don Pepe, y luego a los mexicanos lo que sienten por Calderón o lo que opinan de Peña Nieto.
Martina
Pescante
[i] http://www.alaingarcia.net/conozca/plaza_santo_domingo.php
[ii] http://redaccion.xhglc.com.mx/?p=134
[iii] http://www.noticiacristiana.com/iglesia/juventud/2012/10/insolito-chica-brasilena-vende-su-virginidad-por-780-000-dolares.html
[iv] http://edumed.imss.gob.mx/edumed/rev_med/pdf/gra_art/A203.pdf
[v] http://kikka-roja.blogspot.mx/2012/05/aristegui-epn-pena-nieto-compro-la.html
[vi] http://www.losandes.com.ar/notas/2012/6/10/mujica-ofrece-residencia-presidencial-para-albergar-indigentes-647819.asp
[vii] http://peru.com/2012/06/08/actualidad/internacionales/uruguay-jose-mujica-presidente-mas-pobre-mundo-noticia-68711
[viii]
http://www.lyrics007.com/John%20Lennon%20Lyrics/Imagine%20Lyrics.html
Les quedó súper bonito
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