Damiana.
Los
medios de comunicación y la educación
La
lengua se adquiere hablándola y escuchándola, escribiéndola y leyéndola. No solo
aprendemos en la escuela y tampoco en nuestra casa, uno de nuestros mayores
educadores son los medios de comunicación. Hoy vivimos el auge de las
tecnologías de información y de los medios sociales. Los ciudadanos nos hemos
convertido en editores, creadores y distribuidores de contenido, con lo cual
hemos adquirido el poder de ser escuchados y también de generar participación
pública. Como nunca antes, la gente está escribiendo debido a los servicios
informáticos que proporciona la web. Hoy tenemos la oportunidad de participar
de forma muy contundente en el desarrollo y diseminación del conocimiento. Al
igual que sucedió una vez con la imprenta, Internet está revolucionando la
enseñanza, los medios de comunicación y a la sociedad en su totalidad. En los
albores del Renacimiento, la humanidad vivió un fenómeno que transformó el
acceso al conocimiento y el desarrollo social: la imprenta. Con ésta, la
producción y acceso a la obra escrita dejó de ser beneficio de las minorías
para estar al alcance de una mayoría contundente, provocando con ello cambios
en lo social, político y económico. Gracias a la imprenta se dio un aumento en
la alfabetización de la población. Al dar a los usuarios lo que podría
calificarse como un don de ubicuidad, Internet ha provocado que las barreras
sociales, económicas, culturales y políticas se difuminen, logrando con ello
acercar el conocimiento a muchos más seres humanos.
Los
medios de comunicación son referentes incuestionables de la formación
educativa. Y no podemos ni debemos dejar de lado a los medios tradicionales. A
ellos debemos muchas de las carencias y también algunos de los logros sociales
que tenemos. Ellos han definido la manera en que pensamos y han sido al mismo
tiempo la ventana de nuestro desarrollo, son espejo de nuestra sociedad. Pensar
que la educación está alejada de los medios masivos o condenarlos puede ser una
muy mala idea pues, por una parte, esa actitud evita que haya mayor calidad de
contenidos ya que no permite que la población se convierta en consumidor
crítico de la información que difunden. Si los medios de comunicación tienen
tal penetración entre la población, entonces es necesario educar a la población
para ser crítica frente a los medios, así los medios se verán obligados a
esforzarse más, a informar, formar y entretener con mucho mayor esfuerzo. El
papel de educadores para los medios le corresponde a las familias, pero también
a las escuelas.
Es
importante tomar en cuenta que, aunque las nuevas tecnologías de información
han revolucionado el acceso al conocimiento, lo cierto es que no todas las
personas tienen la posibilidad de acceder a éstas. Por ello es importante
seguir tomando en cuenta el papel de los medios de comunicación y educar a los
niños y jóvenes —quienes son los sujetos más cercanos a los programas de
educación—, para que sepan acercarse a los medios, para que se interroguen
acerca de lo que ven, escuchan o leen.
Cuando
se hacen este tipo de críticas es muy fácil caer en el dogmatismo, en la
radicalidad, y tomar posturas elitistas. Es muy fácil decir que la televisión
comercial es basura y que la televisión gubernamental es “culta” —por citar un
caso como el de México hablando sobre un medio específico—, sin pensar que la
televisión comercial es basura porque la gente no pide contenidos de calidad y
no lo hace porque no está acostumbrada a ser crítica y no es crítica porque
tiene flojera y porque los contenidos de la televisión “culta” a veces no son
tan atractivos aunque lo que muestren sea maravilloso. Se trata de un círculo
vicioso que merma la educación de la sociedad. Debemos entender que es tan
cultura Cien mexicanos dijieron o la
telenovela de canal trece como el programa de conciertos del once, solo que
para acercarse a la música clásica, los televidentes requieren algo de
información, de desarrollo de su sensibilidad y capacidad de percepción, cosa
que no adquieren en la escuela porque no se ha visto como un tema importante.
Sin embargo, si los maestros se apoyaran más en la realidad de los alumnos para
impartir sus distintas materias, sobre todo las concernientes a lengua y
literatura, otra cosa sería, porque podrían mostrarle a los alumnos que la
literatura puede ser parte de su vida como lo es su programa favorito, les
enseñarían a los niños y jóvenes a ver la literatura como algo cercano y a ver
a los medios de comunicación con ojos más críticos, más atentos.
Quien
ama el conocimiento lo buscará siempre. Es mucho más importante enseñar a niños
y jóvenes a ser curiosos, a ser críticos y a transmitirles pasión por la vida
misma en el aprendizaje que darles información que botarán en la sección de
archivo muerto de sus bibliotecas cerebrales. Aquel conocimiento que no esté
ligado a la realidad, que no se sienta de forma contundente y que no se viva
está en peligro de ser expulsado de cualquier biblioteca. Más que dar
información, lo que los maestros, los padres y los medios de comunicación
debiesen despertar es pasión por la vida y el conocimiento de cualquier orden:
físico, mental y espiritual. Somos seres mejores cuando tenemos la capacidad de
conectarnos con una obra de arte, pero también lo somos cuando podemos reírnos
de un buen chiste que no ofenda con su estupidez nuestra capacidad crítica.
Involucrarnos
es la única manera de lograr que las cosas cambien, dejar de ser receptores
pasivos y convertirnos en constructores del conocimiento es algo que todos
podemos hacer si dejamos de consumir programas que no se esfuerzan por darnos
mejores contenidos y que solo se preocupan por la forma, revistas que no cuidan
la manera en que transmiten el lenguaje, blogs que no cuidan su ortografía y
gramática, etc. La lengua no es una ñoñería, es funcional y puede darnos mucha
luz sobre el pensamiento de quienes la hablan.
Tenemos
la posibilidad de ser medios, editores y creadores de información con la
revolución mediática que vivimos. Demos valor a nuestra lengua y demos también
valor a nuestro conocimiento, seamos divertidos, seamos inteligentes, seamos
observadores y seamos críticos, enseñemos a quienes tenemos cerca, con
tolerancia y asertividad, lo que sabemos. Todos hacemos el conocimiento.
El problema es que a veces ni siquiera los mismos maestros tienen una pequeña concepción del arte, de la cultura, de la literatura; yo conozco muchas maestras de primaria, secundaria y preparatoria que llegando a su casa se ponen a ver novelas y las comentan con sus colegas al día siguiente en la sala de profesores. Veo con tristeza que los maestros en mi país son precisamente como ellos se llaman, "trabajadores de la educación". Simples burócratas y nada más.
ResponderEliminarTienes toda la razón, mientras quienes tienen por profesión la educación, no amen y valoren su trabajo, es poco lo que puede lograrse.
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