sábado, 19 de enero de 2013

Acá, ¿cuándo?


Por razones personales (el asesinato de una chica conocida por mí que tuvo lugar en India, aunque en ese caso el homicida parece haber sido un mexicano, el padre de su hija), desde hace días sigo con especial interés las noticias sobre lo que sucede en aquel país a raíz de la violación tumultuaria sufrida por una joven de 23 años en un autobús de transporte público a fines del mes pasado. El 16 de diciembre, Amanat (“tesoro” en lengua urdu), como la han llamado en algunos medios locales, acudió en compañía de un amigo a una conocida plaza comercial en Nueva Delhi en donde asistieron al cine. Al filo de la medianoche, rumbo a sus respectivas casas, ambos abordaron el autobús en donde fueron salvajemente agredidos por un grupo de seis hombres, uno de ellos menor de edad: a ella la violaron en repetidas ocasiones, incluso introdujeron en su vagina una barra de hierro, la misma que usaron los agresores para golpear a sus dos víctimas que, finalmente, fueron arrojados del vehículo en movimiento.

Luego de varios días en coma, hospitalizada (primero en un hospital de la capital de su país y más tarde en Singapur a donde fue trasladada para continuar con su atención), durante los cuales se intentó por todos los medios salvarle la vida, Amanat murió a las 4:45 de la mañana del 29 de diciembre de 2012. Las movilizaciones en demanda de mayor seguridad para las mujeres indias, desatadas desde que fue conocida públicamente la agresión a esta chica, no han cesado; la represión, respuesta inicial del gobierno frente a las masivas protestas, no lograron silenciar los reclamos de la gente, sobre todo de clase media, lo que dio lugar a una inusualmente efectiva investigación por parte de la policía que, a su vez, ha derivado en el juicio de sus agresores, mismo que comenzó el pasado 3 de enero.

Como parte de la información emanada en torno a esta noticia han surgido datos alarmantes: según datos de la Oficina Nacional de Registro de Crímenes de aquella Nación, cada 20 minutos es violada una mujer y sólo uno de cada cuatro violadores es condenado; entre una población de 1.300 millones de habitantes, se registraron casi 25 mil casos de violación en 2011. El caso ha dado pie también a análisis profundos sobre el contexto sociocultural en el que esto ha sucedido; lo que evidencias estas “radiografías” es la prevalencia de una sociedad terriblemente machista, donde las mujeres son despreciadas, incluso antes de nacer: de acuerdo a un censo local, seis millones de niñas fueron abortadas en la última década y las niñas tienen menos posibilidad de sobrevivir hasta los cinco años en comparación con los varones a quienes se brindan mejor alimentación y mayores cuidados médicos. Como dice el psicólogo Sudhir Kakar: En India las hijas son caras (cuesta una fortuna el pago de la dote) y no valen nada, pues no perpetúan el linaje familiar y, una vez casadas, son propiedad de su marido.

Y en México, ¿cómo andamos? Un reciente artículo de Inés Santaeulalia en el periódico El País (12 de enero de 2013) da cuenta de las malas noticias: nuestro país es uno de los peores para las mujeres entre los que integran el G-20, sólo superado por Sudáfrica, Indonesia, Arabia Saudí e India. Aún así, ¿le parece una excentricidad eso de que en India el matrimonio de una mujer signifique pasar del control de los padres a la absoluta posesión de su esposo?, pues se estima que en México el 20% de las mujeres casadas piden permiso a su cónyuge para salir solas… Consigna un reporte de ONU Mujeres (ver http://www.animalpolitico.com/2012/12/un-cuarto-de-siglo-de-violencia-contra-la-mujer/) que en nuestro país “el ambiente de impunidad, sumado a insensibilidad y ausencia en la rendición de cuentas por parte de un sector considerable de autoridades de impartición de justicia, hace sinergia con la violencia y la discriminación sistemática hacia las mujeres, la cual se deriva de estructuras patriarcales y machistas todavía muy asentadas en prácticas, valores, normas y aun disposiciones jurídicas del país”.

Y eso de que haya mujeres violadas y torturadas por grupos de hombres que se reúnen para cazarlas, se escucha terrible, ¿verdad?, pues parece que eso es exactamente lo que sucede desde hace años en Ciudad Juárez, situación que podría explicar también buena parte de los feminicidios, cada vez más frecuentes, en otras partes del país: chicas jóvenes secuestradas que son torturadas y violadas hasta matarlas en el marco de una verdadera cacería que se sirve de los tres rasgos identificados por la Organización de Naciones Unidas como características de la violencia a las mujeres: invisibilidad, normalidad e impunidad, tres factores en los que está inmersa la sociedad en su conjunto y ante los cuales guardar silencio nos convierte en cómplices. Sólo como ejemplo, el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio registró en un periodo menor a dos años, entre 2009 y junio de 2010, ¡más de mil setecientos homicidios dolosos en 18 entidades de la República Mexicana. En India ya protestan; acá, ¿cuándo?

Antídoto Amor  
 

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