A
las pruebas remitámonos. El IFE ha declarado que el único candidato
presidencial que rebasó los topes de campaña durante las pasadas elecciones es
Andrés Manuel López Obrador. Ni Peña, ni Josefina y mucho menos Cuadri, él,
López. Y no es que se trate de defender lo indefendible nada más por las puras
ganas de necear, es que asistimos a un ajuste de cuentas que no hace sino venir
a sumarse a la ola de acciones sistemáticas encaminadas a legitimar lo que,
ante la mayor parte de la opinión pública, fue un fraude. Después del fallo
sobre el caso Monex, esto pretende confirmarnos que, efectivamente, Peña fue
víctima de calumnias y ataques infundados. Pero no sólo eso, sino que sus
adversarios —quienes tuvieron el atrevimiento de acusarlo de manera infundada—,
fueron los verdaderos culpables de aquello que acusaron.
En pocas palabras, los “malos” no son ellos, sino esos radicales, revoltosos,
populistas y violentos… ¿Habrá quien de verdad les crea?
Por desgracia, sí. Totalmente. Es más fácil encontrar
gente capaz de creer que la vida se divide en dos bandos que personas
objetivas, conscientes e informadas. Y, repito, no se trata de necear y
defender lo indefendible. De ninguna manera. Si el PRD o López Obrador, o quien
fuera, rebasaron sus topes de campaña, bajo ningún motivo deben evadir su
responsabilidad. Tienen que dar la cara. El problema aquí es que el juez ni es
imparcial, ni es certero ni claro ni honesto ni nada que pueda producir ningún
tipo de confianza real. Esto más bien suena a una venganza de colegiales en la
secundaria, al ardid de un grupo de mafiosos que se han hecho con el poder y
ahora buscan, por sobre todas las cosas, humillar al adversario, demostrarle
quién manda y a quién se debe respetar. Documentos, pruebas en video, testimonios,
escándalos… nada fue suficiente para, ya no digamos invalidar la elección,
¡mínimo poner una multa! Todos estamos locos, los únicos capaces de ver la
realidad son los hombres y mujeres que votaron por el PRI y trabajan hoy en
favor de México, esos hombres que se unen a la cruzada contra el hambre sin
importarles que suban el IVA a medicamentos y alimentos.
Y no nos equivoquemos, no es que al criticar deseemos que
las cosas no vayan bien. ¡Por dios! Este país no es sólo de unos cuantos, es de
todos. Y si el éxito del país determinará el éxito de una facción, eso es lo
menos importante. Pero si el éxito significa negar sistemáticamente la realidad
y hacer de cuenta que nada pasa, volviendo a andar sobre nuestros pasos y
regresando a lo que ya habíamos superado, entonces no hay manera de callarse.
No se trata de elecciones simples, no es o lo uno o lo otro, es todo, porque si
no aspiramos a todo, si no aspiramos a más, entonces nada habremos ganado. ¿De
qué nos sirve el pan si la dignidad está en los suelos?, ¿de qué nos sirve que
le den abrigo al desprotegido y alimento al hambriento si no le dan la
oportunidad de vivir en un país en el que cuente con las mismas oportunidades
que todos para desarrollarse? La limosna lacera, la limosna es un consuelo para
el que la da, no para el que la recibe. México no se merece limosna, ¿hasta
cuándo lo vamos a entender?
Damiana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario