El pasado 7 de enero de 2012 tuve la oportunidad, o mejor dicho la desgracia, de ver una “entrevista” telefónica[i] que hizo Carlos Loret en su noticiero matutino al “Secretario de Hacienda” Luis Videgaray sobre el tópico de las alzas a los combustibles que se han heredado del régimen calderonista. Alzas de las que al parecer no existe viso alguno de que paren jamás.
En realidad me pareció bastante gracioso y a la vez insensato lo declarado por Videgaray respecto al tema, pero para que usted, mi querido lector, sea participe de mi análisis en un nivel más cercano y no se pierda la indiscutible insensatez y ridiculez de este señor, le dejo el fragmento inicial completito de las declaraciones de Videgaray:
El objetivo es que los subsidios sean para los más pobres, para los que menos tienen y es un hecho que el consumo de gasolinas pues es para quien tiene la… el privilegio de tener un automóvil, tener un vehículo particular y es no nec… no es sin duda la mayoría de la gente más pobre de la sociedad, sin embargo, corregir de golpe, corregir en un solo momento la desviación en los precios de las gasolinas pues generaría impactos en la inflación y en la economía familiar que serían muy desfavorables, de ahí que se tenga una política de corrección gradual del precio de las gasolinas y continuaremos corrigiendo el precio de las gasolinas de manera gradual haciéndolo de una forma que no afecte sensiblemente a la inflación y por lo tanto a la economía familiar en tanto esto se corrija […] [Sic]
Ahora sí, pasemos a lo que nos interesa, en primer lugar, según entiendo —y corríjame si me estoy equivocando— Videgaray asume que a nosotros, la gente pobre, no debería de preocuparnos en lo más mínimo el coste de los combustibles porque, al final de cuentas, ni carro tenemos y por tanto, gasolina no usamos. En algo coincido con este señor. En México poseer un vehículo automotor es un privilegio tanto por el precio del vehículo como por el costo del combustible.
Sin embargo, como peatón empedernido, quiero decirle al señor Luis Videgaray que sí me preocupa el incremento a los combustibles, y me preocupa mucho. Estoy seguro de que esta inquietud la comparten muchísimos mexicanos de a pie —literalmente— o, ¿acaso usted se imaginaba, Señor Videgaray, que los pobres flotamos y nos desplazamos por los aires, o usamos algún método de telequinesis teletransportadora para ir al trabajo, a la escuela, al médico, al mercado o a donde sea y de regreso? ¿O ya de plano considera que nos la pasamos caminando de arriba a abajo por toda la ciudad y que no sabemos ni papa de la industria automotiva porque ni la usamos?
Pues déjeme decirle que está muy equivocado, el precio de las gasolinas es un tema que nos tiene muertos de miedo a muchos porque, en primer lugar, la gran mayoría de los transportes públicos y particulares de nuestro país consumen hidrocarburos y, por lo tanto, los incrementos de dichos insumos repercuten directamente en los constantes incrementos a las tarifas del autotransporte.
Para ejemplificarle con más claridad la situación, en el Estado de México (este pobre estado que tuvo la desdicha de ser “gobernado” por su patrón) la tarifa del pasaje mínimo asciende a siete pesos, lo que equivale a una hora del trabajo de cada uno de los muchos mexicanos a los que pasaron a joder con la maldita y recién aprobada reforma laboral. Y, déjeme decirle, que debido a las condiciones que guardan los caminos, carreteras y calles de dicho estado, además de las grandes distancias que separan a una población de otra, el costo promedio que debe erogar un mexiquense para transportarse solamente de ida a determinado sitio fluctúa entre los catorce y treinta pesos.
Comparado, por ejemplo, con las tarifas que existen en el Distrito Federal uno podría imaginarse que se trata de transportes de lujo con todas las comodidades existentes, de súper velocidad, de máxima seguridad con sistemas anti asaltos y anti choque; la verdad es que es todo lo contrario.
La misma situación permea en prácticamente todo el territorio nacional; en Monterrey el costo del transporte va de los $7.50 a $13.40 y en Guadalajara de $7.00 a $8.50[ii]; en Guerrero el costo mínimo es de $5.00 y en Chiapas de $4.00[iii].
Sin embargo, éste no es el único temor que azuza a los mexicanos cuando escuchamos sobre el incremento a los combustibles; porque ya muchos de nosotros, y no en vano, asociamos estas alzas directamente con la inflación. ¿Por qué? Porque sabemos que si el costo de la gasolina se aumenta, el costo del huevo, de la leche, del pollo, la carne, los granos, las frutas, las verduras, el maíz, y el pan alzan de manera proporcional pues, evidentemente, tienen que ser transportados a las localidades donde vivimos desde donde se producen, y si el costo de los alimentos sube, nuestra economía se ve severamente afectada pues ante nuestras miradas temerosas e impotentes la gasolina sube —y mucho— cada mes, en cambio el salario mínimo sólo sube una vez al año, y cosa de nada.
Aunado a esto también debemos considerar que no solamente la gasolina y el diesel son combustibles. Cuando se habla de reajustes a los combustibles también se habla del gas L.P., y el gas natural que directamente golpean a las economías de las familias de todos los niveles.
Retomado las desafortunadas declaraciones del señor Luis Videgaray, en «corregir en un solo momento la desviación en los precios de las gasolinas pues generaría impactos en la inflación y en la economía familiar que serían muy desfavorables» queda demostrado que el mismo «secretario de hacienda» admite que el ajuste a los combustibles impacta directamente en la inflación y por tanto en la economía familiar. ¿Dialéctica pura? ¿Doble discurso? ¿Demagogia? ¿Atole con el dedo? Júzguelo usted, mi querido lector.
Ptolomeo.
[i] http://t
volucion.esmas.com/noticieros/primero-noticias/203012/luis-videgaray-seguiran-incrementos-gasolina-mes/#
[ii] http://www.informador.com.mx/jalisco/2012/397844/6/luz-verde-a-nueva-tarifa-de-transporte-siete-pesos.htm
[iii] http://www.elsoldechiapas.com.mx/index.php?option=com_content&task=view&id=23859&Itemid=27
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