por
era-del-Ser.
No quiero caer en el lugar común de comentar la noticia
del momento. Quiero más bien, si me es posible, ayudar a construir la base de
una educación que nos permita la comprensión de términos que, a pesar de uso
continuo, no siempre son claros ya que es esa opacidad de las palabras las que
la mayoría de las veces nos impide apoderarnos del conocimiento y es esa misma
oscuridad de los términos la vía de acceso para la mayoría de los abusos y
excesos de los que se hace gala en éste mi hermoso país.
Sin embargo, esta vez
torceré un poco el camino porque creo que lo sucedido este día jueves tiene una
importancia fundamental en el futuro de mi sufrido país y porque pienso que
todos debemos de estar atentos a esta cadena de sucesos que parecen
desencajados, pero que si observamos con atención muestran una escalada de
eventos que tienden a orientar la opinión pública hacia una decisión
previamente planeada. A riesgo de cometer un terrible error, soy un mexicano de
a pie sin mayores recursos de investigación que aquellos de los que todos
podemos disponer: el internet, la radio, la prensa y hasta la televisión (esta
última vista con extremo cuidado y en pequeñas dosis), va:
Nuestro país, este México de
casi dos millones de kilómetros cuadrados (1’923,040) de superficie, enormemente
rico en recursos naturales, con enormes posibilidades turísticas que harían
palidecer de envidia a la costa europea del Mediterráneo y a algunas otras
sedes turísticas, con bosques, selvas, montañas, con más de nueve mil
kilómetros (9,330) de costas (algunas de ellas consideradas entre las mejores
del mundo), con enormes recursos pesqueros y con más de tres mil kilómetros de
frontera (3,185) con el país más rico del mundo; este México privilegiado funda
toda su economía en dos rubros principalmente, a saber: a) las remesas de los
connacionales en el extranjero (muchos de ellos indocumentados en los EE.UU.) y
b) la exportación de petróleo. ¡Increíble!, cierto, pero esa es nuestra
realidad.
A pesar de todo, esa empresa
con una enorme importancia económica para los mexicanos llamada PEMEX está, a
mi manera de ver, siendo llevada a la quiebra. No vayamos tan lejos:
acordémonos de que en septiembre del año pasado vimos horrorizados (por lo
menos yo sí) las imágenes la de explosión de unas instalaciones de la
paraestatal en Tamaulipas que dejaron veintiséis muertos y el doble de heridos
y que muchos aquellos damnificados estaban subcontratados bajo el régimen del outsourcing lo que generó un gran
problema a la hora de ayudar a las familias de los muertos y a los lastimados.
Después, a finales del
infausto Calderonato, nos dieron la noticia del descubrimiento del “Supremus 1”
(¿quién pondrá estos nombrecitos, oiga usted?, parece nombre de luchador del
CMLL) un yacimiento petrolero de “enormes dimensiones” y una inversión en la
paraestatal acumulada durante el Calderonato de un billón de pesos.
Y hoy, justo en la antesala
del inicio de las discusiones de la Reforma Energética, otra explosión, esta
vez en uno de los edificios más importantes de la paraestatal: la Torre Pemex
en plena capital de la República, que deja veinticinco muertos y más de cien
heridos.
A todo esto aunémosle el
escándalo provocado por las fotos y los comentarios en las redes sociales de Paulina
Romero Deschamps hija de Carlos Romero Deschamps el líder del sindicato de
trabajadores de PEMEX y Senador de la República por el partido en el poder. Y,
claro, recordemos que uno delos primeros actos del nuevo gobierno fue el intento
de rescate económico de la Madre Patria al encargarle la producción de los
barcos hotel para la misma paraestatal.
¿Cuál es la intención de
toda esta cadena de sucesos?, porque a esta altura del partido no suponer una
intencionalidad implícita sería demasiado inocente y hasta peligroso. ¿Nos van
a vender la idea de otra empresa inoperante, como la LYFC, a la que hay que
sacrificar en aras del bien de la economía del país? No sé, no quiero ni
pensarlo, pero es evidente (ya no hay noticias de balaceras o descabezados en
los noticieros, lo que no significa que ya no existan; el IFE declara impoluto
y casi santo al PRI; el caso MONEX sufrió uno de los finales más
característicos de la vieja guardia política mexicana: el “carpetazo”) que el
viejo y conocido “Partidazo” ha regresado con todas sus viejas y efectivas
mañas.
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