viernes, 8 de febrero de 2013

La Autoridad



por era-del-Ser.

¿Qué es la autoridad? Lo primero que deberíamos saber es que la autoridad es un fenómeno social. Esto significa que sus afectos y consecuencias afectan y son sentidos por cada uno de los elementos componentes de la sociedad en cuestión. Se puede definir la autoridad como la capacidad de obtener de los demás comportamientos por el mero efecto de la sugestión. A lo largo de su historia el hombre ha reconocido autoridad en lo religioso, lo tradicional, lo dinástico o lo ideológico. Pero la autoridad no es institucionalizable, lo que significa que el cargo o la función de un jefe no conlleva per se a la autoridad, esta es un rasgo que tiene que ver más con la actitud personal del investido (religioso, de la tradición, dinástico o ideológico) que con el puesto que ostenta dentro de su sociedad. Así que el verdadero problema consiste en reunir a la vez el poder implícito de una jefatura con la autoridad para desempeñarla; y es que la autoridad supone el reconocimiento, la percepción de superioridad, lo que implica, en consecuencia, una desigualdad de facto.

Así, en la política, resulta de suma importancia diferenciar el poder de la función gubernamental de la autoridad necesaria para ejercerla. La autoridad, por lo tanto, no tiene nada que ver con actitudes opresivas sino que es más bien una coparticipación de todos en la grandeza de un pueblo. La autoridad de los políticos debería, de manera ideal, estar basada en la legitimidad, lo cual motivaría su aceptación. En el caso de los políticos la legalidad no es bastante ni suficiente, el pueblo debe de percibir, de alguna manera, una cierta superioridad en sus gobernantes y para esto existen diferentes métodos:

Autoridad basada en la figura del padre: en éste los individuos son considerados como niños y el gobernante asume una actitud paternalista. La relación entre gobernante y gobernados se da de forma despótica.

Autoridad basada en la figura del sabio: se establece bajo la presunción de que el gobernante sabe algo que los gobernados no saben instaurando, de esta suerte, un gobierno de tipo tecnocrático.

Autoridad carismática: en este tipo de autoridad el gobernante se asume como un ser no-ordinario, el fundamento de su autoridad es irracional y no necesita justificarse. No será puesto en la balanza de las cualidades humanas terrenas sino que parece habilitado por una vocación casi divina y el pueblo lo piensa como el ser providencial designado para el gobierno, el supremo solucionador de todos los problemas. Así, y aunque no tiene cualidades extraordinarias, se instala en un lugar de autoridad ya preparado de antemano para él, justifica las dictaduras y vive de la exaltación permanente y las escenografías. Su carisma está fundado sobre una emoción y no sobre una idea.

La autoridad basada en la razón: es este el método ideal de actuar de un líder. En éste el gobernante se asume como un simple mediador de la autoridad y no como su titular natural. La autoridad le es otorgada sólo con una finalidad y de manera temporal. Aquel que ostenta la autoridad no se asume como superior al resto de los gobernados, es un hombre común.

Es seguro que durante la lectura de este artículo usted ya ha identificado y vinculado a los diversos personajes del escenario político nacional con los diferentes sistemas de autoridad aquí mencionados, de eso se trata. Pero no hay que dejar de reconocer que cada una de las formas de autoridad corresponde, también, a un comportamiento de un pueblo: un pueblo que actúa como niño y que evade sus responsabilidades y descuida sus derechos, un pueblo sumido en la ignorancia perenne y al que no le interesa buscar caminos de superación o un pueblo dispuesto a entregarse a la adoración de una personalidad negándose a ver lo bueno y lo malo que pueda existir en ella.

Ahora tiene usted una herramienta más de evaluación y su instrumentación correcta le permitirá evadir mejor la palabrería usada como disfraz retórico y ver la realidad de una manera más eficiente. Úsela y con la práctica lo llegará a hacer casi automáticamente, pero recuerde que para que funcione usted debe ser parte de la evaluación. Suerte con ello.

¿Qué tal durmió FCH? (XXVI) 

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