El PRI
ha llegado y parece haberse instalado como si nunca se hubiera ido. Casi nunca
escucho la radio, excepto cuando manejo, hace poco estaba haciéndolo y escuché,
uno tras otro, un spot de la Cámara de diputados y otro de Presidencia. El de
la Cámara resaltaba los acuerdos logrados en materia laboral y el de
Presidencia los logros de los primeros meses de gobierno priista. En ambos
casos, además de un tono melodramático, se hablaba en repetidas ocasiones del
movimiento que está teniendo México: “moviendo a México”, “lo que nos mueve”.
Escucharlo en uno u otro caso es natural, normal, pero escucharlo en ambos
casos, y más si van uno tras otro, no me parece del todo sano y menos cuando lo
que en ambos casos se presume son logros compartidos o producto de la
conjunción de sus fuerzas.
¿Por qué? Simplemente porque todo parece indicar que a
nivel ideológico lo que están comunicando es que hay una alineación, misma que
es antinatural entre uno y otro poder. La Cámara de diputados, por principio de
cuentas, se debe caracterizar siempre por su pluralidad y por la heterogeneidad
de fuerzas que garanticen una representación del pueblo cercana a la naturaleza
del mismo. En todos los países del orbe contar con un organismo de representación
popular es parte integral de su democracia, ya que garantiza que más allá de
las elecciones en los comicios, la opinión y la voluntad de sus habitantes
estarán no sólo representadas, sino que actuarán como una fuerza que impida al
ejecutivo ejercer un poder absoluto sobre el país y que sus decisiones serán
pasadas por la balanza de la representación popular para ser aprobadas.
Bien conocemos los problemas que las pasadas
administraciones panistas tuvieron en materia de aprobación de iniciativas. La
reforma laboral, por ejemplo, fue una iniciativa panista que se aprobó en el
sexenio calderonista luego de un trabajo muy arduo por parte del ejecutivo para
lograrlo —no es el fin de este artículo en esta ocasión juzgar la reforma
laboral, sino exponer los hechos—, pero que estuvo detenida durante mucho
tiempo debido a que las fuerzas políticas que operan la Cámara de diputados no
habían sido concertadas. Hoy, con este tipo de spots, el gobierno de Peña nos
recalca una y otra vez que ellos sí saben gobernar porque han logrado que esas
fuerzas políticas que representaron tantos problemas para las administraciones
panistas, hayan sido concertadas en muy pocos meses de gobierno. Ellos están
solucionando los problemas de México porque ellos sí saben gobernar, tienen
experiencia pero, eso sí, también se han renovado porque tienen un presidente
muy guapo y que usa apps de moda como Instagram para estar en contacto con la
ciudadanía.
Y mientras tanto, los mexicanos, influenciados por los
medios de comunicación—que parecen cumplir muy bien sus objetivos—, seguimos
trabajando por México para moverlo, como si tuviera décadas de estancamiento y
atraso, como si fuese necesaria una fuerza como la del PRI para sacarlo de su
aletargamiento, porque los 12 años de “alternancia”, contrario a lo que podría
pensarse de manera lógica, no fueron sino años en los que el país se atrasó en
manos de quienes no saben gobernar. ¿Qué clase de movimiento es este?
Damniana.
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