Nuestro país regresa al priismo con un paso de tambor
acelerado. Parece que llegó la hora de la transformación de la nación y hay que
salir a pulir todos los rincones para que el mundo vea lo moderno que resulta
el México gobernado por el Nuevo PRI.
Así los días, una fresca mañana
casi primaveral amanecimos con la noticia, espectacular, por supuesto, de la
detención de la maestra Elva Esther Gordillo por andar “saqueando al país”. Y
yo que me pregunto: ¿ahora por esa chingadera encierran? si aquí es lo más
común del mundo. Miren que sucede justitito cuando el honrado ciudadano
(senador por el Tricolorisimo de mis desventuras) Carlos Romero Deschamps anda
presumiendo su amor paterno a sus angelitos con regalitos como viajes en avión
privado, autos superdepeortivos y departamentos en Miami.
Y, apenas cumplidos los
primeros cien días de gobierno, vienen las reformas en cascada (aunque más bien
parece que vienen en tsunami). La reforma educativa, la energética, la fiscal,…
Y luego luego se suelta la rebatinga: mesas de análisis con los expertos de un
lado, mesas de análisis con los expertos del otro lado, mesas de análisis por
arriba, por abajo, por todos lados, el chiste es poner las cosas tan confusas
como se pueda y llenar los espacios con palabras rimbombantes y domingueras que
se oigan requeté bonito pero que confundan a cualquier intelectual de medio
pelo (como yo, por ejemplo). ¡Carajo! ¿Qué les cuesta, mejor, preocuparse por
poner las cosas claras para el ciudadano de a pie? ¿Qué no les entra en su cabecita
reportera y periodística que estamos en un país en donde tan sólo hablar de
libros se ve feo? Somos un país con más de 50 millones de pobres que medio
comen y lo que menos les preocupa es educarse si del otro lado está la lucha
por la torta del día, así que cuando compran su periódico mejor leen la nota
roja o los deportes que no le hacen tanto al cuento en sus dictámenes. Señores,
vivimos en un país que no lee, nuestro promedio de lectura (por muy sospechoso
y difícil de comprobar que sea) es de menos de dos libros al año por mexicano.
Ya lo dijo el maestro Zaid: a los mexicanos no nos gustan los libros, no los
queremos ni para sostener el sofá de la pata rota.
Y como en tierra de ciegos
el tuerto es rey, los políticos mexicanos, flamantes con sus nuevos puestos
recién recuperados después de doce años de ostracismo, se alistan para dar a
luz a la nueva camada de millonarios que lucirán su fortuna por el mundo y
llenarán las próximas listas de Forbes.
Pero nadie comienza su
educación con los Diálogos platoneanos; esta es una verdad como montar un
caballo a pelo.
¿Qué
tal durmió FCH?
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