Todos estábamos ayer a la expectativa desde muy temprano. Nerviosos pero con esperanza de que las cosas resultarían bien, parecía tan inverosímil la posibilidad de un nuevo fraude, en primer lugar, porque desde hace tiempo prevalece el descontento social: la gente, sobre todo los jóvenes, habían estado manifestándose en contra de una posible imposición, Anonimous, un grupo de informáticos, contribuían desde su trinchera develando informaciones e irregularidades, de cierta forma advertían al gobierno que han de estar presentes y a la orden de la divulgación de los hechos verdaderos; el movimiento #YoSoy132 de los jóvenes estudiantes cobraba fuerza, ciertamente tuvo algunos triunfos.
Sin embargo, pese a todas las nuevas herramientas, a toda la esperanza y al necesario cambio que nuestro querido México pide a gritos, no fueron suficientes todas las voces, pues desde más o menos las ocho de la noche se nos fracturó a muchos la ilusión de la nueva patria. Salió el consejero del IFE a declarar que Peña llevaba la delantera. Mi reacción primera fue la estupefacción, ¿qué se hace ante lo inminente?, de allí en adelante todo ha sido una avalancha de malas noticias, de cínicas noticias.
Escribo estas palabras con la fuerza de mi corazón, con mi alma rota y mi tristeza, pero sobre todo indignado; tal vez por eso mis ideas están aún inconexas, no puedo pensar sino en un fututo incierto en el que todo peligra: la educación pública, la seguridad de cada persona que se atreva a alzar la voz, la integridad incluso del indiferente, el derecho a la alimentación ya de por sí minado. Me pregunto qué harán aquellos que vendieron su voto, su voz, cuando se les acaben los mil pesos que recibieron a cambio. Qué harán los integrantes de la clase media que, en su nicho de falsa prosperidad, engañados al fin, comiencen a perder su pequeña comodidad, sus pequeños privilegios. Qué hará, por ejemplo, el sector de la pequeña burocracia que se aferra a vivir engañada. Qué haremos todos…
La verdad es que aún esperanzados, todos sabíamos que esta pesadilla podía repetirse, como hace seis años, como en 1988. Lo presentíamos porque, en efecto, todo el proceso estuvo desde un principio plagado de irregularidades. No dejaron de aparecer en las redes sociales, fotografías de boletas ya tachadas a favor del PRI, luego la incertidumbre de los lápices rosas del IFE, los acarreados y dádivas del partido tricolor, toda la promoción y la imagen fabricada en torno al candidato Enrique Peña Nieto, la boda suntuosa y conveniente con, discúlpeme la señora, una zorrita más del sistema. Todos esos detallitos que venían orquestándose desde hace mucho.
La segunda intervención del consejero del IFE se llevó a cabo alrededor de las 11:15 de la noche. —¿Qué es esto, por Dios?—, me dije mientras saltaba de mi asiento, porque dicho personaje, Leonardo Valdés, simplemente anunció que el virtual pero definitivo ganador era Peña Nieto, repito: le daba la victoria definitiva, cuando el conteo preliminar todavía no llevaba ni el quince por ciento. Luego sale el espurio presidente ilegitimo Felipe Calderón a reconocer la “legitimidad” de un animal que no puede ni mencionar el título de tres libros de hayan marcado su vida.
De allí en adelante, ¿qué podíamos esperar? La oposición, López Obrador, ha salido a decir que esperaremos al miércoles que se haya llevado a cabo el conteo definitivo. Nuestras esperanzas son las herramientas de Internet, la difusión de la infamia, la manifestación masiva contra la imposición. Tememos la represión, que se repitan las afrentas de 1968, que tras este sexenio sangriento que culmina, venga uno aún peor. Tememos, en fin, lo peor.
Dejamos testimonio de este fraude como una memoria desesperada. Queremos que no se olvide este momento histórico, ya se ha visto que el pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla. Necesitamos que otros en el mundo sepan de nuestra desgracia. Seguiremos escribiendo cada día.
Des Consuelo.
Me pones la piel chinita¡¡¡ plasmas de una manera sorprendente el sentir de muchos ciudadanos, definitivamente al leer estas lineas, vuelvo a confirmar las valiosas personas que nuestro méxico alberga, por personas como tu, como yo y como muchas personas grandiosas que conozco vale la pena seguir luchando. Gracias¡¡¡
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