lunes, 6 de agosto de 2012

Trinchera


La cultura es una herramienta. Es un catalizador. La cultura condensa ideas, ayuda a llegar, inspira. Soy fan del cine y me nutro de todo tipo de filmes, por ello, esta vez empezaré diciendo varias cosas acerca de un par de pelis que no tienen mucho tiempo en cines comerciales, y en los que he descubierto pequeños detalles que me inspiran a combatir el desencanto.
Prometeo es una cuasi-secuela de las películas de Alien, dirigida por Ridley Scott, volviendo a su viejo interés por hacer películas de ciencia ficción: “Las cosas grandes tienen pequeños inicios”. Como prueba, #YoSoy132 empezó como un movimiento de estudiantes y poco a poco se ha constituido en un símbolo en el que participa mucha más gente.
En este movimiento, cada persona hace desde su trinchera lo que puede. Sé que los músicos intervienen en las marchas con sus canciones, los artistas visuales construyen máscaras de tvs, entre otras cosas; los teatreros hacen intervenciones performáticas, los bailarines construyen flash mobs; los literatos crean textos, versos, etc., y la lista sigue y sigue, cada quien desde su trinchera.         
Esto va ligado a la segunda película que vi, ya famosa alrededor de la ciudad: The Dark Knight Rises. Al verla, el momento que más me dejó conmovido fue el clímax, en sí no por el final, sino por la última línea de Batman en que se deja ver entre líneas que cualquiera puede ser un héroe, incluso un hombre que cobija a un niño y le dice que todo estará bien.
Soy un fanático de los detalles. Los detalles se quedan más tiempo en mi memoria. Cuando conozco a alguien nuevo, se imprimen los detalles de la persona antes que el nombre pues un simple gesto puede cambiar el rumbo de toda una vida; por ello intento trabajar sobre mis detalles, ser coherente con mis acciones, desde un nivel personal.
Nuestra trinchera empieza, primero, siempre, desde nosotros. Y esto se comunica en lo que hacemos porque una sonrisa puede cambiar el destino de una vida, porque un beso nos cambia el día, porque un saludo puede abrirnos a la luz.
La cultura en sus expresiones artísticas, sirve para ayudarnos a abrir nuestra perspectiva del mundo, porque al fin de cuentas lo que se ve en el cine, en el teatro, en la danza, lo que se lee en la literatura, en la música, refleja la manera de ver el mundo de otra persona y ello redunda en que, sin estar necesariamente de acuerdo con esa visión, podemos comprenderla mejor.
Escribía hace poco Hugo Hiriart, escritor y director teatral, en una columna:
Asegura un sabio chino que el signo primero del humano inteligente es la frecuencia con que cae en la duda. Duda y vuelve a dudar. El tonto, en cambio, no duda, está seguro, segurísimo de muchas cosas, tiene certezas. Esta actitud no es solo mema, sino peligrosa: este tipo de infundadas certidumbres son formas apenas veladas de fanatización y conducen fácilmente, como toda fanatización, al arrebato, la tropelía o la violencia. La historia reciente ha probado hasta la saciedad que no hay sujeto más ponzoñoso para la vida social que quien está seguro de tener no sólo la razón, sino toda la razón.
La propuesta es abrirse perspectivas, nutrirse de cultura. Digo, deben de haber más maneras, pero creo que esto puede ser un primer paso. Al fin de cuentas “las cosas grandes, tienen pequeños inicios”.
También vi hace poco una película a la que quería echarle ojo desde hace mucho: Más extraño que la ficción. He aquí la última intervención del narrador:
Mientras Harold mordía una galleta de azúcar, finalmente sintió que todo iba a estar bien. A veces, cuando nos perdemos en el miedo y la desesperación, en la rutina y la constancia, en la desesperanza y la tragedia, podemos agradecer las galletas de azúcar. Y afortunadamente, cuando no hay galletas, aún podemos hallar sosiego en una mano familiar sobre la piel, o un gesto amable y cariñoso, o en un estímulo sutil, o en un abrazo cariñoso, o una oferta de consuelo. Y sin mencionar secretos susurrados y tal vez la ocasional obra de ficción. Y debemos recordar que todas estas cosas, los matices, las anomalías, las sutilezas que parecen accesorios están aquí para una causa mucho más noble: Están aquí para salvarnos la vida. Sé que la idea parece extraña. Pero también sé que es verdad. Y así fue: Un reloj de pulsera salvó a Harold Crick.
Detalles: las pequeñas cosas; sólo basta una chispa para  que surja el trueno. No estamos solos, cada quien desde su trinchera, apoya con pequeñas acciones. Sí, son necesarias acciones a futuro, pero no hay que dejar de pensar desde lo particular, porque nunca sabe cuando uno mismo pueda volverse la inspiración de alguien más; porque hay una nueva era donde los jóvenes se levantan de inconformidad. Hay que ir poniendo el ejemplo a las próximas generaciones, puesto que nuestros pequeños actos tendrán consecuencias a futuro.

Asdrúbal.


Nota: Este texto va encaminado a combatir el desencanto, es una respuesta a un texto que había escrito anteriormente, como una propuesta de lo que se puede hacer para no perder el enfoque. Ver http://memoriayfraude.blogspot.mx/2012/07/desencanto.html




1 comentario:

  1. Tu texto dice mucho de lo que yo misma sentí cuando vi Batman. No podemos cerrar los ojos, no podemos pensar que estamos aislados, todos somos uno, cada cosa está interrelacionada en el mundo, no hay islas, hay puentes, somos unidad.

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