lunes, 8 de octubre de 2012

Manifiesto. En la Piel de los Otros.


A mis compañeros: artistas profesionales y trabajadores de la cultura.
Dada la falta de reconocimiento del trabajo artístico y cultural como un asunto prioritario, a pesar de que éste ha contribuido durante años al desarrollo social de este país mediante la formación de referentes estéticos, ideológicos y conceptuales de varias generaciones de mexicanos, es necesario comenzar por evaluar la disyuntiva fundamental que afecta severamente la vida del artista: o convencemos a la población y a las autoridades de la función pública de que también tenemos necesidades materiales y logren, así, contemplar nuestras carencias; o nos resignamos a permanecer en las mismas condiciones sociales que afectan nuestro bienestar económico y desempeño profesional.
Por ello, reconocer que no contamos con un gremio de artistas independientes de teatro es el primer paso para cambiar nuestras injustas condiciones laborales: retraso en los pagos o ausencia de ellos; falta de contratos de trabajo y seguro social para todo trabajador independiente de teatro; falta de garantías jurídicas e indemnizaciones, etc. El segundo paso no es menos importante y es necesario hacerlo a la par: debemos de romper con el aislamiento y la división entre colegas profesionales. Sólo así podremos concretar una oferta alternativa, sólida y atractiva dentro del amplio abanico de actividades artísticas profesionales. Debemos comenzar por ser competitivos, y para ello tendremos que comenzar por ser claros y eficaces en el planteamiento de nuestros objetivos y necesidades. De lo contrario, seguiremos siendo el último eslabón de la cadena productiva y seguiremos marginados en el inconsciente social.
Por otro lado, la profesionalización implica un compromiso riguroso con el oficio teatral; es así de simple, si no dominamos por completo nuestro instrumento de trabajo, no podremos conocer sus verdaderos alcances; si no los conocemos no podremos utilizarlos para obtener la estabilidad económica que nos permita crear y vender el producto de nuestro trabajo. Atrevámonos a romper con el prejuicio que afirma que del arte no se puede vivir; esto es una mentira que nos ha afectado, al grado de estar convencidos de ello, y representa un obstáculo para avanzar en nuestro posicionamiento social, económico y cultural. Es necesario romper con ese atavismo y para ello tendremos que convencernos de que se puede vivir dignamente de la profesión teatral.
Resulta igualmente imprescindible conformar una comunidad artística sólida y verdaderamente independiente, un frente común para salvaguardar nuestros intereses legítimos. Para esto existen, en otros rubros, desde luego, confederaciones, sindicatos, agrupaciones de empresarios y comerciantes, quienes han comprendido que la unidad en torno a los intereses que les atañen es la mejor forma de hacer frente a una realidad cada vez más cruel con los individuos aislados. Por ello, es importante entender que las actividades culturales son económicamente productivas, por lo que las compañías de teatro amateur pueden convertirse, paulatinamente, en microempresas culturales que tienen que formar parte de las cadenas de producción. Este es el cambio que definirá nuestro futuro, pues la independencia ideológica implica necesariamente una independencia económica.
Es por todo esto que no podemos seguir en una dinámica que no contempla la solidaridad y el compañerismo, más aún, tratándose de una tarea que exige la asociación, la organización colectiva y el común acuerdo para establecer alianzas económicas necesarias para la subsistencia de las compañías independientes de teatro. Asimismo, tendremos que organizarnos en un gremio que funcione como un ente colectivo que defienda nuestros intereses comunes, y entre todos ellos: los jurídicos y laborales.
Antes de esto, sólo construiremos un camino lleno de obstáculos y frustraciones, y viviremos con la constante sensación de que del arte no se puede vivir. Pero lo que es muy cierto es que no se puede vivir de una actividad que no se considera indispensable desde todos los puntos de vista posibles. El arte teatral, como actividad compleja y simbólica, no puede dejar de ser necesaria dentro del contexto de nuestra sociedad, porque nos ha enseñado a ver el mundo desde una perspectiva diversa, ha forjado la eficacia de nuestra percepción y le ha proporcionado al hombre la noción de que el mundo es plural y complejo. Nos ha dado a todos la certeza de que la realidad puede ser transformada y mejorada a nuestro libre albedrío. Nos ha hecho individuos genuinos y responsables. Nos ha otorgado la sensibilidad para saber que los otros también existen y son igualmente importantes.
Por tanto, comencemos ya a construir los puentes, a partir del interés común y el bienestar colectivo, que nos permitan vivir de nuestra profesión. Otros lo hacen, nosotros no tenemos porque ser la excepción.
A. B. y A. M.

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