martes, 9 de octubre de 2012

Hacerlo por nuestra cuenta II




La entrega semanal pasada estuvo dedicada a hablar del trabajo en el mundo y la forma en que ha evolucionado históricamente. En esta entrega, los invito a conocer cuál ha sido el panorama del trabajo en México durante la Colonia y las primeras etapas del México independiente, invitándolos a seguir estas entregas para comprender a detalle qué le depara el futuro a nuestro país. La finalidad de estas entregas es dar al lector una visión global que le permita definir qué es lo que hemos hecho y hacia dónde debemos ir en material laboral.

El trabajo en México

En México, el trabajo, como fuerza productiva, durante la época prehispánica, era desempeñado en su mayoría por los artesanos y agricultores, así como a través del sistema de tributos. Las sociedades mesoamericanas basaban su economía en la guerra y la agricultura, conociéndose como clases definidas a los nobles, los guerreros, los sacerdotes y el pueblo. Los pueblos conquistados, en su mayoría, eran exterminados o debían rendir tributo.

Durante la Colonia, la mayor parte de la fuerza productiva estuvo basada en la esclavitud, ya fuere de los indígenas conquistados o de los esclavos traídos de África. La mano de obra durante esta época estaba regulada por las encomiendas. Dicho sistema funcionaba de la siguiente manera: a cada súbdito colonial se le encomendaba una cantidad suficiente de indígenas para desempeñar labores mineras, ganaderas o de producción en general, como pago por sus servicios prestados a la corona española. Los indígenas a cargo del hacendado debían ser evangelizados, por lo que éste tenía por obligación vigilar que fueran educados por una agrupación religiosa determinada, encargándose muchas veces de la manutención de tal agrupación; dicha obligación le daba al español el derecho de explotar, como considerara conveniente, a sus trabajadores. Esto generaba una esclavitud de facto que permitía al hacendado hacer lo que quisiera con los indígenas, ya que eran considerados de su propiedad. Aunque existían ciertas regulaciones y preceptos religiosos que protegían en lo oficial al indígena, lo cierto es que en la mayor parte de los casos eran explotados sin consideración alguna, lo que provocó que dicha clase fuera diezmada poco a poco. Las Leyes de Burgos[1], establecidas en 1512, dictaminaron pautas con respecto al uso de la encomienda, haciendo hincapié en el buen trato que debía darse a los “aborígenes”. La mortandad de los indígenas debida principalmente a los abusos y vejaciones sufridas, así como el mestizaje y la conformación social con base en el sistema de castas a que dicho fenómeno dio lugar, propició la aparición de nuevas formas de trabajo; en muchos casos, con el tiempo los mestizos o los esclavos comenzaron a ocupar el lugar de los indígenas aunque bajo otras condiciones, ya que poco a poco fueron exterminados o desarraigados de tal modo de sus costumbres que poco a poco dejaron de representar una mayoría poblacional significativa.

En cuanto a la regulación de las condiciones laborales, durante esta época funcionaron las llamadas “tasas”[2], disposiciones legales que dictaban como habría de realizarse el trabajo. Ejemplo de dichas tasas fue la de Santillán,  decretada en 1559, y que reguló el actual territorio de Chile,  bajo cuya regulación los trabajadores debían tener entre 18 y 50 años, siendo aplicable un sistema de turnos y el derecho del indígena a gozar de la sexta parte de lo que pudiera producir. En 1580 se dictó la Tasa de Gamboa, que daba lugar a los indígenas para pagar sus tributos en oro o especias a cambio de la libre contratación de su trabajo, es decir, para poder elegir en qué querían trabajar, debían pagar. La última tasa, la de Laso de Vega, 1635, dictaba que los indígenas eran libres de tributar en dinero, trabajo o especie al encomendero y se estableció un monto anual de 10 pesos, equivalente a 40 días de labores forzadas.

La preocupación y  la defensa de los indígenas por parte de religiosos humanistas como fray Antonio de Montesinos o fray Bartolomé de las Casas dio lugar al establecimiento de regulaciones en pro de dicha clase. Fray Bartolomé, quien recibió el título de "Protector de los indios" por el cardenal Cisneros, abogó por los indígenas de las ciudades coloniales en las que vivió o desempeñó sus labores evangelizadoras, como fue el caso de la Española, actual República Dominicana. El dominico planeó diversos proyectos para defenderlos, tal es el caso del plan formulado en 1518, con el cual pretendía colonizar tierras de indios con labradores reclutados en España. En 1519 impugnó las acciones del fraile franciscano Juan de Quevedo, quien fue nombrado obispo de Santa María la Antigua de Darién, ubicada en actual territorio dominicano, y quien se pronunció a favor de la esclavitud de los indígenas. Gracias a su trabajo, el 20 de noviembre de 1542 se promulgaron las Leyes Nuevas en las que se prohibía la esclavitud de los indios y se ordenaba que todos quedaran libres de los encomenderos y fueran puestos bajo protección directa de la Corona, aunque no desaparecieron las encomiendas. Fray Bartolomé rechazó convertirse en obispo de Cuzco y en cambio sí aceptó, en 1543, ser obispo de Chiapas, quedándose a vivir en la Ciudad Real de Chiapas, hoy llamada San Cristóbal de las Casas. Las tasas y las leyes encomenderas raramente eran cumplidas a cabalidad por los hacendados y debido a los cambios en la situación poblacional y la intervención eclesiástica en dichos menesteres, en 1791 se abolió la encomienda.

Es bien sabido que durante la Colonia, la economía fue sostenida y dio lugar a la esclavitud como fuerza de trabajo y producto de comercialización. En África, miles de hombres y mujeres eran literalmente cazados por los comerciantes para ser traídos al Nuevo Mundo y ocuparse de las labores productivas. Así pues, quien tenía un esclavo podía hacer uso de éste como mejor le conviniera y decidir sobre su vida y su futuro a placer, ya que su raza ni siquiera era considerada como parte de la especie humana, pues según los preceptos religiosos imperantes, carecía de alma, por lo que no valía en ellos la evangelización sobre la cual el hombre conquistador fundó su derecho a determinar el futuro de los pueblos sojuzgados.

Una de las principales causas de la lucha independentista —inspirada en los cambios sociales que el Siglo de las luces trajo consigo—, de Hidalgo y Morelos, fue la esclavitud. El 5 de octubre de 1813, luego de leer el histórico documento Sentimientos de la Nación[3], frente al Congreso de Chilpancingo, Morelos presentó el documento por el cual decreta la abolición de la esclavitud y dicta lo siguiente:

D. Josse María Morelos, Siervo de la Nacion, Generalisimo delas Armas de estta America Spetentrional por Votto Universal del Pueblo, &ca.  

Por que debe alejarse dela America la Esclavitud y todo lo que á ella huela mando que los Intendentes de Provincia y demás magistrados velen sobre que se ponga en libertad quantos esclavos hayan quedado, y que los Naturales que forman Pueblos y Republicas hagas sus Elecciones libres, presididas del párroco y Juez Territorial quienes n los coartaran á determinada persona, aunque pueda representar con prueba la ineptidud del Electo á la superioridad que há de aprobar la Elección previniendo á las Republicas y Juezes no exclavicen á los hijos de los Pueblos con servicios personales que solo deven á la Nación y soberanía y no al idividuo como á tal po lo que bastará dar vn Topil, ó Alhuacil al subdelegado o Juez, y nada mas para el año alternando este servicio los Pueblos y hombres que tengan Haciendas con 12 sirvientes sin distinción de casta que quedan abolidas. […][4]

Así pues, la lucha independentista en México, tuvo como una de sus más esenciales razones de ser, al menos en lo ideológico, el derecho a desempeñar la labor productiva, bajo condiciones humanitarias, que más conviniera a sus ciudadanos. Dicha lucha fracasó en las manos de Hidalgo y Morelos y debió ser adoptada por Guerrero para luego ser negociada y lograda por Agustín de Iturbide, cuyos intereses no eran precisamente los derechos de las clases sojuzgadas por los españoles. ¿Hacia dónde fue entonces el trabajo en México después de la independencia de la corona Española?

Damiana


[2] Ver “El trabajo indígena en la Colonia” en http://www.escolares.net/historia-de-chile/el-trabajo-indigena-en-la-colonia/
[3] Ver Sentimientos de la Nación en http://www.inehrm.gob.mx/pdf/sentimientos.pdf
[4] Morelos y Pavón, José María. Decreto Chilpancingo. Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México. 1813. En http://www.inehrm.gob.mx/pdf/decreto_chilpancingo.pdf

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