El día de ayer, en el marco
de la conmemoración del aniversario luctuoso del luchador maya Jacinto Canek, un
grupo de campesinos se dieron cita en el Paseo de Los Héroes de la ciudad de
Campeche, Campeche. Se reunieron en torno a la efigie de Juan Camilo Mouriño,
quien fuera alguna vez secretario de gobernación del mandato de Felipe Calderón
Hinojosa, acaecido en un trágico accidente aéreo al poniente de la Ciudad de
México en condiciones oscuras y sospechosas y del que hasta la fecha no se
tiene una versión clara ni oficial de la causa del percance; el grupo de
campesinos, molestos e inconformes con el monumento, manifestaron su disgusto desde
muchos días antes de develación en lo que consideraron un acto indignante pues
en dicho paseo están las efigies de muchos revolucionarios y verdaderos
próceres de la patria y del estado.
Por
ello en un acto que ellos llamaron “en desagravio a campesinos que piden
respeto y dignidad”, los campesinos organizados decidieron derribar el busto que
les parecía una afrenta a todos aquellos luchadores sociales que dejaron su
vida a favor de su patria y de sus comunidades. En su lugar colocaron una
cabeza de cochino, pintaron la base del busto con la consigna: “¡Viva Jacinto
Canek!”, decapitaron el monumento y arrojaron la cabeza de bronce a las puertas
de la alcaldía de la comunidad.
De
inmediato los medios tradicionales de comunicación se volcaron a pintar de
amarillo esta nota, apelando a los chantajes moralinos y patrioteros sobre
estos acontecimientos, el discurso fue muy similar al que le siguió a los
acontecimientos del primero de Diciembre de 2012 en la capital del país y en
diversas ciudades principales de la república. Rápidamente se usaron motes como
“vándalos”, “delincuentes”, “violentos” e insensibles, cosa que reprodujeron
voraz y torpemente miles de usuarios de las redes sociales sin que tuvieran
conocimiento pleno de las circunstancias.
Yo
no quiero, en este punto, poner en tela de juicio la calidad moral de Juan
Camilo Mouriño, principalmente porque es una persona que ya no está aquí y no
puede de ningún modo replicar ni defenderse de mis declaraciones al respecto,
del mismo modo, comprendo que la muerte de cualquier ser humano, sin importar
las circunstancias en las que desarrollo su vida, es un acontecimiento siempre
sensible y quizá de respeto; pero de lo que hizo frente a la secretaría de
gobernación si puedo hablar con plenitud, porque sea como fuere durante ese
tiempo desempeño un alto cargo público al que vivo o muerto estará sujeto a
análisis y al que yo como ciudadano, estoy exigido a evaluar con veracidad. Sin
embargo no pretendo hacer un bosquejo interminable de cada una de sus acciones
al frente de gobernación, en primer lugar por razones de economía de espacio y
tiempo y en segundo lugar porque no es de sorprender –incluso para sus
defensores- que la función pública que ejerció este personaje brilló por su
falta de ingenio, sensibilidad y acciones verdaderamente benéficas y
propositivas a favor de su nación. “Amicus Plato sed magis amica veritas” dijo
alguna vez Aristóteles (o al menos a él se le atribuye); yo por mi parte, soy
respetuoso de la muerte y de sus muertos pero respeto más a la verdad.
Muchos
pueden argüir que los actos desempeñados el día de ayer por este grupo
campesino no tienen justificación alguna, que “hablando se entiende la gente”,
que en una patria “pacífica” como la nuestra no caben los actos de provocación
y violencia. Pero ¿Sabe usted que esta asociación civil, durante muchísimos
años, incluso muchos años antes de que el tan mentado Mouriño fuera secretario,
han pedido vía oficios, asambleas y entrevistas con las autoridades se incluya
a la figura de Jacinto Canek dentro de la historia oficial? ¿Sabe de igual
forma que cuando los campesinos se enteraron de la construcción del monumento a
Mouriño, hicieron todas las gestiones por todas las vías oficiales respaldados
por un amplio sector de la sociedad campechana para que se impidiera la
colocación del busto? ¿Usted cree que las autoridades hicieron caso a todas
estas manifestaciones de descontento hechas desde la vía que el mismo gobierno
marca? Es obvio que de ninguna manera. Lo más triste de todo ¿Sabe usted quien
fue Jacinto Canek? Debo admitir que ni yo mismo lo sabía pero después de
indagar un poco, lo que sí puedo decirle es que este indígena maya hizo
muchísimo más que Juan Camilo, y si no me lo cree, aquí le dejo la biografía de
Canek[i] y la de Mouriño[ii] para que usted mismo, sin
mi influencia paranoica juzgue que personaje tiene más valía patriótica.
No
se deje engañar mi querido lector, no es lo mismo la gimnasia que la magnesia,
el oficialismo de nuestro país pretende instaurar héroes para legitimar sus
atropellos y abusos de autoridad, Juan Camilo no murió por su patria, murió en
un accidente del que aun quedan muchas dudas y muchas sospechas y que estúpidamente
pudo haber sido evitado con las debidas precauciones, lo que “hizo por su
patria” siempre lo hizo desde la farándula y comodidad de un puesto
institucional con todos los recursos y los medios a su favor, y ¿sabe? ni aun
así hizo nada destacable; en cambio Jacinto Canek sí murió por su patria a manos
de torturadores españoles, peleó con sus propios medios, con todo en su contra,
se enfrentó a la institución de la corona española y lo que hizo fue
tremendamente noble, patriótico y desinteresado, su muerte no pudo haber sido
evitada porque eventualmente se volvería en una verdadera molestia para los
opresores y se convertiría en un obstáculo que debía ser removido.
En
el sitio donde está puesto el busto de Mouriño debería estar una efigie en
bronce de Canek, pero no es así, porque al gobierno no le interesa patrocinar
la subversión, la rebeldía, la dignidad y la justicia y en cambio prefieren
promover la cultura del “no pasa nada” y el maldito conformismo.
Y si
después de leer esto, continúa indignado por la conducta de estos campesinos,
mejor indígnese usted por los onerosos gastos que han costado este y muchos
otros monumentos instaurados durante el régimen calderonista. La mayoría de
ellos sobrepasan el millón de pesos y una gran parte de estos son efigies,
murales y pinturas que se mandó a hacer el mismito Calderon. ¿De dónde cree que
salió todo ese dinero?
Ptolomeo.
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