domingo, 2 de diciembre de 2012

Indignada


Destruirás mi mente,
destruirás mi cuerpo,
pero nunca destruirás
el corazón que tengo.
Billy Corgan

Hoy es primero de Diciembre de 2012 por la noche y tuve el privilegio de escribir la colaboración del día de mañana, dos; me gustaría utilizar hasta la última luz de mi ingenio para que lo que ponga en este ensayo ilumine la esperanza de mis amigos, hermanos, compañeros y todos aquellos mexicanos que tuvieron el día de hoy el seño fruncido, el aliento anudado, el corazón comprimido, el perfil cabizbajo y el sueño atravesado.

Vi las sonrisas de mis seres más cercanos brillar pálidamente en sus rostros, una sonrisa vacía de goce, y aterida de un alarido silencioso, una sonrisa como rictus lleno de dolor incontenible. ¿Sabes? A mi no me da un miligramo de comodidad ni de confort, el haber decidido luchar por lo justo, por lo equitativo, por lo necesario, te pido que me creas, tú que me haces el inmenso favor de tomarte un rato para leerme, quiero que sepas que mi vida no se simplifica, ni tiene una ganancia pragmática, ni gano un peso, ni posición política, ni cargo público, absolutamente nada gano al sentarme frente a mi computadora a dirigirte unas palabras; muy probablemente mi vida sí sería más cómoda, confortable, más “rentable”, más práctica y más productiva si decidiera en vez de indignarme hasta la bilis con lo que acontece en mi país, me arrellanara en mi sillón con un tazón de palomitas a mirar la estúpida televisión. Pero no puedo.

No puedo cerrar los ojos para olvidar, para pretender que el mundo es hermoso así, jodido como está, no puedo hacer cara de fuchi cuando paso frente a al mendigo maloliente que pide limosna en metro San Joaquín, a repetir sin sentido lo que dice Adela Micha, o el Universal, Mileno o los Peñabots: “Pinches revoltosos, pejelocos, pejezombis, que bueno que se mueran; pinches cientotreintaydos culeros, eso se lo ganan por desmadrosos”; y con ello contribuir a la cadena de odio a favor de los que más tienen y en perjuicio de los que nada poseen.

Probablemente mis padres, mis abuelos, mis maestros y mi entorno tengan la maldita culpa por haberme educado en un seno donde lo más valioso es el amor, la paz, la justicia, el trabajo y la dignidad; pues yo no elegí el hogar en el que me ha tocado nacer, de igual modo pude haber tenido la bendita desgracia de tener por familia a unos padres a quienes les parece más valioso el valor del capital que esos otros valores tan abstractos y tan imprácticos en nuestros días.

O probablemente el quid de este asunto no es que no puedo cerrar los ojos y olvidar, como el resto lo hace, el atroz vandalismo que contrariamente a lo que se nos hace ver, esta perpetrado desde arriba y no desde abajo; quiero decir, no apoyo la revuelta ni la horda incendiaria y vengativa aun a pesar de que obra mucho rencor en mi corazón, rencor en contra de los inmisericordes poderosos que manipulan a México a su antojo, mas mi resquemor va atizado por el dolor, el hambre, el frío, el miedo, la muerte y la miseria que no sólo padezco yo, sino mi hermano, mi vecino, el desconocido de mirada triste que viaja en el trolebús.

Pero, revisemos los dos posibles escenarios acontecidos el día de hoy, en caso de que los “violentos” de esta mañana hayan sido en verdad ciudadanos indignados ¿Cuánta violencia pudo ejercer este grupo de personas armadas con piedras y palos –por muchas que hayan sido- en contra de los batallones de policías entrenados, armados, equipados, uniformados y parapateados cobardemente detrás de unas vallas gigantescas tirando a discreción balas de goma y granadas lacrimógenas a quemarropa?

            ¿Pintas? ¿Vidrios rotos? ¿Personas insultadas? ¿Policías descalabrados? ¿Destrucción de monumentos?... ¿De eso no espantamos? ¿De eso nos indignamos con asombrosa prontitud? entonces ¿Dónde quedó nuestra indignación por los más de 83,000 muertos patrocinados por el estúpido de Calderón? ¿Dónde quedó nuestro Jesús en la boca cuando destruyeron con sendas reformas nuestras garantías más mínimas como personas? ¿Dónde quedó el escándalo ante el obscenísimo gasto hecho por Peña Nieto para comprarse la elección? Supongamos que todos y cada uno de los que fueron a manifestar su inconformidad en contra del régimen saliente y más en contra del régimen entrante fueron ciudadanos de bien muy encabronados, entonces, ¿por qué tanto miedo? ¿por qué todo mundo se santigua ante la palabra “Revolución”? Soy mujer pacifica y hasta miedosa, pero a veces pienso que cuando al pueblo se le cerca de tal modo, se le apabulla y se le atormenta, no es raro esperar un zarpazo como respuesta… ¿me equivoco? ¿Acaso la revolución Mexicana o la Guerra de Independencia se hicieron aventándose flores y mandándose besos? ¿Acaso no pesa sobre Villa el estigma de bandolero robavacas? ¿Acaso no a Hidalgo y a Morelos los excomulgaron y fusilaron por insurrectos y rebeldes?

Ahora en el otro escenario, y si no fueron ciudadanos los que ejecutaron estas acciones ¿Sería algo inusitado que fueran provocadores? ¿No lo crees? Quiero que te acuerdes del 68, ¿te acuerdas de esa cosa llamada el Batallón Olimpia? ¿Te acuerdas que eran efectivos militares jóvenes vestidos de civiles que se mezclaron entre la manifestación pacífica estudiantil e hicieron disparos detrás de los muchachos para justificar la brutal matanza y represión? ¿Te acuerdas de las Brigadas Blancas de los regímenes priístas de hace tres décadas? ¿No eran famosas por ser expertas en infiltrarse en las células disidentes? ¿Te acuerdas de la Máscara Roja? ¿Ese grupo de paramilitares entrenados por el ejército y con rasgos indígenas que se infiltraron como pobladores y perpetraron la matanza de Aguas Blancas y Acteal? ¿Te acuerdas de aquella frase tan popular de los ochentas donde la paranoia colectiva hervía entre los detractores del régimen y que rezaba denunciante “es oreja de gobernación”? ¿Por qué nos sorprendería que el Nuevo PRI no se hubiera deshecho de sus viejas tácticas, de sus mañas entresijadas y de sus malas compañías? ¿Ves qué rápido olvidamos?

¿Aún no me crees? Yo podría preguntar entre mis compañeros, los más radicales y beligerantes si piensan que el día de hoy el gobierno de Enrique Peña ha cobrado sus primeras víctimas –no importa si están muertas o muy mal heridas- y estoy segura, segurísima de que muchos de mis compañeros levantarán la mano afirmando que efectivamente, hoy se inaugura el mandato de sangre y de terror de Enrique Peña… ¿Pues en que quedamos? ¿Ya tan pronto se nos olvidó? ¿Y Atenco qué? ¿Y los feminicidios en el Estado de México? ¿Y las desapariciones forzadas de periodistas independientes en esta demarcación?

No tenemos miedo, no, eso es lo que nos están tratando de hacer ver; no todo esta perdido, de ninguna manera, cuando sea así no habrá quien se esconda temerosos del pueblo tras unas vallas de hormigón de dos metros de altitud… Yo, esta noche pude haber elegido pintarme las uñas, salir al cine, fingir que no me importa… pero no quiero… quiero escribirte, porque para mi es importante, estoy convencida de que esto es valioso y necesario para mi patria, y si mi voz silente llega hasta tu corazón y te reconforta y te empotra de nuevo el coraje en tu interior no habrá sido en vano. Sé que la cosa parece jodida, que todo luce irremediable, sin embargo no es así… tenemos todo en nuestra contra, ¿y qué?… aun así les ponemos en jaque, les damos batalla; si en verdad el aparato fuera tan poderoso y tan inamovible, no se vería ninguna mella en el discurrir de los poderosos.

¡Ya llegamos! ¡Estamos encabronados y somos ruidosos! ¡No les dejaremos un resquicio de paz del cual asirse! En verdad te digo, ya no es la cosa como antes, existe un despertar… lo sé, es muy lento… pero uno no puede despertar y levantarse de golpe de un sueño tan largo porque se corre el riesgo de dar de nuevo al suelo tras un vagido… no te digo que salgas y te pongas en la madre con el primer granadero que te topes… lo que digo… es que no sientas que no vale la pena, que deseches la esperanza y que dejes de hacer lo poco o mucho que está en tus manos por creer que no hará ningún cambio, que no hará mella. Sí la hace… no es gratuito que el gobierno se atrinchere de esa manera, que nos teman tanto, que asuman su poder de noche, como viles rateros. No es gratuito amigo. No te derrotes, hay mucho por qué luchar.
Francisca Herrera.

1 comentario:

  1. Gracias, Francisca, por decir con tanto valor lo que dices. Me haces tener ganas de abrir más libros, de querer más, de luchar más. Abrazos.

    ResponderEliminar