miércoles, 12 de diciembre de 2012

Las últimas noticias


En estos días hemos visto de todo: desde imágenes trágicas de inocentes encerrados, fastuosos planes y alianzas gubernamentales, nuevos personajes tomando sus puestos, estrategias mediáticas para conseguir dinero explotando la lástima, boxeadores que logran al fin su cometido, hasta “divas” gruperas que fallecieron en forma trágica con todo un país llorando su pérdida. La vida sociopolítica de México ha estado arrojando noticia tras noticia, evento tras evento en menos de una semana. Se acerca vertiginosamente el cierre de año. Muchos ya están festejándolo, haciendo planes o un balance.  Para otros, lo que sucede es un torbellino tan tremendo que nos deja ver muy poco claro.

Se acercan cada vez más los días de la caridad, del amor y de la reflexión. Yo me pregunto, ¿de verdad somos caritativos?, ¿de verdad reflexionamos? ¡Y ni qué decir del amor! Ese, hasta ahora, no parece estar muy presente en los corazones de este país, a menos que se trate de donarle al Teletón o entristecerse por la famosísima diva. Aún tengo frescas en la memoria esas exclamaciones: “son unos vándalos”, “que se mueran”, o frasecitas que parecen tan inocuas pero resultan tan terribles puestas a uno y otro lado en las redes sociales y que hablan del nulo valor que como seres humanos tiene un grupo de jóvenes que fueron detenidos y encarcelados sin que haya sido probada su culpabilidad. Sí, es cierto, ya salieron. Hay que alegrarse, mas no bajar la guardia. Este hecho demostró que mientras la opinión pública no presione a las autoridades para que hagan su trabajo, poco o nada podrá tener el mundo de esperanza. Hay quien dice que el activismo en redes sociales no sirve. Yo digo que sí, lo digo porque lo he visto, porque mi propia opinión se ha definido gracias al intercambio valioso que puede darse en redes sociales. Puede que no estemos de acuerdo, pero cuando alguien tiene la capacidad para darnos razones hacia tener tal o cual postura, entonces podemos decidir mucho mejor, y si la razón asiste a esa persona, incluso cambiar de parecer. Claro que si no salimos de nuestro círculo de influencia y no aceptamos voces plurales, será muy difícil que algo cambie.

En fin, todavía sigo impactada por lo que ha pasado en los últimos días. Mi primera impresión sobre el conflicto del primero de diciembre fue que hubo grupos de choque infiltrados entre los manifestantes. Hoy cada día las pruebas de ese hecho son más contundentes y lejos de alegrarme, me siento preocupada, porque a la sociedad civil cada vez más se le acaban las salidas y las vías de expresión, pero sobre todo porque las viejas prácticas permanecen. Quizá con nuevos rostros, pero con una misma esencia: la lucha desmedida y obtusa por el poder. El poder por el poder. Al final no se trata de dinero, de influencia, sino de una necesidad absoluta que legitima el uso de cualquier recurso con tal de obtener eso: el poder.

Y mientras tanto, como monos de circo, los mexicanos nos distraemos con la pelea de box que es nuestro único contacto social y mediáticamente permitido con un hecho heroico; nos portamos caritativos un único día del año con esos seres a los que la lástima nos lleva a mirar, pero que cualquier otro día preferimos ignorar; o nos conmovemos hasta las lágrimas porque una valiosísima mujer (obviamente un personajazo encumbrado de Televisa) falleció de manera abrupta. Eso sí, que no se hable sobre los muertos del sexenio pasado, el narcotráfico, las mujeres violadas y asesinadas y menos, pero mucho menos, de esos vándalos que no dejan trabajar a nadie. Esos no merecen ni siquiera ser vistos como humanos.

Y no, no se trata ya de un tema presidencial o un rencor o “envidia”. Esa expresión “te tiene envidia” o esa tan famosa: “déjalo, está ardido”, no sirve sino para justificar cualquier cosa. El que la usa está acostumbrado a no tener que explicarse nada, a no cuestionarse y a vivir en una burbuja que no lo deja ni acercarse ni sentir al otro. Así todo es más fácil. Pero no se trata de eso, repito, se trata del miedo tremendo que puede causar, a quien no quiere bajo ningún motivo, ser arrastrado a ese camino, que teme por su seguridad y su bienestar. Porque, es cierto, la mayoría manda, pero eso no implica que la mayoría esté bien.

Así pues, yo me quedo con la esperanza del conocimiento, con el saber y la educación como último bastión. Por cierto, ¿ya sabe que el nuevo gobierno disminuyó el porcentaje del presupuesto dedicado a la cultura?

Damiana.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario