martes, 11 de diciembre de 2012

Escarnio Público.

Durante los acontecimientos acaecidos en la Ciudad de México y en diversas Ciudades de la República Mexicana, el día primero de diciembre de 2012, los gobiernos de todos los niveles dejaron al descubierto la reimplantación de las viejas prácticas violentas y represivas, del arcaico y prepotente Estado Mexicano. Son tantas las irregularidades, injusticias, violaciones, mentiras, estratagemas y calumnias que se implementaron en contra de los manifestantes de aquel día que la mayor parte de la población participa en la descalificación mediática sin saber a ciencia cierta qué es lo que pasó ese día.


Lo más atroz de asunto no es el actuar de la autoridad; pues no habría de resultar sorpresivo que tarde o temprano llegara la violencia de parte de quienes han hecho todo lo posible por robarse la presidencia de nuestro país a como diera lugar. Era harto evidente que los poderosos tendrían que implementar una estrategia que les permitiera golpear y desvirtuar al movimiento pacífico, de muchos ciudadanos informados, conscientes y obviamente molestos con la imposición de un presidente que no representa ni al diez por ciento la población; por ello se manifestaron, para hacer patente su inconformidad con el gobierno entrante, tal y como lo garantiza la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en sus artículos sexto[i] y noveno[ii]. Lo grave es el papel jugado por diversos sectores de la sociedad ante tales hechos, ya que como si no bastara con la posición pasiva y acomodaticia de estos grupos, estas personas cayeron en el juego de los medios tradicionales de comunicación al difamar y satanizar a los manifestantes sin tener pruebas claras y fehacientes de sus presuntas culpabilidades.

Me doy cuenta que mucho mexicanos no sólo olvidan la historia de su patria, sino que sorprendentemente se les olvida el presente. Quiero decir, se ciegan y parecen no darse cuenta del país en el que viven, de las circunstancias que padecemos todos y cada uno de nosotros en nuestra realidad cotidiana en la que debemos enfrentarnos a una horda de autoridades corruptas perezosas y revanchistas. ¿Acaso no la gran mayoría de los mexicanos tiene en su haber al menos una experiencia truculenta y desafortunada con las autoridades encargadas de administrar la justicia? ¿Acaso no nos ha detenido alguna vez un policía de tránsito sin decirnos claramente porque nos marcó el alto y revisa nuestros papeles y nuestro vehículo a ver qué es lo que encuentra para poder pedir mordida? ¿Acaso no hemos sentido la impotencia y la rabia de enfrentarnos a un Ministerio Público o a un Policía que nos trata con la punta del pie y que nos pide dádivas a fin de “agilizar” la averiguación? ¿Acaso no nos hemos enterado de muchos, demasiados casos de detenciones, e incluso encarcelamientos arbitrarios de gente totalmente inocente y que a veces después de muchos años, se les ponen en libertad con su respectivo “usted disculpe”? ¿Acaso no hemos padecido muchos de nosotros un robo, un asesinato de un familiar o conocido, un secuestro, una golpiza o un crimen del fuero que sea y jamás hemos visto tras las rejas al culpable del delito? ¿Acaso no vemos por doquiera en las noticias que han detenido a una banda de secuestradores de los cuales al menos uno de ellos es o fue policía?

Siendo así, viviendo en un país tan colmado de “chivos expiatorios” y de un sistema de justicia inservible, ¿Por qué nos atrevemos a condenar y a ser partícipes del escarnio público, de la infamia y de la calumnia en contra de personas de las que ni siquiera conocemos su calidad moral? ¿Solamente porque la televisión nos dijo que eran “vándalos”, “revoltosos”, “anarquistas”, etcétera, nosotros sin tener ninguna prueba de por medio nos atrevimos a llamarles del mismo modo?

Menos de una semana fue necesario para echar por tierra todas las versiones oficiales que inculpaban a los detenidos por destrozos y violencia; los videos, las fotos, las declaraciones colgados con presteza en todas las redes sociales nos permitieron desmentir bien rápido que todas aquellas acusaciones eran infundios de la peor calaña política. En ningún caso existe por parte de la autoridad pruebas contundentes sobre la presunta participación de los manifestantes detenidos en las acciones violentas. Paralelamente, todas aquellas imágenes de violencia que obtuvieron cobertura total y especial por parte de las televisoras y la mayoría de los medios impresos, quedaron desestimadas al demostrarse con otros videos –los tomados por el pueblo- la infiltración de grupos de choque y de policías vestidos de civil a quienes se les ve con todo detalle ser los instigadores de los actos de violencia incluso empieza a ser documentada por medios como Televisa y por las mismas autoridades[iii]

Inicialmente fue la Comisión de los Derechos Humanos del Distrito Federal documentó las irregularidades en las detenciones[iv] y terminó por declarar que se presentaron casos de tortura, acosos sexuales, golpizas y detenciones post facto[v] (hasta cuarenta y ocho horas después del disturbio) durante las protestas por la toma de posesión de Enrique Peña. Existe mucha oscuridad y debilidad en las acusaciones y cargos que se les imputan a los manifestantes. Tan es así que al momento en que escribo esta colaboración de los más de doscientos detenidos sólo quedan presos catorce[vi].

En una entrevista un policía de primer grado de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal de visos de que inclusive la misma corporación estuvo infiltrada por elementos aún no ubicados cuya consigna principal era degenerar un zafarrancho[vii] y hacer detenciones sin importar si los arrestados habían sido participes de la comisión de delitos.

Otra irregularidad es que las detenciones y procesos judiciales que siguen los detenidos están fundados en pruebas que se contradicen las unas con las otras, en cambio la defensa tiene a favor videos, fotografías, testimonios y diversos elementos que tumban de facto las acusaciones. Del mismo modo la defensoría ha solicitado que el Gobierno del Distrito Federal presente como pruebas de cargo o de descargo las grabaciones captadas por las cámaras del Centro de Control y Comando (C2) que operan en los perímetros de los disturbios, inexplicablemente, el Gobierno argumenta que dicho sistema se encontraba inhabilitado justo en esas zonas y en esos días. Quiero hacer, mi querido lector, que usted se pregunte: ¿Es creíble el argumento de la autoridad cuando a sabiendas de que en dicha zona se desplegaron grandes operativos de seguridad en miras de la toma de protesta de Enrique Peña, que las cámaras de seguridad fallaran? Yo creo que estos videos no se muestran porque en ellos existen claras pruebas de la existencia de instigadores además de los abusos policiacos y la violencia generada desde las fuerzas del “orden”. Pero en fin, hay quienes argumentan, que los supuestos anarquistas no tenían siquiera la idea de cómo pintar la insignia del movimiento. Y una lista de eventos que a todas luces demuestran quienes fueron los verdaderos provocadores. Y para reforzar mi juicio le dejo un video realizado por el contingente de la Universidad Iberoamericana en el que inicialmente se da testimonio del carácter pacífico de la manifestación y en segundo lugar, la existencia de grupos porriles trabajando en contubernio con la policía[viii].

En fin, retomando, es deleznable por completo el papel desempeñado por la sociedad desinformada, como si no supiéramos que México está por completo hundido en el peor sistema de justicia en el mundo, y lo sé, sé que no faltará quien me increpe diciendo que esa es sólo una percepción subjetiva de un servidor y la verdad es que me daría muchísimo gusto que así fuera, pero por desgracia en una reciente evaluación hecha por la organización internacional verificadora de los procesos jurídicos en el mundo la World Justice Project[ix] documentó que de un universo de 97 países investigados, México fue el que peor índice obtuvo en parámetros de Aplicación de la Ley en 2012; ocupamos el lugar 91 en impartición de justicia penal, el 91 en el ámbito de orden y seguridad pública y el 87 en nuestro sistema de justicia civil; quedando muy por debajo de países como Senegal y Sierra Leona. También es destacable que en el mismo estudio ocupamos el puesto número 74 en índices de corrupción. ¡Qué barbaridad! Por estas cosas sí que deberíamos indignarnos y mucho, y escarnecer públicamente a los culpables que en este caso son ineludiblemente nuestras autoridades.

Ahora quiero poner en tela de juicio algunas cuestiones; en primer lugar quiero evidenciar que en una sociedad equitativa y justa sería indispensable que los medios de comunicación que replicaron tan arduamente la culpabilidad de los manifestantes y los calumniaron de forma horrenda y despreciable ofrecieran una disculpa pública por adelantarse en sus juicios e irse de “hocico” en sus declaraciones y paralelamente otorgar el mismo tiempo e intensidad a la difusión de notas que limpien el honor de las personas difamadas; lo mismo deberían de hacer todos aquellos ciudadanos que le siguieron el juego a los medios y al régimen; además de poner en la mira a la autoridad y exigir la liberación del resto de los detenidos pues también son inocentes y confío en que el tiempo lo demostrará; pero sé muy bien que una cosa así nunca sucederá por que la nuestra no es una sociedad ni justa ni equitativa.

En segundo lugar, la autoridad tiene el deber inexorable de retribuir el daño a las víctimas de sus abusos, indagar y castigar a los verdaderos culpables entre los que están efectivos de sus propias corporaciones, mandos altos y medios y grupos de choque. Indemnizar a cada una de las víctimas por daños y perjuicios. Dirimir sus puestos y admitir públicamente sus injusticias e irregularidades. Pues una autoridad, con todo el aparato de fuerza y de “inteligencia” de su lado está llamada a instaura el orden, conciliar los disensos, administrar limpiamente la justicia; sin embargo sabemos muy bien, que nuestro sistema político-gubernamental adolece y se está cayendo a pedazos. Si no ¿A qué obedece tanta desesperación y absurdidad en las detenciones y juicios “sumarios” de la gente? ¿Por qué un gobierno que se hace llamar “legítimo” acude a la violencia, a la represión, a la mentira y a las farsas para legitimarse más? Si el gobierno que se impone tiene toda esa aprobación y beneplácito de la gente, ¿Por qué hay tanto descontento en las calles? ¿Dónde han quedados esos millones de ciudadanos que favorecieron con su voto a Enrique Peña y que después de la elección guardan un silencio abrumador que nos lleva a cuestionar su existencia?

Ptolomeo.



[i] http://info4.juridicas.unam.mx/ijure/fed/9/7.htm?s
[ii] http://info4.juridicas.unam.mx/ijure/fed/9/10.htm?s
[iii] http://noticierostelevisa.esmas.com/df/534114/mancera-admite-probables-detenciones-arbitrarias/
[iv] http://eleconomista.com.mx/sociedad/2012/12/06/detenciones-arbitrarias-posible-tortura-cdhdf
[v] http://www.noticiasnet.mx/portal/web/general/derechos-humanos/128346-documenta-cdhdf-detenciones-tortura
[vi] http://noticierostelevisa.esmas.com/df/535221/liberan-45-detenidos-disturbios-del-1-diciembre/
[vii] http://aristeguinoticias.com/1012/mexico/gobierno-del-df-y-mondragon-ordenaron-las-detenciones-el-1-d-policia-capitalino/
[viii] http://blog.sincensura.com.mx/2012/12/06/capta-video-de-alumnos-de-ibero-a-infiltrados-en-marcha-del-1-de-diciembre/
[ix] http://www.sdpnoticias.com/nacional/2012/12/04/mexico-destaca-por-tener-la-peor-justicia

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