Durante los acontecimientos
acaecidos en la Ciudad de México y en diversas Ciudades de la República
Mexicana, el día primero de diciembre de 2012, los gobiernos de todos los
niveles dejaron al descubierto la reimplantación de las viejas prácticas
violentas y represivas, del arcaico y prepotente Estado Mexicano. Son tantas
las irregularidades, injusticias, violaciones, mentiras, estratagemas y
calumnias que se implementaron en contra de los manifestantes de aquel día que
la mayor parte de la población participa en la descalificación mediática sin
saber a ciencia cierta qué es lo que pasó ese día.
Lo
más atroz de asunto no es el actuar de la autoridad; pues no habría de resultar
sorpresivo que tarde o temprano llegara la violencia de parte de quienes han
hecho todo lo posible por robarse la presidencia de nuestro país a como diera
lugar. Era harto evidente que los poderosos tendrían que implementar una
estrategia que les permitiera golpear y desvirtuar al movimiento pacífico, de
muchos ciudadanos informados, conscientes y obviamente molestos con la
imposición de un presidente que no representa ni al diez por ciento la
población; por ello se manifestaron, para hacer patente su inconformidad con el
gobierno entrante, tal y como lo garantiza la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos en sus artículos sexto[i] y noveno[ii]. Lo grave es el papel
jugado por diversos sectores de la sociedad ante tales hechos, ya que como si
no bastara con la posición pasiva y acomodaticia de estos grupos, estas
personas cayeron en el juego de los medios tradicionales de comunicación al
difamar y satanizar a los manifestantes sin tener pruebas claras y fehacientes
de sus presuntas culpabilidades.
Me
doy cuenta que mucho mexicanos no sólo olvidan la historia de su patria, sino
que sorprendentemente se les olvida el presente. Quiero decir, se ciegan y
parecen no darse cuenta del país en el que viven, de las circunstancias que
padecemos todos y cada uno de nosotros en nuestra realidad cotidiana en la que
debemos enfrentarnos a una horda de autoridades corruptas perezosas y revanchistas.
¿Acaso no la gran mayoría de los mexicanos tiene en su haber al menos una
experiencia truculenta y desafortunada con las autoridades encargadas de
administrar la justicia? ¿Acaso no nos ha detenido alguna vez un policía de
tránsito sin decirnos claramente porque nos marcó el alto y revisa nuestros
papeles y nuestro vehículo a ver qué es lo que encuentra para poder pedir
mordida? ¿Acaso no hemos sentido la impotencia y la rabia de enfrentarnos a un
Ministerio Público o a un Policía que nos trata con la punta del pie y que nos
pide dádivas a fin de “agilizar” la averiguación? ¿Acaso no nos hemos enterado
de muchos, demasiados casos de detenciones, e incluso encarcelamientos
arbitrarios de gente totalmente inocente y que a veces después de muchos años, se
les ponen en libertad con su respectivo “usted disculpe”? ¿Acaso no hemos
padecido muchos de nosotros un robo, un asesinato de un familiar o conocido, un
secuestro, una golpiza o un crimen del fuero que sea y jamás hemos visto tras
las rejas al culpable del delito? ¿Acaso no vemos por doquiera en las noticias
que han detenido a una banda de secuestradores de los cuales al menos uno de
ellos es o fue policía?
Siendo
así, viviendo en un país tan colmado de “chivos expiatorios” y de un sistema de
justicia inservible, ¿Por qué nos atrevemos a condenar y a ser partícipes del
escarnio público, de la infamia y de la calumnia en contra de personas de las
que ni siquiera conocemos su calidad moral? ¿Solamente porque la televisión nos
dijo que eran “vándalos”, “revoltosos”, “anarquistas”, etcétera, nosotros sin
tener ninguna prueba de por medio nos atrevimos a llamarles del mismo modo?
Menos
de una semana fue necesario para echar por tierra todas las versiones oficiales
que inculpaban a los detenidos por destrozos y violencia; los videos, las
fotos, las declaraciones colgados con presteza en todas las redes sociales nos
permitieron desmentir bien rápido que todas aquellas acusaciones eran infundios
de la peor calaña política. En ningún caso existe por parte de la autoridad
pruebas contundentes sobre la presunta participación de los manifestantes detenidos
en las acciones violentas. Paralelamente, todas aquellas imágenes de violencia
que obtuvieron cobertura total y especial por parte de las televisoras y la
mayoría de los medios impresos, quedaron desestimadas al demostrarse con otros
videos –los tomados por el pueblo- la infiltración de grupos de choque y de
policías vestidos de civil a quienes se les ve con todo detalle ser los
instigadores de los actos de violencia incluso empieza a ser documentada por
medios como Televisa y por las mismas autoridades[iii]
Inicialmente
fue la Comisión de los Derechos Humanos del Distrito Federal documentó las
irregularidades en las detenciones[iv] y terminó por declarar
que se presentaron casos de tortura, acosos sexuales, golpizas y detenciones
post facto[v] (hasta cuarenta y ocho
horas después del disturbio) durante las protestas por la toma de posesión de
Enrique Peña. Existe mucha oscuridad y debilidad en las acusaciones y cargos
que se les imputan a los manifestantes. Tan es así que al momento en que
escribo esta colaboración de los más de doscientos detenidos sólo quedan presos
catorce[vi].
En
una entrevista un policía de primer grado de la Secretaría de Seguridad Pública
del Distrito Federal de visos de que inclusive la misma corporación estuvo
infiltrada por elementos aún no ubicados cuya consigna principal era degenerar
un zafarrancho[vii]
y hacer detenciones sin importar si los arrestados habían sido participes de la
comisión de delitos.
Otra
irregularidad es que las detenciones y procesos judiciales que siguen los
detenidos están fundados en pruebas que se contradicen las unas con las otras,
en cambio la defensa tiene a favor videos, fotografías, testimonios y diversos
elementos que tumban de facto las acusaciones. Del mismo modo la defensoría ha
solicitado que el Gobierno del Distrito Federal presente como pruebas de cargo
o de descargo las grabaciones captadas por las cámaras del Centro de Control y
Comando (C2) que operan en los perímetros de los disturbios, inexplicablemente,
el Gobierno argumenta que dicho sistema se encontraba inhabilitado justo en
esas zonas y en esos días. Quiero hacer, mi querido lector, que usted se
pregunte: ¿Es creíble el argumento de la autoridad cuando a sabiendas de que en
dicha zona se desplegaron grandes operativos de seguridad en miras de la toma
de protesta de Enrique Peña, que las cámaras de seguridad fallaran? Yo creo que
estos videos no se muestran porque en ellos existen claras pruebas de la
existencia de instigadores además de los abusos policiacos y la violencia
generada desde las fuerzas del “orden”. Pero en fin, hay quienes argumentan,
que los supuestos anarquistas no tenían siquiera la idea de cómo pintar la
insignia del movimiento. Y una lista de eventos que a todas luces demuestran
quienes fueron los verdaderos provocadores. Y para reforzar mi juicio le dejo
un video realizado por el contingente de la Universidad Iberoamericana en el
que inicialmente se da testimonio del carácter pacífico de la manifestación y
en segundo lugar, la existencia de grupos porriles trabajando en contubernio
con la policía[viii].
En
fin, retomando, es deleznable por completo el papel desempeñado por la sociedad
desinformada, como si no supiéramos que México está por completo hundido en el
peor sistema de justicia en el mundo, y lo sé, sé que no faltará quien me
increpe diciendo que esa es sólo una percepción subjetiva de un servidor y la
verdad es que me daría muchísimo gusto que así fuera, pero por desgracia en una
reciente evaluación hecha por la organización internacional verificadora de los
procesos jurídicos en el mundo la World Justice Project[ix] documentó que de un
universo de 97 países investigados, México fue el que peor índice obtuvo en
parámetros de Aplicación de la Ley en 2012; ocupamos el lugar 91 en impartición
de justicia penal, el 91 en el ámbito de orden y seguridad pública y el 87 en
nuestro sistema de justicia civil; quedando muy por debajo de países como
Senegal y Sierra Leona. También es destacable que en el mismo estudio ocupamos
el puesto número 74 en índices de corrupción. ¡Qué barbaridad! Por estas cosas
sí que deberíamos indignarnos y mucho, y escarnecer públicamente a los
culpables que en este caso son ineludiblemente nuestras autoridades.
Ahora
quiero poner en tela de juicio algunas cuestiones; en primer lugar quiero
evidenciar que en una sociedad equitativa y justa sería indispensable que los
medios de comunicación que replicaron tan arduamente la culpabilidad de los
manifestantes y los calumniaron de forma horrenda y despreciable ofrecieran una
disculpa pública por adelantarse en sus juicios e irse de “hocico” en sus
declaraciones y paralelamente otorgar el mismo tiempo e intensidad a la
difusión de notas que limpien el honor de las personas difamadas; lo mismo
deberían de hacer todos aquellos ciudadanos que le siguieron el juego a los
medios y al régimen; además de poner en la mira a la autoridad y exigir la liberación
del resto de los detenidos pues también son inocentes y confío en que el tiempo
lo demostrará; pero sé muy bien que una cosa así nunca sucederá por que la
nuestra no es una sociedad ni justa ni equitativa.
En
segundo lugar, la autoridad tiene el deber inexorable de retribuir el daño a
las víctimas de sus abusos, indagar y castigar a los verdaderos culpables entre
los que están efectivos de sus propias corporaciones, mandos altos y medios y
grupos de choque. Indemnizar a cada una de las víctimas por daños y perjuicios.
Dirimir sus puestos y admitir públicamente sus injusticias e irregularidades.
Pues una autoridad, con todo el aparato de fuerza y de “inteligencia” de su
lado está llamada a instaura el orden, conciliar los disensos, administrar
limpiamente la justicia; sin embargo sabemos muy bien, que nuestro sistema
político-gubernamental adolece y se está cayendo a pedazos. Si no ¿A qué
obedece tanta desesperación y absurdidad en las detenciones y juicios
“sumarios” de la gente? ¿Por qué un gobierno que se hace llamar “legítimo”
acude a la violencia, a la represión, a la mentira y a las farsas para legitimarse
más? Si el gobierno que se impone tiene toda esa aprobación y beneplácito de la
gente, ¿Por qué hay tanto descontento en las calles? ¿Dónde han quedados esos
millones de ciudadanos que favorecieron con su voto a Enrique Peña y que
después de la elección guardan un silencio abrumador que nos lleva a cuestionar
su existencia?
Ptolomeo.
[i] http://info4.juridicas.unam.mx/ijure/fed/9/7.htm?s
[ii] http://info4.juridicas.unam.mx/ijure/fed/9/10.htm?s
[iii] http://noticierostelevisa.esmas.com/df/534114/mancera-admite-probables-detenciones-arbitrarias/
[iv] http://eleconomista.com.mx/sociedad/2012/12/06/detenciones-arbitrarias-posible-tortura-cdhdf
[v] http://www.noticiasnet.mx/portal/web/general/derechos-humanos/128346-documenta-cdhdf-detenciones-tortura
[vi] http://noticierostelevisa.esmas.com/df/535221/liberan-45-detenidos-disturbios-del-1-diciembre/
[vii] http://aristeguinoticias.com/1012/mexico/gobierno-del-df-y-mondragon-ordenaron-las-detenciones-el-1-d-policia-capitalino/
[viii]
http://blog.sincensura.com.mx/2012/12/06/capta-video-de-alumnos-de-ibero-a-infiltrados-en-marcha-del-1-de-diciembre/
[ix] http://www.sdpnoticias.com/nacional/2012/12/04/mexico-destaca-por-tener-la-peor-justicia
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