sábado, 31 de agosto de 2013

¡Vivan los maestros!

Muchos capitalinos dicen sentirse enojados, molestos y hasta ultrajados por las manifestaciones masivas implementadas por la CNTE, el SME y otras organizaciones populares durante las últimas semanas en el Distrito Federal. Pero, esos ciudadanos que vociferan tan atrozmente en contra de sectores sociales que salen a las calles, legítimamente, a expresar su inconformidad, ¿en verdad están tan enojados a causa de la CNTE o solo se sienten del tal forma porque les han dicho los medios de comunicación que así deben sentirse: secuestrados, violentados, lastimados, agredidos, invadidos? 

Tratemos de revisar los hechos minuciosamente y con plena objetividad. En primer lugar, ¿cuántos de aquellos capitalinos que denuestan las protestas magisteriales saben realmente lo que los maestros han venido a exigir? Más grave aún: ¿cuántos de nosotros nos hemos preocupado por conocer sus demandas, saber si son justas o no, escuchar sus voces desesperadas? Y estas preguntas van dirigidas también para todos nosotros, los que no despotricamos en contra de los manifestantes pero que ni siquiera estamos enterados de cuál es el verdadero quid del asunto. 

No lo sabemos, solo los mismos maestros conocen las penurias que los han empujado a venir al D.F. a levantar sus voces en contra de un gobierno que históricamente ha aplastado sus derechos laborales, civiles y humanos más fundamentales y, como si no fuera suficiente, las cámaras se apresuran a torcer la ley para legitimar este hostigamiento social desde el aparato institucional. De verdad, conocemos muy parcialmente las causas que impelen a estos maestros rebosantes de indignación. 

Sé que muchos ciudadanos se apresurarán a responderme con aquellas muletillas tan desgastadas y con ese sello tan peculiar de made in televisa aduciendo que la cosa está “politizada”, que los maestros son unos “huevones”, “indios”, “nacos”, “revoltosos”, “bárbaros” que se rehúsan a ser evaluados; que están en contra de la educación de “calidad” y por lo tanto, en contra del progreso de México. 

¿En serio? ¿De verdad es ese el problema? ¿Únicamente se trata de eso? Y perdone usted mi ignorancia, pero ¿según quién?, ¿según televisa?, ¿la misma televisora que ni siquiera paga el espacio radioeléctrico público en el que transmite tres canales de televisión abierta?, ¿según la televisora que ha estado implicada en sospechas de narcotráfico, evasión fiscal y Dios sabrá cuántos crímenes más?; ¿según Peña Nieto y su “gobierno”?, ¿el “presidente” que asumió el cargo en uno de los peores entredichos electorales de la historia?, ¿el sujeto cuya “administración” acaba de poner en libertad a dos de los peores delincuentes de la historia de nuestra nación: Caro Quintero y Raúl Salinas?, ¿el tipejo que ordenó la sangrienta represión en Atenco y encima, con horrenda desfachatez y cinismo, lo reconoce? ¿Esas son sus fuentes, mi querido lector y ciudadano encabronado? 

Pues, déjeme decirle que si es esa su posición, está usted tremendamente equivocado. ¿Acaso sabía usted que la tan mentada reforma educativa no aborda absolutamente nada sobre planes educativos, ni de estrategias pedagógicas, ni de entrega de mayores recursos del erario a las escuelas y que ni siquiera habla de los estudiantes, ni de los padres de familia y mucho menos del abandono de la infraestructura educativa por parte del gobierno?  

Entonces, esta reforma educativa no tiene nada referente a la educación como tal, pero eso sí, tiene mucho de reforma laboral y se centra, fundamentalmente, en la evaluación universal a los maestros. Lo sé, aquí es donde muchos me dirán ¿Y qué tiene de malo que se evalúe a los maestros? Nada en absoluto, al contrario, es algo completamente deseable, lo malo se presenta cuando se asume falsamente que el estado tan deplorable de la educación en México es culpa entera y exclusiva de los profesores del sector público. Y no hay cosa que sea tan lejana de la realidad. 

Hay miles, créame, miles de problemas que amenazan seriamente  la educación en nuestro país y el más importante es de responsabilidad exclusiva del estado mexicano; ¿no me cree? Usted que es capitalino, cuando tenga oportunidad dese una vueltecita por cualquier municipio del Estado de México (el que fue 6 años gobernado por Enrique Peña) y dese cuenta usted mismo del estado tan deplorable que guardan las escuelas públicas, son una pena. ¿Es eso acaso culpa de los maestros? Creo que usted y yo coincidiremos en una rotunda negación. 

¡Que se evalúe a los maestros! ¡Sí! Ellos mismos lo han propuesto, pero eso sí, que antes se subsanen las necesidades más mínimas de todas las escuelas de la república y si aun así la problemática persiste, entonces sí enfoquémonos en evaluaciones magisteriales, pero no antes. No me diga que a usted nunca le tocó un profesor amoroso de su vocación y de sus alumnos que les entregó alguna  o muchas veces las fotocopias y materiales del curso pagándolos con el dinero de su propio bolsillo para que no lo hicieran los estudiantes, quizá de menores recursos. 

Y el anterior es solo un diminuto ejemplo de los gestos amorosos, heroicos y admirables que nuestros maestros hacen en favor de sus pupilos. La evaluación universal para maestros sería bienvenida si el resto de las condiciones educativas fueran mucho menos adversas, pero sobre todo, si no se cerniera como consecuencia ineludible del fallo en dicha prueba el despido de un maestro, que vive de su trabajo literalmente; y eso se llama, aquí y en China: acoso laboral. Y tanto aquí como allá es un delito. 

Bueno, ya vamos entendiendo más la cosa, pero ¿por qué a nosotros?, ¿por qué vienen a fastidiarnos en nuestra ciudad?, ¿por qué no hacen sus manifestaciones en sus lugares de origen?, ¿por qué tienen que dejar sin clases a tantos niños inocentes?, ¿por qué cerrar las avenidas?, ¿por qué provocar tanto terror?, dirán muchos, lo adivino. Expliquémoslo por partes: 

La intención de los profesores no es afectar a su alumnado al dejarlos sin clases; sin embargo, es la medida de presión más extrema a la que pueden recurrir para ser oídos. ¿Usted cree que un profesor inconforme que da clases va a ser escuchado en sus demandas, si a duras penas haciendo paros y huelgas, la gente se entera medianamente de lo que están exigiendo? Usted y yo sabemos cómo es el aparato burocrático de este gobierno, no me diga que nunca le ha tocado ir a quejarse o a exigir algún derecho en alguna ventanilla de gobierno. ¿Cómo le ha ido? 

En segundo lugar, los profesores de la CNTE realmente están preocupados por el aprovechamiento de sus alumnos, y por eso antes del inicio de los ciclos escolares, los profesores utilizan sus periodos vacacionales para manifestarse y presionar al gobierno a que los escuche y atienda sus demandas antes de que se presente el inicio del ciclo escolar. ¿No me cree? ¿Acaso no recuerda, aunque sea muy vagamente, una noticia en días pasados que hablaba de los profesores de Guerrero cerrando la autopista del Sol en pleno periodo vacacional? Este tipo de movilizaciones están pensadas precisamente de tal modo para no dejar sin clases a los niños. Lo preocupante es que el gobierno, como siempre, ni los ve ni los escucha[i]. 

Y precisamente por esto, los maestros al verse tan ignorados por las autoridades, se han visto en la NECESIDAD de acudir a la capital del país para hacer evidente su descontento y hacer tremendamente garante su presencia y sus exigencias. Creo que no necesito decirle que a pesar de que vivimos en una República Federal, en la práctica México parece más un país centralista. 

Nosotros, como habitantes del centro del país, deberíamos ser profundamente comprensivos con este tipo de manifestaciones, porque somos verdaderamente privilegiados por vivir en la capital o en sus alrededores, porque difícilmente padeceremos las penurias de la gente del campo, de los pueblos, de los estados, de las provincias y de las ciudades que no son la capital. Tal vez precisamente por eso seamos tan ciegos e indolentes ante estas movilizaciones. Pero pensemos en esto, cuantos de nosotros abandonaríamos voluntariamente las comodidades citadinas para irnos a vivir al sacrificio en el que está hundido el resto de México. Por desgracia, si no recordamos esto muy a menudo, pronto estaremos en un riesgo inminente: perder este privilegio del que tan injusta y soberbiamente nos ufanamos. 

Y por ende, de nada les sirve a los profesores venir a visitarnos sin ejercer algún método de presión. Y si no podemos dejar de pensar con un egoísmo  irreconciliable, recordemos que alguna vez quisimos o querremos ser escuchados y, ante la impotencia de no serlo, puede que nuestros papeles se inviertan. Los maestros tienen miles de motivos para sentirse mucho más encabronados que nosotros. No nos engañemos. 

Por otra parte debemos recapitular que las acciones de los maestros en el Distrito Federal, principalmente se han enfocado a desquiciar ciertas zonas de la ciudad que no lesionan a la mayoría de la sociedad capitalina, pero que perjudican los intereses de ciertas cúpulas empresariales y gubernamentales, pero bajo la lupa perversa de los medios masivos de desinformación, las cosas “malas” se agigantan y las buenas tienden a “desaparecer”. El terror es propiciado por los medios de comunicación gobiernistas, no por los maestros de la CNTE. 

Por último, suplico a usted reconsidere su posición ante los maestros de la CNTE, al final de cuentas estoy seguro de que la mayoría de los que podemos leer este artículo es gracias a la labor de un maestro de escuela pública, un maestro que también tiene derecho a un trabajo dignamente remunerado, a seguridad laboral, a exigir una escuela digna y equipada para él y sus alumnos, a no padecer amenazas sobre su plaza magisterial solo porque unos cuantos empresarios avariciosos y políticos corruptos encontraron en el sector educativo la veta de oro para el outsourcing de capital privado. 

Antes de decir “huevones”, póngase a pensar en lo difícil que es dejar su lugar de origen, sus seres queridos, su casa e irse a la ciudad a luchar por sus derechos, a dormir en un suelo duro y frio, a comer frijoles y tortillas, a dejar de percibir su sueldo (tal como se lo han hecho a muchos maestros oaxaqueños); y eso sin tomar en cuenta las extenuantes condiciones a las que se someten los profesores rurales en una jornada común y corriente. 

Antes de decir “indios” reflexione que los peores males que nos aquejan son culpa de “hombres blancos”. Antes de decirlo mire el color de su piel y sus rasgos y sepa que es mucha honra ser un indio mexicano. 

Antes de decir “nacos”, “revoltosos”, “bárbaros”, piense por favor en las novelas y programas de televisa de perverso y siempre mediocre contenido, en los políticos corruptos que se esconden detrás de las fuerzas del estado, en los empresarios sin escrúpulos que quieren vender lo que no es suyo a toda costa del robo, la muerte y la destrucción sistemática del pueblo. Piense en todo esto y tendrá una dimensión más certera de las palabras “nacos”, “revoltosos” y “bárbaros”.

Todos conocemos la vida demandante de la ciudad, es por eso que todo el tiempo estamos disgustados, no nos disgustan los maestros, ni sus paros, ni sus bloqueos, nos disgusta tener un jefe intolerante que nos amenaza con echarnos si llegamos tarde una vez más, nos disgusta tener trabajos de hasta doce horas y no poder llegar a tiempo para ver a nuestros hijos despiertos para estar en el otro trabajo, nos molesta ganar tan poco y que nos lo quiten en asaltos, nos molestan los políticos corruptos que nos drenan el esfuerzo en impuestos injustos, no disgusta que no nos paguen lo suficiente, que no nos alcance el dinero, no poder dormir lo suficiente, no comer lo suficiente, no reír lo suficiente, no ser felices lo suficiente, no poder manifestarnos (por no poder faltar al trabajo porque nos corren). Pregúntese de nuevo que le molesta, pero no quiera que los que luchan paguen su propio pato, porque al final de cuentas todos estamos del mismo lado. 

¡Que viva la lucha magisterial!

1 comentario:

  1. Un artículo claro y preciso que muestra comprensivamente el porqué de la lucha magisterial ante la agresión del gobierno y de los medios televisivos

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