domingo, 8 de julio de 2012

Sobre las elecciones...


Sé que ya casi ha pasado una semana desde que se llevó a cabo la jornada electoral para elegir presidente constitucional de la República mexicana, también se que personas de renombre (filósofos, psicólogos, politólogos, antropólogos, periodistas, etc.) han emitido su visión de las cosas, sin embargo, la razón de estas líneas radica en que quisiera compartir con ustedes una sencilla reflexión de lo que a mí me preocupa y ocupa.

Para comenzar, veamos los resultados proporcionados por el Instituto Federal Electoral: Enrique Peña Nieto, al día de hoy, encabeza los resultados por la presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador se queda con el segundo lugar, Josefina Vázquez Mota con el tercero y Gabriel Quadri de la Torre mantiene a flote el barco de Nueva Alianza, con un 2.5 porcentual.

Las reacciones ante tal hecho son las siguientes:

En primer lugar, la de los candidatos que perdieron la elección. Quadri no podía menos que aceptar su derrota, JVM respetó el «pacto de civilidad» que firmó con el resto de los candidatos y asumió el mismo domingo por la tarde que las estadísticas no la favorecían, pero Andrés Manuel… bueno, el anuncio de impugnar la elección era lo menos que podía hacer.

En segundo lugar tenemos la de los votantes que, dados los resultados, sólo podemos dividirlas en dos, por un lado están los simpatizantes de AMLO y por otro, los que están en su contra.

Para los segundos, «los resultados son la expresión de una auténtica democracia», «en cualquier contienda democrática hay ganadores y perdedores», «las elecciones fueron limpias y transparentes», «es absurdo el conteo voto por voto, dado que son 3.5 millones de votos de diferencia», además de tales expresiones tenemos las del sector menos político y más intolerante que tacha de «imbéciles» y «necios» a los que no quieren aceptar el resultado.

Para los electores que le apostaron al proyecto de izquierda «el IFE es una porquería», «como cualquier institución se ha dejado corromper», «el fraude se venía fraguando desde hace mucho (desde que EPN era gobernador del Estado de México)», «Televisa y TV Azteca van a sacar jugosos beneficios por apoyar la candidatura de EPN», «estamos de luto por la ignorancia en la que vive el país», «México es un país masoquista», y un largo etcétera que abarcaría, como respuesta, las posibilidades de una revolución armada, la realización de marchas multitudinarias en protesta por los resultados y el conteo voto por voto, las veces que sea necesario hasta hacer coincidir los resultados oficiales con los números que tiene en su poder el equipo de campaña de AMLO.

Sin embargo, creo que estamos olvidando una cosa, al margen de quien haya ganado la elección y los medios de que se haya valido para hacerlo, la mediación para ejercer el gobierno en el país es la democracia. Pero ¿bajo qué tipo de democracia nos movemos en México?

Aunque admito que hay toda una discusión sobre las precisiones en los términos de los que a continuación hago uso, en lo general no me aparto de su definición.

En nuestro querido país, como en muchos otros, vivimos sometidos a una democracia re-pre-sen-ta-ti-va, esto es, que los ciudadanos delegan, en virtud de su voto, la toma de decisiones en una persona que los representa. La consecuencia más grave que yo veo es la exclusión de los muchos en las decisiones de los pocos. De esta manera se legitima, por ejemplo, el aumento indiscriminado y grosero del salario de los diputados, pues ellos mismos son juez y parte.

Pero, ¿existe otra alternativa?

La democracia absoluta como forma de gobierno en la que todos los ciudadanos tienen las mismas oportunidades de acceso a las decisiones políticas y a la distribución de las riquezas nacionales. El mayor problema que plantea esta forma de gobierno no es el número de personas, y por tanto el número de voces, que tratarían de ponerse de acuerdo en una decisión, sino, como diría Platón, el tipo de personas que intervienen en ellas (hubo quien votó por EPN por ser el más guapo, o por JVM por ser mujer, o por Quadri porque le causó nostalgia el uso de la combi o por AMLO porque ese «sí está con los pobres»).

¿Quiere decir que me sumo al planteamiento platónico que propone que no todas las voces están cualificadas para decidir y, por tanto, es necesario «confiar» en una clase política que «sí» sabe lo que necesita el país? De ninguna manera, la solución no es la exclusión, sino la inclusión, y si es necesario primero educar, sea pues.

La democracia participativa es el camino y la educación su iluminación. Pero no me refiero a la educación que se identifica con el entrenamiento de mascotas, enajenada y enajenadora, sino a una educación para la libertad. Es necesario apostarle a una formación que nos enseñe a ser parte activa de nuestro futuro. La auténtica liberación vendrá con las armas de la razón, y el escudo de la humanización.

Ahora bien, como ciudadanos tenemos de dos sopas, una, atacarnos entre nosotros mismos hasta el grado de atentar contra la vida y dignidad del que piensa diferente de mi, a favor de alguien que ni siquiera sabe que existo; o bien, comenzar a crear conciencia de que el camino democrático no concluye con la elección de un representante, sino que es necesario involucrarse en las decisiones federales y locales para no dejarles manga ancha a los que se sienten dueños del poder y que hagan cuanto les venga en gana.

A los que tienen miedo porque el antiguo régimen de gobierno que nos saqueó y nos oprimió por más de 70 años ha regresado, a ellos y a los priistas mismos, les digo que ese régimen NO VA A VOLVER, NUNCA MÁS, y no es apología, yo no voté por EPN, es una advertencia.

Heráclito decía que nadie se baña dos veces en el mismo río y hoy las condiciones en que el PRI regresa a Los Pinos, son distintas a las anteriores.

Hoy somos más los valientes que hemos decidido pensar y amar tanto a nuestro país que creemos que otro México es posible. Hoy somos más los que apostamos por un México de primer mundo, hoy somos más los mexicanos que estamos hartos de ser «algo» porque sabemos que somos alguien.

Hoy me uno a la voz de muchos otros y desde las redes sociales quiero mandar un mensaje claro al ciudadano Enrique Peña Nieto: No debes temer a otros políticos, la verdadera amenaza a tus privilegios y a los de la clase política la representamos los ciudadanos que decimos BASTA. Basta de seguir enriqueciéndose a costa nuestra, basta de seguir saqueando al país, basta de seguir engendrando pobres, basta de seguir causando muerte.

Ni un sexenio más, ni un año más, ni un día más.

Como ciudadano hago un llamado a los estudiantes, a los profesionistas, a los trabajadores asalariados, a las amas de casa, a los intelectuales, a los que participaron con su voto en la elección del domingo pasado pero también a los que, de manera consciente, decidieron no ir a votar porque ni uno de los 4 candidatos les pareció una alternativa viable para el país (EPN no debe olvidar el 40% del sufragio en que salió electo), también quiero invitar a las personas que tienen mayor influencia en los medios de comunicación: músicos, literatos, cineastas, actores y artistas en general a creer en un México distinto y a luchar por él.

El camino de la democracia apenas empieza, NO gastemos nuestras fuerzas en luchas absurdas, mexicano Vs mexicano, el verdadero enemigo es el que nos quiere cansados antes de la batalla, como sabiamente lo vislumbró Napoleón: Divide y vencerás.

El país nos necesita unidos y enteros, guardemos energía, porque la necesitaremos, para exigir a los diputados, senadores y Presidente de la República:

1. Eliminación de los diputados plurinominales, carecen de sentido y funcionabilidad.

2. Reducción del salario a los más altos rangos de los tres niveles de gobierno y creación de una ley que no les permita ser jueces y parte en la retribución por su servicio. El argumento de que su salario se justifica por su trabajo y para evitar la corrupción, hace mucho que cayó por tierra.

3. Eliminación de la pensión vitalicia para los expresidentes. Cuando son candidatos enarbolan la bandera de que no buscan el poder o el enriquecimiento, sino que, por el contrario, buscan servir. Así las cosas, que su servicio sea retribuido durante su servicio y sólo durante la duración del mismo.

4. Exigimos una revisión profunda, sometida a consulta ciudadana, de: el fuero político, las reformas laborales, las reformas hacendarias y las reformas energéticas.

5. Exigimos una educación de calidad, si el problema es Elba Esther Gordillo, busquemos mediaciones constitucionales para extirpar el tumor cancerígeno que representa ella y su sequito.

El México que queremos no lo va a traer, tal o cual candidato, tal o cual partido. El nuevo México es fruto de la acción u omisión ciudadana.

Vamos a demostrar que no somos llamarada de petate, como decía mi abuelita, de feliz memoria, y que estamos hasta la madre de que las cosas no sean mejores. Somos un país rico en recursos naturales, en sabiduría de tradiciones, en personas con calidad humana, en científicos, en artistas, en gente trabajadora.

Vamos a demostrar que México y su gente somos muy cabrones, y que no es cuestión de azar nuestro crecimiento, sino de participación ciudadana.

«Prefiero morir de pie, que vivir arrodillado».

Estromboli

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