La celebración de los Juegos Olímpicos en la ciudad de Londres me trae a la memoria los sucesos que tuvieron en la Ciudad de México, sede de los Juegos de la XIX Olimpiada en 1968; 44 años han transcurrido y 11 ciudades desde entonces han sido sede de éstos juegos que en la antigüedad tenían un carácter religioso, cultural y deportivo y se celebraban cada cuatro años, era un período de tregua entre las ciudades-estados en guerra y se suspendía toda acción bélica para celebrar estos juegos en la llamada Paz Olímpica.
Se dice de que el Movimiento del 68 y su trágico desenlace del 2 de octubre en la Plaza de las 3 culturas fue un parte-aguas en la vida política de nuestro país ¿Qué tan cierta es ésta aseveración? Es obvio que a lo largo de más de 4 décadas nuestro país ha tenido grandes cambios, pero poco se habla sobre la población que en ése entonces eran un poco más de 35 millones de habitantes contra los más de 120 millones actualmente, casi cuatro veces más que en la década de los años 60. La problemática social ha aumentado y solucionar este estado de cosas no es tarea fácil y requiere de una real transformación social, política y económica.
La disyuntiva es compleja y en el esquema actual las soluciones se ven difíciles cuando no imposibles, en esas más de 4 décadas han surgido múltiples conflictos estudiantiles en todo el país y la mayoría siguen sin resolverse; la capacidad de los diferentes gobiernos, tanto federal como estatal, ha sido rebasada. Por un lado se ha cuestionado la calidad o el nivel de la educación y por otro lado cada año cientos de miles los jóvenes son rechazados de las Universidades.
Pero, una vez más, un movimiento principalmente estudiantil ha modificado la vida política del país; todo el mundo sabe cómo surgió # Yo soy 132, insólito y extraordinario movimiento, que sin duda influyó en el número de votantes jóvenes que acudió a las urnas por primera vez a ejercer su derecho, y que ha tenido una convocatoria inusual, sobre todo, porque nació de una Universidad privada: La Iberoamericana y… ¿ahora?, nos preguntamos, ¿hacia dónde va este movimiento?
En la década de los años 60, el mundo hervía y nuestro país no fue la excepción, pocas décadas fueron tan transformadoras del quehacer humano, podríamos decir que nunca tanto en tan poco. Al inicio de la década el triunfo de la Revolución Cubana acabó con varios paradigmas. Una revolución muy vinculada a México, pues bien, aquí se entrenaron y de aquí partieron hacia una aventura riesgosa que tenía un 95 % de probabilidades de fracasar.
Fue en los jóvenes de todo el mundo donde se gestaron los mayores movimientos contestatarios y si algo sobraba eran precisamente las causas: la guerra de Vietnam y su contraparte jipi: “Haz el amor y no la Guerra”, slogan que impregnó y justificó a la clase media conservadora y reprimida para intentar otras conductas. Este movimiento abarcó otras esferas: las culturales, las musicales, las religiosas, la moda, el cine, la pintura, el teatro; ser joven era la neta, todo estaba proyectado hacía este sector “No confíes en alguien mayor de 30”.
La música popular en todo el mundo tuvo giros, descubrimientos y propuestas nunca antes vistas, el folclore ocupa el interés de artistas y disqueras, en todo el continente la música sudamericana invade espacios que antes trataron de pertenecer a los cafés cantantes, que eran clausurados por las autoridades conservadoras de doble moral y rapaces como pocas, ahora son las peñas Folclóricas y quenas, charangos y bombos hacen su aparición entre los jóvenes; conocemos las vidalas, milongas, carnavalitos, cuecas y candomblés a través de nuevas formas del folclore encarnado en los creadores del Nuevo Canto o Canción de Protesta.
En Norteamérica surgen cantantes como Bob Dylan, Joan Báez, Pete Seeger (de larga trayectoria de lucha) y un largo etcétera. Los Beatles y los Rolling´Stones encabezan la Invasión Británica, “I can get no Satisfaction” se vuelve casi un himno, el blues tiene un renacimiento y músicos ingleses como John Mayall, Alexis Korner y Eric Clapton son sus principales difusores.
En esa década el Hombre llega a la Luna, y como una contraparte cargada de ironía, se crean las comunas, el sexo libre, andar desnudos a la menor provocación era la moda, fumar mota y el LSD al lado de la música y el arte sicodélicos son parte de algo que va más allá de posturas contestatarias, se descubren religiones orientales y los gurús y santones ocupan las paredes estudiantiles en posters al lado de los del Ché Guevara la figura mediática más difundida del Siglo XX.
Woodstock, antesala de nuestro Avándaro, el inicio de festivales masivos que convocan a cientos de miles de jóvenes en todo el mundo, una nueva religión se impone, nuevos sacerdotes son sus ministros de esa cultura encarnada en el rock que llena esas necesidades de participación colectiva entre los más jóvenes, los partidos políticos y la religión tradicional no tienen ya poder de convocatoria; Marcuse y Thimoty Leary se dan la mano y constituyen la pareja más popular en esa década, pues van juntas e inseparables: la minifalda y la pastilla anticonceptiva habrían de liberar siglos y siglos de atavismos y las mujeres ocupan otras áreas de dominio: el de ellas mismas.
El mayo francés habría de marcar un rumbo que siguieron los estudiantes de casi todo el mundo y nosotros no fuimos la excepción. El Movimiento estudiantil en México no fue de generación espontánea; llevábamos décadas de represión, persecución, encarcelamiento, desaparición y asesinatos de varios líderes campesinos, obreros, intelectuales y las cárceles reciben a una nueva camada inexistente hasta entonces: la de los Presos Políticos
La mayoría de las expresiones de la izquierda estaban representada en el movimiento estudiantil: maoístas, leninistas, guevaristas, trotskistas, marxistas, anarquistas, con sus diferentes métodos de lucha, con sus particulares propuestas para obtener la atención, simpatía, reconocimiento, y el camino de las masas, del pueblo, del proletariado [1].
El Movimiento de # Yo soy 132 surge en un entorno social poco aleatorio, la oportunidad para los jóvenes de un futuro, de un trabajo, es escasa, una guerra mal planeada y peor ejecutada en contra del crimen organizado ahoga al país entero en un baño de sangre, dos sexenios de gobiernos conservadores de derecha de escasos logros en lo político, en lo económico y en lo educativo.
Por lo tanto, en el núcleo conformado por esa Asamblea Universitaria tendrán que salir propuestas que vayan más allá, pero mucho más allá de una lucha poselectoral en donde cada día surgen más pruebas de esa descomunal operación financiera que controlaron desde hace años para llegar a imponer a un hombre que —digámoslo francamente—, poco tiene que ver con los reales operadores y próximos dueños del poder.
¿De qué manera se puede impugnar e impedir el arribo de una banda de delincuentes muy bien organizados sin recurrir a la violencia? Ésa es la pregunta y ¿tendremos una respuesta?
Raúl.
[1] Glockner, Fritz. Memoria Roja /Historia de la guerrilla en México (1943-1968). México: Ediciones B, 2007. Pág. 296
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