miércoles, 1 de agosto de 2012

El avioncito


En el transcurso de la semana anterior, el Gobierno Federal, aún a cargo del C. Felipe de Jesús Calderón Hinojosa –Don Espurio—, anunció la adquisición de un nuevo y flamante avión presidencial, el cual entre muchísimos otros gadgets, posee la fabulosa cualidad de sostenerse en vuelo con una autonomía de combustible incomparable, la cual, permitirá realizar todo tipo de viajes aéreos a cualquier rincón del mundo sin realizar ninguna escala. La entrega de dicha aeronave, según lo declaro el mismísimo Secretario de Gobernación, Alejandro Poiré será hasta el año 2015 y su compra obedece a que “Se trata de una adquisición, por obvias razones, vinculada a la seguridad nacional de nuestro país”. El nuevo juguetito del Gobierno Federal costará la módica cantidad de… -siéntense señoras y señores- 750 millones de dólares, ¡una barbaridad! Sólo para que se dé un quemón de cuanto estamos hablando, el avión presidencial de los Estados Unidos de América el legendario Air Force One, el más caro y seguro del mundo (hasta ahora) cuesta menos de la mitad.
Después de dicho anuncio, se desató un boom de declaraciones y comparaciones para denostar lo oneroso y estratosférico de este gasto. Por ejemplo, calcule usted, estimado lector, ¿cuántas veces equivaldría el presupuesto de la UNAM y el IPN juntos al costo de este avioncito? ¿Cuántas flotas aéreas comerciales del tamaño de Mexicana de Aviación se rescatarían con un dineral de este tamaño?, ¿tres, cuatro tal vez? ¿Cuántas familias mexicanas dejarían de vivir en el hacinamiento y la miseria extremos si a los programas de combate a la pobreza se les inyectara este “gastito”? ¿Cuántos de los 60 mil 420 muertos por la lucha en contra del narco se habrían evitado si cantidades como ésta se hubieran destinado a instaurar verdaderos programas de Seguridad Pública y Prevención de las Adicciones? Pero el escándalo no es ese, señoras y señores, lo más atroz del caso es que este gasto no irá en beneficio del pueblo de México, ninguno de nosotros, se lo garantizo, disfrutará esa “seguridad nacional” de la que Poiré habla. Esta “inversión” sólo será en merced de un solo sujeto, que no merece ni la nacionalidad ni la ciudadanía mexicana por su cobardía e infamia, su nombre: Enrique Peña. Éste es el regalito que deja Calderón a Peña, ambos espurios y ambos corruptos. Ésta es la “olímpica” estafeta que deja el “cambio” de dos poderes ilegítimos, fraudulentos y robados.
Es aquí donde yo invoco a las hordas de priistas y panistas a que se acerquen a nosotros, al pueblo de México, y que nos expliquen con sus mejores argumentos, con sus retóricas ensayadas y barateras, con su demagogia deslavada, con sus televisoras y sus periódicos prostitutos, el porqué ésta adquisición es “buena y necesaria”, a que nos demuestren con sus cifras prefabricadas y mágicas por qué la seguridad nacional de nuestro país pende de esta determinación, siendo que hay tantas y tan graves fracturas en el amalgama de nuestra nación. Estoy confiado, completamente seguro de que cualquier apoyo a esta medida rayará en la estupidez y en la ridiculez.
Ptolomeo.


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