jueves, 9 de agosto de 2012

La lucha del MAES


Se ha instalado a las afueras de la Secretaría de Educación Pública una comitiva de casas de campaña cuyos propietarios forman parte del Movimiento de Aspirantes Excluidos de la Educación Superior (MAES), dicho movimiento se ha venido gestando desde hace años, producto de los miles de rechazados tras el proceso de selección en el que nada tiene que ver el número de aspirantes con el de aceptados. Luego, es grosero pensar en el gran esfuerzo que para muchos de esos jóvenes y sus familias representa pagar el derecho a examen, sólo para que después de ello, se enteren de que otra vez han sido rechazados; pues es bien sabido que la mayoría de los aspirantes llevan ya varios intentos sin tener éxito.
¿Acaso los jóvenes mexicanos no están capacitados para ingresar a una institución de educación superior? Sí y no. Sí, porque han cursado un bachillerato y en él han debido cubrir un número de créditos para obtener un certificado que los acredite para realizar estudios posteriores. No, porque ya sabemos que el sistema educativo mexicano es deficiente hasta el tuétano, desde preescolar hasta preparatoria, por lo que la mayoría de estos aspirantes seguramente no contará con los conocimientos mínimos reales que a su edad y a su nivel deberían de contar. Me parece que abordar las condiciones en que la SEP ha sido secuestrada, en que la repudiada Elba Esther Gordillo ha secuestrado la educación, da para hablar páginas y páginas, así que por ahora quedaremos aquí.  
Por otra parte, las grandes instituciones universitarias, a pesar de sus logros en materia de investigación e innovación tecnológica —pese a las grandes carencias que las aquejan— se hayan olvidadas desde hace mucho tiempo. Los campus son insuficientes y mal equipados casi siempre, los presupuestos dan risa y los recortes a los mismos hacen llorar de rabia.
De esta suerte se conjugan dos grandes problemas: 1) que en efecto los educandos no llevan lagunas a los exámenes, sino océanos inmensos de vacios en su conocimiento, 2) que las instituciones son insuficientes.
A la falta de apoyos para los jóvenes estudiantes, se suma además una indiferencia espeluznante por parte de la sociedad. Todos los padres quieren tener hijos universitarios pero muy pocos están dispuestos a desembolsar recursos suficientes para ello. A esto agreguemos que además no todos los padres están en posibilidad de hacerlo. El estado, por otra parte, otorga algunas becas de hambre, becas que no pagarán una educación superior, cuando mucho una mínima parte de las necesidades reales del estudiante. Hay que recordar aquí que la idea de la beca es que el educando no tenga preocupaciones económicas de tal suerte que pueda dedicarse por entero a lo que le compete, y para comprobarlo, bastaría ver los spots publicitarios de la tele en que el gobierno federal “que trabaja por ti”, te dice que gracias a él, hay mejores oportunidades para los jóvenes.               
Es de risa y de rabia que la clase gobernantes siga empecinada en no ver el problema. Dicen algunos que es normal, pero bastaría ver las cifras de otros países y compararlas con las del nuestro. Todos tenemos derecho a la educación pública y gratuita, versa la Constitución Política, pero, ¿qué de cierto puede tener ello, cuando cada año son más los rechazados?, ¿qué pensará de ello un joven que no puede tener un trabajo digno por falta de estudios y no puede acceder a los mismos por falta de dinero y de oportunidad?
La lucha del MAES es la misma del #YoSoy132, del SME, de Atenco, del Movimiento por la Paz con Justicia y dignidad, de Wirikuta, de Chiapas, y tantos otros. Es la lucha en contra de la injusticia, de los asesinatos, de la falta de oportunidades, del robo de cuello blanco a los más débiles.  Es la lucha por recuperar las cosas que nos han sido quitadas a la mala. Si todas estas luchas, son una misma, ¿por qué estamos divididos? Amamos demasiado a México para dejar que nos lo terminen de desgraciar. Amamos a nuestros hermanos y a nuestra historia. Amamos la raíz mestiza y colorida. Amamos los tiempos que fueron mejores — ¿acaso los hay? —, y tanto nos amamos y amamos nuestra tierra que en nuestro dolor hemos optado por el silencio, por voltear la vista, por creer que si los muchachos no se quedan es porque están muy brutos, que si se roban Wirikuta descaradamente no es nuestro asunto, que si para muchos hubo fraude electoral es mejor callar e ignorar. Yo pienso que si el dolor nos ha hecho callar, el amor nos hará gritar tarde o temprano… Ya escucho las voces.         
Des Consuelo.         

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