jueves, 22 de noviembre de 2012

Educación pública, ¿un timo?


Hace diez años se crea la UACM con el propósito de dar una alternativa real de educación de calidad a los jóvenes que las otras universidades públicas, por falta de capacidad, rechazaban en cada proceso de selección. Con la autonomía que lleva en el nombre, la UACM pretendió desde sus inicios consolidarse en la dura labor de preparar profesionistas para este país que tanto los necesita y hacerlo sobre todo en forma gratuita. Son primordiales este tipo de iniciativas cuando pensamos en lo inaccesible que resulta hoy en día la educación —ya no superior— incluso a nivel bachillerato.
Viene esto a colación porque me estoy acordando de que no hace mucho se aprobó una ley que pretende que la educación a nivel medio superior sea obligatoria. Me muero y remuero de la risa, cuando es de notar que muchas escuelas, que antes eran plenamente accesibles y públicas, hoy funcionan muy diferente. Recuerdo, por ejemplo, que las escuelas técnicas públicas, como Cetis y Conalep, de unos años para acá han disparado sus cuotas escandalosamente; súmese a esto el uso obligatorio de uniforme  —que debe proveerse el alumno con sus propios recursos—, los materiales y útiles obligatorios y necesarios, los pasajes  y otros gastos no menores. El resultado es entonces una educación que ya no es ni tan gratuita ni tan accesible; pues además la mayoría de las personas que pueblan estas escuelas son de escasos recursos; es más, muchos de ellos deciden estudiar sólo una carrera técnica con el fin de incorporarse lo antes posible al campo laboral y contribuir con sus sueldos en los gastos familiares.
En fin, ¿qué decir de los Institutos Tecnológicos o del mismísimo IPN? La realidad es que se trata de escuelas muy caras, inaccesibles para quienes pretenden hacer algún estudio técnico o superior y cuyos recursos son limitados.
Volviendo a lo de la ley. Decía que me muero de la risa al pensar en esta ley que tan alevosamente disfraza la realidad. La treta simplemente es así: “Ok, presenta tu examen de colocación, como la educación a nivel bachillerato es obligatoria te garantizo que no te vas a quedar sin escuela, claro que si no eres tan afortunado te voy a mandar a un Cetis o a un Conalep que al fin hay muchos, luego es tu problema cómo cubras los gastos de cuotas, uniformes, útiles, etcétera”. ¡Qué bonito! ¡Qué timo! ¿Notan el engaño rastrero y jugoso? Ya no hablemos del dineral que reditúa el negocio de los exámenes del Ceneval cada seis meses, de los miles de jóvenes que pagan cada año por el derecho de aspirar a un lugar en una escuela, de todos los que no se quedan en las escuelas superiores sin que le devuelvan un solo centavo del gasto que hizo y que tal vez significó un descalabro financiero a su familia…
Comencé con la UACM cuyo fin primero fue brindar educación gratuita y de calidad; me remitió esto a los inicios del IPN en que tenía por objeto brindar educación gratuita y de calidad a los hijos de los obreros de México, los hijos de la clase proletaria. Hoy el Poli es, de las universidades públicas de mayor prestigio, la más cara, y no tiene autonomía ni libertad de cátedra. ¡Qué contrariedad! El Poli es una institución universitaria cimentada sobre los ideales del progreso en un México tecnológicamente atrasado, pero secuestrada quién sabe desde cuándo y con qué oscuro objeto. Pensemos si la UACM merece lo mismo, pensemos lo necesario que es el fomento de la educación pública, abierta, de calidad en un México que hoy, más que nunca, se derrumba.     
Des Consuelo.

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