Por era-del-Ser.
Ahora que estamos a
escasos siete días de entrar en un nuevo (y esperemos no muy largo) periodo de
gobiernos priistas, quiero compartir con usted uno de los textos, que me
parecen a mí más claros, de la crisis que se vive en nuestro país: se trata de
el discurso dado por la politóloga Denisse Dresser en el Foro "México ante
la Crisis", frente a diputados, senadores, empresarios y funcionarios el
día 29 de enero de 2009. Sí, ya hace cuatro años de ello, pero, penosamente,
sigue aún tan vigente como entonces.
Por necesidades de espacio me he visto
en la forzosa necesidad de acortarlo, pero la lectura del documento completo es
valiosísima para la comprensión de nuestra dura realidad, así que le dejo la
dirección electrónica en la que podrá, si ese es su deseo (y espero que lo
sea), leerlo en su totalidad. La dirección WEB es:
http://www.ensanluispotosi.com/Denisse/DiscursoFb2009.htm
[…]
México es un país privilegiado. Tiene una ubicación geográfica extraordinaria y
cuenta con grandes riquezas naturales. Está poblado por millones de personas
talentosas y trabajadoras. Pero a pesar de ello la pregunta perenne sigue
siendo: ¿Por qué no crecemos a la velocidad que podríamos y deberíamos? ¿Por
qué seguimos discutiendo este tema año tras año, foro tras foro? […]
La
respuesta se halla en la mezcla correcta de Estado y mercado; de regulación e
innovación. Y hoy México es un ejemplo clásico de lo que el premio Nobel de
Economía, Joseph E. Stiglitz, llama "una mala encarnación del
capitalismo", el capitalismo de cuate, honey
capitalism, el capitalismo de cómplices, el capitalismo que no se basa en
la competencia o en la innovación, sino en su obstaculización. Ese andamiaje de
privilegios y de posiciones dominantes y nudos sindicales en sectores cruciales
para el desarrollo de cualquier país, y México no es la excepción. ¿Cuáles son
esos sectores? Telecomunicaciones, servicios financieros, transporte, energía.
Nudos que aprisionan a la economía y la vuelven ineficiente. Una mezcla de
capitalismo de Estado y capitalismo oligárquico.
Hoy
México, inmerso en esta crisis, está aún lejos de acceder a ese capitalismo
exitoso, dinámico, democrático, donde el Estado no protege privilegios, no
defiende cotos, no elige ganadores, no permite la perpetuación de un pequeño
grupo de oligarcas con el poder de vetar las reformas que los perjudican. Ese
capitalismo abierto donde las autoridades crean condiciones para los mercados
abiertos, competitivos, innovadores que proveen mejores productos a precios más
baratos para los consumidores, para los ciudadanos.
[…]
México está atrapado por una red intrincada de privilegios y vetos
empresariales y posiciones dominantes que inhiben un terreno más nivelado de
juego. Una red que opera a base de favores y concesiones y protección
regulatoria que el gobierno ofrece y los miembros de la cúpula empresarial de
este país exigen para invertir. […] Y los consumidores, los ciudadanos de
México contribuyen a la fortuna de los rentistas cada vez que pagan la cuenta
telefónica, la conexión a Internet, la cuota en la carretera, la tortilla a un
precio fijo, la comisión de las Afore, la comisión por una tarjeta de crédito
[…] el rentismo acentúa la desigualdad, produce costos sociales, disminuye la
productividad, aumenta los costos de transacción en una economía que para
competir globalmente necesita disminuirlos.
Y
para extraer esas rentas, esos jugadores dominantes, han erigido altas barreras
de entrada a nuevos jugadores, creando así cuellos de botella que inhiben el
crecimiento de México en un mundo cada vez más globalizado, y la concentración
de la riqueza y el poder económico en esos jugadores dominantes ¿en qué se
traduce? En ventajas injustas, en captura regulatoria, en políticas públicas
que favorecen intereses particulares. Pero, peor aún, convierte a los
representantes del interés público […] en empleados de los intereses
atrincherados. Convierte al gobierno en empleado de las personas más poderosas
del país [...] ¿Quién gobierna en México […]? Porque ante los vacíos de
autoridad y la captura regulatoria y las decisiones de política pública que
benefician a una minoría, la respuesta parece obvia […] el meollo detrás de la
mediocridad económica de México se encuentra en su estructura económica y en
las reglas del juego político que la apuntalan; una estructura demasiado pesada
en la punta de la pirámide, una estructura oligopolizada, donde unos cuantos se
dedican a la extracción de rentas, una estructura de complicidades y colusiones
que el gobierno permite y del cual también se beneficia. […] Y el problema
surge cuando ese modelo que hemos construido comienza a crear monstruos, cuando
ese apoyo gubernamental, a ciertos grupos y ciertas personas produce
monopolios, duopolios, oligopolios y sindicatos rapaces que ya no pueden ser
controlados, cuando las criaturas del Estado […] amenazan con devorar a ese
Estado.
[…]
Porque si la clase política de México […] no logra construir los cimientos del
capitalismo democrático, condenará a México al subdesempeño crónico, a ser un
terreno fértil para los movimientos en contra de las instituciones, condenará
al país a cojear de lado, saboteado por instituciones políticas que no logra
remodelar monopolios públicos y privados, que no logra desmantelar estructuras
corporativas, que no logra democratizar.
[...]
México no crece por la forma en la cual se usa y se ejerce y se comparte el
poder, […] por las reglas discrecionales y politizadas que rigen al capitalismo
de cuates, por la supervivencia de las estructuras corporativas que el gobierno
creó y sigue financiando, por un modelo económico que canaliza las rentas del
petróleo a demasiadas clientelas, por un sistema político que funciona muy bien
para sus partidos, pero muy mal para sus ciudadanos. Un sistema de extracción
sin representación, creando así un país poblado por personas obligadas a diluir
la esperanza, a encoger las expectativas, a cruzar la frontera al ritmo de 400
mil personas al año en busca de la movilidad social que no encuentran en su
propio país, obligados a vivir con la palma extendida, esperando la próxima
dádiva del próximo político, obligados a marchar en las calles, porque nadie en
el gobierno los escucha, a desconfiar y a retar a las instituciones, a
presenciar la muerte común de los sueños, porque México no avanza a la
velocidad que podría y debería.
¿Qué
tal durmió FCH? (XV)
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