martes, 27 de noviembre de 2012

La esperanza


Me hiela la idea de que la muerte sea / Encontrarse el misterio cara a cara / Y conocerlo. Por más que apenas sea / La vida el misterio de vivirla. // Y la ignorancia en la que el alma vive, la vida. / peor me [relampaguea] en el alma / La idea de que al fin todo será / Conocido y claro.
 F. Pessoa


Cada día está más cerca el nuevo sexenio, y el que sale se esfuerza más y más por grabar en nuestras memorias esa imagen que hubiera querido dejarnos impresa para siempre: la valentía, la nobleza, el honor, el coraje y, por qué no, también la esperanza. Sí, al final, eso es lo único nos dejan los spots institucionales preparados por el gobierno saliente para despedirse: palabras de aliento; la esperanza de que algún día, tal vez no muy lejano, las cosas cambien, porque según su perspectiva, se ha sembrado la semilla “de un México mejor”. Esperanza… de que los próximos años sean distintos, de que este ciclo que se cierra sea el inicio de algo mejor. Sin embargo, para muchos en este país, no hay mucha esperanza, no se ven las cosas muy claras. Muchos todavía sentimos que hemos sido burlados y que por muchas palabras que se gasten para intentar meternos en la cabeza que todo está bien, no es suficiente. Muchas consciencias en este país, México, tenemos la sensación de que seguimos jugando a darle vueltas a la misma rueda, corriendo y gastando energía sin desplazarnos, sin avanzar.

Ya lo dijimos de muchas formas, pero a veces parece que no basta, duele México. ¿Será que Calderón pretende que con el cambio de nombre nos cambie un poco el sentimiento actual que tenemos de México? Dicen que los cambios traen renovación y que limpiar la casa es la mejor forma de atraer mejores cosas, de cerrar ciclos y preparar el terreno para comenzar de nuevo. México ha perdido tantas cosas los últimos sexenios que el terreno a veces parece estar casi yermo. Pero aún queda un poco de esperanza, no en un sexenio o en el otro, queda la esperanza de que la vida no puede terminar porque las cosas no son lo que uno hubiera querido. Queda esa esperanza ciega, necia, ese instinto de supervivencia que nos fuerza a ir hacia delante y que nos lleva a creer que pese a todo, soñar, intentar, es posible. Ese instinto ciego, esa necesidad de seguir, de sobrevivir, de que el espíritu no muera ni con él la esperanza, es el destino de este México. Porque más allá de la mentira y también, quizá también del desconsuelo, México habrá de seguir. ¿Ustedes que opinan?
Damiana.

2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Yo creo que si bien el sistema nos ha sometido hasta limites increibles, de tal suerte que poco se puede hablar de esperanzas reales, es precisamente ese estado, en el que muy poco queda por perderse, el que puede ser determinante para comenzar a subir. Nos espera un sexenio que creo que puede ser peor que el que acaba; no obstante, está por verse si el país lo resistirá hasta el acabo, yo tengo la esperanza de que algo suceda antes.

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