miércoles, 19 de diciembre de 2012

¿Indolentes o insolentes?


"Soy capaz de imaginar formas de servidumbre peores que las nuestras, por más insidiosas, sea que se logre transformar a los hombres en máquinas estúpidas y satisfechas, creídas de su libertad en pleno sometimiento, sea que, suprimiendo los ocios y los placeres humanos, se fomente en ellos un gusto por el trabajo tan violento como la pasión de la guerra entre las razas bárbaras."

(Memorias de Adriano, Marguerite Yourcenar)


Hace tiempo que se sabe que Wal-Mart es una empresa poco ética. Recuerdo haber leído en el periódico hace años un caso que me estremeció: en la sucursal de esta tienda de autoservicio en la que yo solía hacer mis compras, un empleado fue castigado por el gerente: le obligaron a hacer no sé cuántas “sentadillas” por no haber cumplido con alguna norma. El caso salió a relucir porque el señor que fue así “reprendido” terminó en el hospital. Hace tiempo también que se supo que en Estados Unidos un grupo de migrantes mexicanos había estado trabajando en condiciones de esclavitud en alguna de las empresas que se insertan en la cadena de producción de Walt-Mart.
A estas y otras noticias, frecuentes en la prensa nacional, sobre la empresa, sumemos lo que muchos atestiguamos: que cuando aparece una tienda de éstas por nuestros barrios, las tiendas más pequeñas terminan quebrando; que sus empleados están mal pagados y son sometidos a “dinámicas” dignas de cualquier secta; que el servicio es malo, pues para ahorrar costos calculan el tiempo que la gente tolera esperar en una fila y no abren más cajas que las indispensables, ahorrándose así los sueldos a costa de nuestra bien domesticada paciencia; que venden productos echados a perder (frutas y carne); que mal pagan y “castigan” a los proveedores nacionales; que en sus tiendas trabajan menores de edad en una suerte de “voluntariado” para empacar las cosas de los clientes sin un sueldo de por medio; en fin, la lista es interminable. Hoy sabemos también que Wal-Mart incurre sistemáticamente en tratos corruptos, entre ellos 19 sobornos que le permitieron abrir sucursales, lo mismo en la Basílica de Guadalupe que cerca de las pirámides de Teotihuacán.
No dudo que mientras lee esto se sienta indignado, no es para menos, pero la pregunta es, ¿seguirá comprando en Wal-Mart? Quien a pesar de estar informado al respecto, sigue comprando en esas tiendas argumentan que es más barato. ¿Es suficiente ahorrarse lo que se ahorran a cambio de mantener una empresa en nuestro país que no respeta nada? Porque es más cómodo, dirán otros. Sí, aunque no siempre si toma en cuenta el tiempo perdido en filas interminables, dentro de un lugar lleno de ruido y gente. Porque boicotearlos implica afectar a sus empleados. Si le preocupan los trabajadores, ¿por qué no mejor exige mejores tratos laborales y humanos para ellos? Quizá le parezca a usted que escribo sobre algo intrascendente. Para mí no lo es porque creo, con toda honestidad, que la única vía de transformación en México es ser congruente respecto a estas cosas.
La corrupción ha sido abono eficiente y eficaz para el deterioro de nuestro país, todos nos quejamos de ella, todos nos indignamos, ¿permitiremos que las empresas trasnacionales crezcan a costa de ello aquí? No sé usted, pero yo no compro en Wal-Mart, aunque me implique mayor esfuerzo y, sí, incluso algunos pesos de más. A quienes trabajan en esas condiciones les digo que la necesidad no siempre es buena consejera y que habría que recordar que el trabajo no es un valor sino un medio; el trabajo sino es digno no vale los centavos que les reditúan. ¡Vamos!, que la dignidad no tiene precio y si para usted la tiene es que no es más que un esclavo moderno.
Cuando la inocencia se pierde, no quedan sino dos caminos: el de la indolencia o el de la insolencia; yo opto por el segundo. Insolente seré al decirle que, a partir del momento en que haya leído esto, no podrá usar en su defensa la ignorancia: si sigue comprando en Wal-Mart lo hará por pura indolencia y esa, querido lector, es la hermana gemela de la corrupción. Ojalá que los trabajadores de Wal-Mart se vuelvan insolentes, como el que sacó a relucir una más de las porquerías de esta transnacional. No nos pidan que compremos en Wal-Mart para mantener sus trabajos, exijan mejores condiciones laborales, exijan una empresa que actúe con ética; entonces nosotros no tendremos nada que objetar.

Antídoto Amor.

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