El
dos mil doce será, indudablemente un año que perdurará por muchísimo tiempo en
la memoria de los mexicanos de diversas ideologías, en verdad, ha sido un año
tremendamente difícil, violento, en una palabra: abrumador.
Considero hacer pertinente un brevísimo recuento de las
cosas, buenas y malas, que nos ha dejado el dos mil doce que concluye y así
saber dónde estamos parados y lo que probablemente nos depara el año que
comienza.
Si hiciéramos una evaluación a groso modo de lo que ha
representado este año para el país, sin duda y con las pruebas en la mano,
puedo decirle mi querido lector, que el dos mil doce ha sido un mal año para
nuestra patria, si bien el espurio presidente Felipe Calderón concluyó –y lo
digo con infinito alivio– su mandato de sangre, violencia y muerte, del mismo
modo el dos mil doce nos trajo también a un presidente aún más espurio y
deleznable –y lo digo con rotunda desesperanza– que hace que el panorama de
nuestros años venideros no sea muy alentador.
Sin embargo este año que parte nos ha legado un magnifica
ventana de oportunidades, México hoy por hoy posee más y mejores ciudadanos
comprometidos con el bienestar colectivo, la democracia verdadera, la equidad y
la justicia; la aparición de movimientos sociales como #YoSoy132 ha demostrado
que los mexicanos podemos unir nuestras voces y nuestras fuerzas más allá de
nuestros orígenes, ideologías, pensamientos y niveles económicos, culturales o
educativos. El dos mil doce nos dejo enseñanzas profundísimas y alentadoras.
Por ejemplo, ahora sabemos que el aparato gobiernista de aquellos
medios masivos de comunicación cooptados por los poderosos tales como la
televisión o la prensa impresa han quedado en jaque ante la exigencia válida y
necesaria de los mexicanos de contar con información veraz, completa, y
plenamente imparcial. Ahora sabemos que el gigante sangra y se tambalea, ahora
estamos más seguros que nunca de que lo podemos derrocar.
Por otro lado, la “reaparición” de movimientos históricos
como el EZLN que han aportado una valiosa resistencia y rebeldía en contra de
los regímenes totalitarios que subyugan a los pueblos mexicanos, demuestran que
a pesar de todo el aparato de represión, desinformación, calumnia y silencio de
los poderosos, el clamor de justicia, paz, democracia y dignidad es un tren a
toda marcha que ya no se puede parar.
El dos mil doce, más allá de todas las tragedias que
surcaron nuestra tierra de norte a sur y de poniente a occidente, fue un año en
el que los ciudadanos hemos tomado la batuta de nuestro futuro; bien es cierto
que las esferas del poder aún están plagadas de la clase política parásita de
la peor clase, sin embargo, la estructura gubernamental ha comenzado a dar claras
muestras de descomposición, los mexicanos de hoy son más participativos, más
incrédulos de sus gobernantes, y cada día la indignación del pueblo crece y se
organiza en aras de una patria mejor.
Las redes sociales, el internet, las asambleas civiles,
las charlas críticas, y el empleo de las nuevas tecnologías de la información han
jugado a favor de la democracia verdadera; por principio de cuentas se ha
logrado que una gran parte de la población acceda a contenidos informativos más
veraces, menos tendenciosos que le permiten a los ciudadanos mejores tomas de
desiciones a favor no sólo de ellos mismos sino de su entorno y de su comunidad.
El paso más importante para la democratización de nuestro México se está dando
justo ahora, entre más días transcurren el poder que las personas ejercen sobre
la información es cada vez mayor.
Por otra parte, las organizaciones civiles en
resistencia, los gobiernos alternativos y de oposición, los ciudadanos conscientes
han ido demostrando que todos los pronósticos de sus detractores fueron siempre
infundados y falsos. Por ejemplo, las juntas de buen gobierno de las
comunidades zapatistas del sureste mexicano empiezan a dar importantes frutos
que dejan un panorama bastante alentador:
NUESTRAS VIVIENDAS SE MEJORAN SIN LASTIMAR A LA
NATURALEZA IMPONIÉNDOLE CAMINOS QUE LE SON AJENOS.
EN NUESTROS PUEBLOS, LA TIERRA QUE ANTES ERA PARA
ENGORDAR EL GANADO DE FINQUEROS Y TERRATENIENTES, AHORA ES PARA EL MAÍZ, EL
FRIJOL Y LAS VERDURAS QUE ILUMINAN NUESTRAS MESAS.
NUESTRO TRABAJO RECIBE LA SATISFACCIÓN DOBLE DE
PROVEERNOS DE LO NECESARIO PARA VIVIR HONRADAMENTE, Y DE CONTRIBUIR EN EL
CRECIMIENTO COLECTIVO DE NUESTRAS COMUNIDADES.
NUESTROS NIÑOS Y NIÑAS VAN A UNA ESCUELA QUE LES ENSEÑA
SU PROPIA HISTORIA, LA DE SU PATRIA Y LA DEL MUNDO, ASÍ COMO LAS CIENCIAS Y LAS
TÉCNICAS NECESARIAS PARA ENGRANDECERSE SIN DEJAR DE SER INDÍGENAS.
LAS MUJERES INDÍGENAS ZAPATISTAS NO SON VENDIDAS COMO
MERCANCÍAS.
LOS INDÍGENAS PRIÍSTAS VAN A NUESTROS HOSPITALES,
CLÍNICAS Y LABORATORIOS PORQUE EN LOS DEL GOBIERNO NO HAY MEDICINAS, NI
APARATOS, NI DOCTORES NI PERSONAL CALIFICADO.
NUESTRA CULTURA FLORECE, NO AISLADA SINO ENRIQUECIDA POR
EL CONTACTO CON LAS CULTURAS DE OTROS PUEBLOS DE MÉXICO Y DEL MUNDO[i].
Del otro lado del país, los movimientos estudiantiles con
sus movilizaciones pacíficas que han logrado ganar el beneplácito de diversas
organizaciones civiles, sindicales, magisteriales, indígenas, homosexuales, culturales,
no gubernamentales y de la ciudadanía en general, al punto que poco a poco se
empieza a forjar un frente común de resistencia y oposición popular; las formas
de manifestarse ahora son distintas, tanto que aún a pesar de la infiltración
de grupos violentos y paramilitares en las manifestaciones del primero de
diciembre e incluso a pesar de la consigna gubernamental de encarcelar a los
manifestantes e injuriarlos como vándalos y delincuentes, las evidencias de la
represión policial, los abusos y violaciones a los derechos humanos, torturas,
golpizas, y encarcelamientos arbitrarios fueron tan aplastantes que al punto
que escribo esta colaboración todos los implicados han sido puestos en libertad
y cada día se hace más evidente su inocencia.
Y es que los mexicanos ya no somos tan agachones, señor
lector, pues en el marco de las mismas manifestaciones que le acabo de
mencionar hubo gente que fue encarcelada por auxiliar a los heridos, por
interponerse entre los estudiantes y la policía a fin de que no lastimaran a
los jóvenes, por reclamar con justa indignación el horrendo aparato represivo
que implementó el gobierno en ese día. Fueron personas que bien pudieron haber
dado la vuelta en silencio y hacer como si no pasara nada, pero no fue así.
Hay quienes sojuzgan con facilidad los esfuerzos de todos
aquellos que implementan en su vida alguna acción de cambio, se anticipan con
una facilidad insensata al conminarnos a que nos pongamos a trabajar por el
bien de nuestro país y es porque no entienden o no quieren entender que
nosotros igual que ellos tenemos trabajos, vidas, familias, sueños,
obligaciones, intereses y aficiones diversos que desbordan nuestros tiempo y
nuestras acciones cotidianas; sin embargo es por todo ello, por el valor que le
damos a cada una de las cosas que le acabo de mencionar, que sacamos con
milagro de nuestra apretada agenda fracciones de cinco, diez, quince minutos;
para instrumentar un esfuerzo adicional y un compromiso impersonal y
desinteresado para arraigar de poquitos en poquitos la patria que los mexicanos
necesitamos. Aquellos que no pueden siquiera concebir que existan personas
capaces de hacerse un tiempo para luchar y resistir pues ellos se asumen tan
atribulados en obligaciones que no tienen tiempo para nada más. No es cuestión
de tiempo mi querido lector, sino de voluntad.
El dos mi doce nos dejó mucho de que preocuparnos mi queridísimo
lector, pero sobre todo, y precisamente por ello, por el coraje, la
indignación, la frustración, el asco, y la repulsión que nos han producido
todas las injusticias cometidas en contra de nuestro pueblo el dos mil doce nos
ha dejado las ganas de despertar, de combatir y de que las cosas nunca vuelvan
a ser iguales.
Ptolomeo
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