miércoles, 2 de enero de 2013

Inventario

El dos mil doce será, indudablemente un año que perdurará por muchísimo tiempo en la memoria de los mexicanos de diversas ideologías, en verdad, ha sido un año tremendamente difícil, violento, en una palabra: abrumador.

Considero hacer pertinente un brevísimo recuento de las cosas, buenas y malas, que nos ha dejado el dos mil doce que concluye y así saber dónde estamos parados y lo que probablemente nos depara el año que comienza.

Si hiciéramos una evaluación a groso modo de lo que ha representado este año para el país, sin duda y con las pruebas en la mano, puedo decirle mi querido lector, que el dos mil doce ha sido un mal año para nuestra patria, si bien el espurio presidente Felipe Calderón concluyó –y lo digo con infinito alivio– su mandato de sangre, violencia y muerte, del mismo modo el dos mil doce nos trajo también a un presidente aún más espurio y deleznable –y lo digo con rotunda desesperanza– que hace que el panorama de nuestros años venideros no sea muy alentador.

Sin embargo este año que parte nos ha legado un magnifica ventana de oportunidades, México hoy por hoy posee más y mejores ciudadanos comprometidos con el bienestar colectivo, la democracia verdadera, la equidad y la justicia; la aparición de movimientos sociales como #YoSoy132 ha demostrado que los mexicanos podemos unir nuestras voces y nuestras fuerzas más allá de nuestros orígenes, ideologías, pensamientos y niveles económicos, culturales o educativos. El dos mil doce nos dejo enseñanzas profundísimas y alentadoras.

Por ejemplo, ahora sabemos que el aparato gobiernista de aquellos medios masivos de comunicación cooptados por los poderosos tales como la televisión o la prensa impresa han quedado en jaque ante la exigencia válida y necesaria de los mexicanos de contar con información veraz, completa, y plenamente imparcial. Ahora sabemos que el gigante sangra y se tambalea, ahora estamos más seguros que nunca de que lo podemos derrocar.

Por otro lado, la “reaparición” de movimientos históricos como el EZLN que han aportado una valiosa resistencia y rebeldía en contra de los regímenes totalitarios que subyugan a los pueblos mexicanos, demuestran que a pesar de todo el aparato de represión, desinformación, calumnia y silencio de los poderosos, el clamor de justicia, paz, democracia y dignidad es un tren a toda marcha que ya no se puede parar.

El dos mil doce, más allá de todas las tragedias que surcaron nuestra tierra de norte a sur y de poniente a occidente, fue un año en el que los ciudadanos hemos tomado la batuta de nuestro futuro; bien es cierto que las esferas del poder aún están plagadas de la clase política parásita de la peor clase, sin embargo, la estructura gubernamental ha comenzado a dar claras muestras de descomposición, los mexicanos de hoy son más participativos, más incrédulos de sus gobernantes, y cada día la indignación del pueblo crece y se organiza en aras de una patria mejor.

Las redes sociales, el internet, las asambleas civiles, las charlas críticas, y el empleo de las nuevas tecnologías de la información han jugado a favor de la democracia verdadera; por principio de cuentas se ha logrado que una gran parte de la población acceda a contenidos informativos más veraces, menos tendenciosos que le permiten a los ciudadanos mejores tomas de desiciones a favor no sólo de ellos mismos sino de su entorno y de su comunidad. El paso más importante para la democratización de nuestro México se está dando justo ahora, entre más días transcurren el poder que las personas ejercen sobre la información es cada vez mayor.

Por otra parte, las organizaciones civiles en resistencia, los gobiernos alternativos y de oposición, los ciudadanos conscientes han ido demostrando que todos los pronósticos de sus detractores fueron siempre infundados y falsos. Por ejemplo, las juntas de buen gobierno de las comunidades zapatistas del sureste mexicano empiezan a dar importantes frutos que dejan un panorama bastante alentador:

NUESTRAS VIVIENDAS SE MEJORAN SIN LASTIMAR A LA NATURALEZA IMPONIÉNDOLE CAMINOS QUE LE SON AJENOS.

EN NUESTROS PUEBLOS, LA TIERRA QUE ANTES ERA PARA ENGORDAR EL GANADO DE FINQUEROS Y TERRATENIENTES, AHORA ES PARA EL MAÍZ, EL FRIJOL Y LAS VERDURAS QUE ILUMINAN NUESTRAS MESAS.

NUESTRO TRABAJO RECIBE LA SATISFACCIÓN DOBLE DE PROVEERNOS DE LO NECESARIO PARA VIVIR HONRADAMENTE, Y DE CONTRIBUIR EN EL CRECIMIENTO COLECTIVO DE NUESTRAS COMUNIDADES.

NUESTROS NIÑOS Y NIÑAS VAN A UNA ESCUELA QUE LES ENSEÑA SU PROPIA HISTORIA, LA DE SU PATRIA Y LA DEL MUNDO, ASÍ COMO LAS CIENCIAS Y LAS TÉCNICAS NECESARIAS PARA ENGRANDECERSE SIN DEJAR DE SER INDÍGENAS.

LAS MUJERES INDÍGENAS ZAPATISTAS NO SON VENDIDAS COMO MERCANCÍAS.

LOS INDÍGENAS PRIÍSTAS VAN A NUESTROS HOSPITALES, CLÍNICAS Y LABORATORIOS PORQUE EN LOS DEL GOBIERNO NO HAY MEDICINAS, NI APARATOS, NI DOCTORES NI PERSONAL CALIFICADO.

NUESTRA CULTURA FLORECE, NO AISLADA SINO ENRIQUECIDA POR EL CONTACTO CON LAS CULTURAS DE OTROS PUEBLOS DE MÉXICO Y DEL MUNDO[i].

Del otro lado del país, los movimientos estudiantiles con sus movilizaciones pacíficas que han logrado ganar el beneplácito de diversas organizaciones civiles, sindicales, magisteriales, indígenas, homosexuales, culturales, no gubernamentales y de la ciudadanía en general, al punto que poco a poco se empieza a forjar un frente común de resistencia y oposición popular; las formas de manifestarse ahora son distintas, tanto que aún a pesar de la infiltración de grupos violentos y paramilitares en las manifestaciones del primero de diciembre e incluso a pesar de la consigna gubernamental de encarcelar a los manifestantes e injuriarlos como vándalos y delincuentes, las evidencias de la represión policial, los abusos y violaciones a los derechos humanos, torturas, golpizas, y encarcelamientos arbitrarios fueron tan aplastantes que al punto que escribo esta colaboración todos los implicados han sido puestos en libertad y cada día se hace más evidente su inocencia.

Y es que los mexicanos ya no somos tan agachones, señor lector, pues en el marco de las mismas manifestaciones que le acabo de mencionar hubo gente que fue encarcelada por auxiliar a los heridos, por interponerse entre los estudiantes y la policía a fin de que no lastimaran a los jóvenes, por reclamar con justa indignación el horrendo aparato represivo que implementó el gobierno en ese día. Fueron personas que bien pudieron haber dado la vuelta en silencio y hacer como si no pasara nada, pero no fue así.

Hay quienes sojuzgan con facilidad los esfuerzos de todos aquellos que implementan en su vida alguna acción de cambio, se anticipan con una facilidad insensata al conminarnos a que nos pongamos a trabajar por el bien de nuestro país y es porque no entienden o no quieren entender que nosotros igual que ellos tenemos trabajos, vidas, familias, sueños, obligaciones, intereses y aficiones diversos que desbordan nuestros tiempo y nuestras acciones cotidianas; sin embargo es por todo ello, por el valor que le damos a cada una de las cosas que le acabo de mencionar, que sacamos con milagro de nuestra apretada agenda fracciones de cinco, diez, quince minutos; para instrumentar un esfuerzo adicional y un compromiso impersonal y desinteresado para arraigar de poquitos en poquitos la patria que los mexicanos necesitamos. Aquellos que no pueden siquiera concebir que existan personas capaces de hacerse un tiempo para luchar y resistir pues ellos se asumen tan atribulados en obligaciones que no tienen tiempo para nada más. No es cuestión de tiempo mi querido lector, sino de voluntad.

El dos mi doce nos dejó mucho de que preocuparnos mi queridísimo lector, pero sobre todo, y precisamente por ello, por el coraje, la indignación, la frustración, el asco, y la repulsión que nos han producido todas las injusticias cometidas en contra de nuestro pueblo el dos mil doce nos ha dejado las ganas de despertar, de combatir y de que las cosas nunca vuelvan a ser iguales.

Ptolomeo


[i] http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2012/12/31/7379108-comunicado-ezln-3

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