martes, 18 de septiembre de 2012

Nuestro México independiente a 202 años




[...]La historia que vivimos es una escritura; en la escritura de la historia visible debemos leer las metamorfosis y los cambios de la historia invisible. Esa lectura es un desciframiento, la traducción de una traducción: jamás leeremos el original. Cada versión es provisional: el texto cambia sin cesar (aunque quizá siempre dice lo mismo) y de ahí que de tiempo en tiempo se descarten ciertas versiones en favor de otras que, a su vez, antes habían sido descartadas. Cada traducción es una creación, un texto nuevo.

Octavio Paz.

Este fin de semana se cumplieron 202 años del inicio de la gesta que llevó a México a lograr su independencia. Mucho se ha escrito y mucho se ha difundido sobre lo que fue el último “grito” de Felipe Calderón como presidente de México. Sin duda, este 15 de septiembre ha sido una fecha como pocas para todos los mexicanos. En medio de una deblacle política que aún no termina y que parece no tener fin, el pueblo mexicano gritó, en muchos rincones del país, con su ser adolorido, ya fuera por el desencanto de las pasadas elecciones o por el dolor de las pérdidas humanas y la horrorosa carnicería en que este México lindo y querido se halla sumido.

Sin lugar a dudas, Felipe Calderón ha vivido y no sólo ha escrito grandes episodios de la historia de México durante estos seis años de gobierno. Haciendo un balance sólo de lo que compete a los festejos de independencia que ha tenido, es posible recordar el de hace 2 años, cuando México celebró 200 años de lucha independentista. Para hacerlo, Calderón, siguiendo el ejemplo de la China ex comunista, que en las olimpiadas de Beijing empleó la fiesta para legitimar su poder y demostrar al mundo cuán abierta estaba, decidió hacer justamente para México un festejo tamaño olimpiadas, contratando para ello nada más y nada menos que a quienes lograron el milagro chino: Rich Birch y su equipo. Pero el festejo no fue todo y eso lo sabemos los mexicanos que diariamente pasamos por Reforma o Circuito Interior, entre las muchas y muy variadas actividades conmemorativas, que iban desde regatas, hasta interesantes actividades museísticas y de promoción del patrimonio nacional, la comisión encargada de los festejos también decidió gastarse nada más y nada menos que la fabulosa cantidad de 1,575 millones de pesos. Sí, la Estela de Luz brilla mucho, lo que no entendemos es cómo una “suavicrema”  de mármol —como así se le conoce popularmente— requirió tanto dinero.

Pero bueno, sigamos con la famosa fiesta del Bicentenario. Durante su mandato, Vicente Fox destinó 2 mil millones de pesos del erario público para realizar el programa de conmemoraciones que en lo financiero administró Banjercito, y en los contenidos y desarrollo el Instituto Nacional de Estudios de las Revoluciones de México (INHERM), un organismo dependiente de la Secretaría de Educación Pública (SEP). De esos 2 mil millones, se sabe que más de la mitad fue destinado a la Estela de Luz y otros 640 millones a los festejos del 15 de septiembre que consistieron en un desfile con carros alegóricos y puestas en escena itinerantes que transcurrió sobre Paseo de la Reforma y terminó en la plancha del Zócalo, además de 3 escenarios callejeros para conciertos masivos y una magna fiesta en el Zócalo para enmarcar “el grito del Bicentenario”.

La fiesta fue, sin lugar a dudas, de tamaño olímpico. Durante su desarrollo, las críticas nunca faltaron, sin embargo, sí la información. Sólo para la fiesta del 15 de septiembre, se trabajó poco más de dos años en una producción que involucró a las mentes creativas más renombradas e importantes del país y también a un enorme equipo de extranjeros que acompañó a los distintos equipos conformados por los 4 socios que, a cargo de Instantia Producciones, hicieron posible la celebración. Más de 2 mil voluntarios participaron en el festejo y la producción dio trabajo y también mucha alegría a quienes conformaron el gran equipo general a cargo: Instantia. Es incuestionable la importancia que dicho suceso histórico tuvo para los mexicanos, como también lo es quizá, que México merecía una fiesta digna de ser recordada. Empero, el recuerdo que la mayoría de las personas guarda de dicha fiesta, no es ni remotamente lo que ésta pretendió dejar.

Y ese recuerdo no fue el esperado porque la mayor parte de la población mexicana ni supo de qué se trataba a cabalidad. Por ejemplo, el caso del famoso Coloso, cuya finalidad fue hacernos reflexionar, junto con el segmento Revolución, que la historia se conforma de sombras y que al igual que él, que desfiló en pedazos, la memoria colectiva es un rompecabezas que se arma a partir de todas las perspectivas que cada persona tiene de la historia: la que le dan en la escuela, la que escucha entre los suyos, la que lee en los libros de historia, la que mira en los museos, etc., y que sólo hasta que la contemplamos desde la perspectiva monumental que nos da el tiempo, como lo hizo el Coloso en la plancha del Zócalo, podemos analizar y asimilar su verdadero valor, al armar el rompecabezas. Tampoco supieron, la mayoría de los mexicanos, que el segmento del desfile La Gran Nación Mexicana, estuvo conformado por verdaderos representantes de cada una de las regiones y expresiones culturales del país, desde los Zancudos hasta los Viejitos y Kúrpites, pasando por los Charros y las Flores más bellas del ejido, entre muchas otras. Es decir, todo un mosaico cultural que se reunió para celebrar con México su fiesta. No, eso no lo supieron la mayoría de los mexicanos, primero porque ante la avalancha de críticas, las instituciones encargadas de comunicar y educar al país, no supieron dar cuenta de la enorme y significativa fiesta que preparaban y no fue sino hasta dos meses antes del 15 de septiembre, cuando comenzaron a dar información que, al ser tan amplia, no alcanzó a llegar a todos los interesados; segundo, porque al estar conformada por segmentos y partes tan ricas y cuyo contenido era muchas veces muy complejo para ser discernido con facilidad, la gente necesitaba un programa de mano o algún tipo de publicación oficial que la guiara para disfrutar por completo cada una de sus expresiones y, aunque Instantia sí trabajó y sí imprimió un Programa Oficial del Evento, éste no llegó más que a las salas y establecimientos oficiales donde la fiesta se desarrolló, es decir, las zonas restringidas a la mayor parte de la población. Y tercero, porque los medios de comunicación tampoco contaron a tiempo, ni se preocuparon por obtener, una guía de medios que los condujera paso a paso para poder narrar y transmitir a cabalidad lo que pasaría; la mayor parte de los comentaristas sólo atinaba a decir sus impresiones y no lo que el festejo entrañaba. En pocas palabras, la fiesta preparada por el gobierno federal para los mexicanos, fue una fiesta de unos cuantos. La otra, la fiesta popular, esa sí la vivieron la mayor parte de los mexicanos en su corazón, con coraje o con mucho amor y pasión, pero a su manera.

Después de esa fiesta gigantesca, monumental, bicentenaria, los siguientes festejos que Calderón encabezó, fueron totalmente diferentes. A un año del 2010, el presidente ya se enfrentaba al alud de críticas que vino tras darse a conocer los pormenores de la construcción de la Estela de Luz que, por cierto, estaba atrasadísima. Originalmente se había proyectado como un Arco del Bicentenario que costaría 200 millones de pesos, pero tras realizarse un concurso, se decidió que una “suavicrema gigante”, era un mejor monumento; luego, su inauguración estaba programada para el 15 de septiembre de 2010 y no fue sino hasta el 7 de enero de 2012 cuando al fin los mexicanos pudimos verla brillar en todo su “estafador” esplendor: más de mil millones quinientos mil pesos invertidos.

Este 2012, el festejo será, sin duda, digno de recordarse. Enmarcado por unas elecciones que a todas luces —menos a las de las instituciones—, se fraguaron en medio de cuestionables prácticas de promoción y de organización financiera, este 15 de septiembre no fue “apantallador” para nadie, excepto, quizá para Calderón, quien fue iluminado por saltarinas luces láser de color verde mientras dio su último grito de no más de 1 minuto. Y quien en lugar de “vivas”, fue coreado por consignas que lo vituperaron como asesino y que reclamaban fraude.

¿Qué escritura podemos discernir de esta historia? ¿Qué traducción haremos los mexicanos los próximos 100, 200, 300 años? ¿Qué será de México después de esto? ¿Acaso, luego de celebrar con bombo, platillo, alcohol y mariachis, estaremos sufriendo la cruda del 2010? ¿Qué disciernes tú?

Damiana.

1 comentario:

  1. Donde dice "más de millón y medio de pesos" debió decir "más de mil millones quinientos mil pesos", ¿no?

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