domingo, 17 de febrero de 2013

Algunas reflexiones sobre la lectura


En esta ocasión quiero compartir con ustedes un fragmento del libro Como leer un libro  de Mortimer J. Adler en el cual habla sobre la importancia de la lectura para la vida de toda persona.
Funes

La mente adiestrada para leer bien tiene sus poderes analíticos  y críticos desarrollados. La mente adiestrada para discutir bien los tiene aún más agudizados. La una requiere una tolerancia para los argumentos originada en el tratar con ellos paciente y simpáticamente. El impulso animal de imponer nuestras opiniones a los demás es así controlado; aprendemos que la única autoridad es la razón misma —los únicos árbitros en cualquier disputa son las razones y las pruebas. No tratamos de ganar ascendiente mediante una exhibición de fuerza o contando las narices de los que están de acuerdo con nosotros. Los verdaderos problemas no pueden ser resueltos por la mera fuerza de opinión; debemos apelar a la razón, no depender de grupos de presión.

Todos queremos aprender y pensar rectamente; un buen libro puede ayudarnos mediante los ejemplos de penetrante percepción y de convincente análisis que proporciona. Una buena discusión puede ayudarnos más aún sorprendiéndonos cuando estamos pensando torcidamente. Si nuestros amigos no nos dejan salirnos con la nuestra, pronto aprenderemos que el pensar chapucero, como el crimen, quedará siempre en evidencia. La confusión puede obligarnos a hacer un esfuerzo que nunca habíamos supuesto que se hallase dentro del alcance de nuestras fuerzas. Si la lectura  y la discusión no refuerzan esas exigencias en pro de un recto y claro pensar, la mayoría de nosotros iremos por la vida con una asombrosa falsa confianza en nuestras percepciones y juicios. Pensamos mal la mayor parte del tiempo, y, lo que es peor, no lo sabemos porque rara vez somos descubiertos.

Los que saben leer bien, oír y hablar bien, tienen mentes disciplinadas; la disciplina es indispensable para el libre uso de nuestros poderes. El hombre que no tiene el arte de hacer algo se encuentra amarrado cuando trata de actuar. La disciplina que proviene de la pericia es necesaria para la destreza ¿Hasta dónde pueden llegar ustedes en la discusión de un libro con alguien que no sabe ni leerlo ni discutirlo? ¿Hasta dónde pueden llegar ustedes en la lectura sin una habilidad adiestrada?

La disciplina […] es una fuente de libertad. Solamente una inteligencia adiestrada puede pensar libremente; y donde no hay libertad para pensar, no puede haber libertad de pensamiento. Sin mentes libres no podemos seguir siendo hombres libres durante mucho tiempo más.
Quizás ahora estén ustedes preparados para admitir que el aprender puede estar significativamente relacionado con otras cosas — en realidad, con todo el resto de la vida del lector. Sus consecuencias sociales y políticas no son remotas, antes de considerarlas, sin embargo, permítanme que les recuerde una inmediata justificación de que los fastidie para que aprendan a leer.

Leer —y con ello el pensar y aprender— es un motivo de gozo para los que lo hacen bien. Así como nos resulta grato estar capacitados para usar habilidosamente nuestros cuerpos, podemos obtener placer de un constante empleo de nuestras otras facultades. Cuando mejor usamos nuestras mentes, más apreciaremos lo bueno que es estar capacitados para pensar y aprender. El arte de leer puede ser elogiado, por consiguiente, como intrínsecamente bueno; tenemos poderes mentales para usar y tiempo disponible en qué emplearlos desinteresadamente. La lectura es, seguramente, un modo de ejercitarlos; si este elogio fuera el único, yo no estaría satisfecho. Por más que la buena lectura sea una fuente inmediata de placer, no es completamente un fin en sí misma. Debemos hacer algo más que pensar y leer para llevar una vida humana. Debemos obrar. […]

La lectura de los grandes libros ha sido inútil si no nos interesamos en crear una buena sociedad. Todos quieren vivir en ella, pero pocos parecen deseosos de trabajar por ella. 

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