por
era-del-Ser.
Pero Felipe Calderón
Hinojosa rompió losbordes, excedió la medida, aún no sabemos (y probablemente
nunca lo sepamos) el número completo de víctimas que dejó su Guerra Contra El
Narcotráfico y sus consecuencias económicas y sociales. Los muertos, los
desaparecidos y los desplazados son por ahora secreto de estado o desinterés
gubernamental. La cifra de víctimas oscila entre los sesenta y cinco mil
(65,000) y los ciento cincuenta mil muertos (150,000). El Gobierno Mexicano
acepto la cuenta de setenta y cinco mil muertes violentas, aun así, tomando
como verdadera y correcta esta cifra, equivaldría a 34 asesinatos por día
durante seis años, o sea: 1.4 cada hora durante 2,191 días, ¿no le parece
aterrorizante? ¡Y estos son únicamente los muertos contabilizados! ¿Qué pasa
con los desaparecidos? El Gobierno admite una cuenta de treinta y cinco mil
(35,000), si están muertos (como desafortunadamente es casi seguro que estén,
por lo menos la gran mayoría de ellos) esto incrementaría el promedio a 45.6
muertos diarios (2 muertos cada hora) durante 2,191 días; un verdadero
infierno. Esto es lo que nos dejan seis años del gobierno de Felipe Calderón
Hinojosa en México.
¿Tiene
Felipe Calderón Hinojosa culpa directa en el hecho de que una política
equivocada de combate a la delincuencia organizada, promovida desde su
gobierno, haya provocado tal cantidad de muertes y desapariciones? Creo que
hasta la fecha nadie sabe a ciencia cierta cuál fue el motivo con el que
Calderón justificó una política tan equivocada y que no contaba con el respaldo
social, vamos, ni tan siquiera con el respaldo del PAN, partido al que
pertenece el expresidente. Hubo tiempo de corregir el rumbo, hubo tiempo de
evitar tan catastróficas consecuencias, pero Calderón actuó con soberbia. Voces
civiles, políticas y hasta militares advirtieron a Calderón de los errores y
riesgos en el rumbo de la política asumida y de la falta de una estrategia que
asegurara resultados positivos y disminuyera o definitivamente eliminara el
peligro para la población, pero Calderón se empecinó en seguir con su guerra.
La presencia de los militares en las zonas de conflicto no derivaron en la
disminución de la violencia en la comisión de los delitos, sino por el
contrario, justo en las regiones en que estaban presentes las fuerzas
castrenses se vio incrementada la dureza en los actos de la delincuencia.
Fueron seis años de terror absoluto que cambiaron la geografía social y
económica de nuestro país y que lo mantienen, aún, al borde del abismo. La
política externa del gobierno actual que insiste en presentar un país seguro y
en calma no logra convencer a los gobiernos extranjeros de la seguridad de sus
connacionales en México.
La
única explicación posible al actuar irracional de Felipe Calderón Hinojosa y su
terca persistencia a pesar de que el amontonamiento de cadáveres se
incrementaba con celeridad día con día, es la búsqueda de legalidad a su
mandato. Orillado por la presión de la noción en la sociedad mexicana del
fraude electoral que lo había llevado a la presidencia de la República intentó,
basándose en un acto eminentemente presidencialista y sin tomar consejo de
nadie, desviar la atención de aquel famoso “voto por voto”, exigido por la
Izquierda política, y terminó cambiando el recuento de los votos por el
recuento de los muertos.
¿Qué tal durmió FCH?
(XXIX)
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