viernes, 1 de marzo de 2013

La Memoria (III)



por era-del-Ser.

Pero Felipe Calderón Hinojosa rompió losbordes, excedió la medida, aún no sabemos (y probablemente nunca lo sepamos) el número completo de víctimas que dejó su Guerra Contra El Narcotráfico y sus consecuencias económicas y sociales. Los muertos, los desaparecidos y los desplazados son por ahora secreto de estado o desinterés gubernamental. La cifra de víctimas oscila entre los sesenta y cinco mil (65,000) y los ciento cincuenta mil muertos (150,000). El Gobierno Mexicano acepto la cuenta de setenta y cinco mil muertes violentas, aun así, tomando como verdadera y correcta esta cifra, equivaldría a 34 asesinatos por día durante seis años, o sea: 1.4 cada hora durante 2,191 días, ¿no le parece aterrorizante? ¡Y estos son únicamente los muertos contabilizados! ¿Qué pasa con los desaparecidos? El Gobierno admite una cuenta de treinta y cinco mil (35,000), si están muertos (como desafortunadamente es casi seguro que estén, por lo menos la gran mayoría de ellos) esto incrementaría el promedio a 45.6 muertos diarios (2 muertos cada hora) durante 2,191 días; un verdadero infierno. Esto es lo que nos dejan seis años del gobierno de Felipe Calderón Hinojosa en México.

¿Tiene Felipe Calderón Hinojosa culpa directa en el hecho de que una política equivocada de combate a la delincuencia organizada, promovida desde su gobierno, haya provocado tal cantidad de muertes y desapariciones? Creo que hasta la fecha nadie sabe a ciencia cierta cuál fue el motivo con el que Calderón justificó una política tan equivocada y que no contaba con el respaldo social, vamos, ni tan siquiera con el respaldo del PAN, partido al que pertenece el expresidente. Hubo tiempo de corregir el rumbo, hubo tiempo de evitar tan catastróficas consecuencias, pero Calderón actuó con soberbia. Voces civiles, políticas y hasta militares advirtieron a Calderón de los errores y riesgos en el rumbo de la política asumida y de la falta de una estrategia que asegurara resultados positivos y disminuyera o definitivamente eliminara el peligro para la población, pero Calderón se empecinó en seguir con su guerra. La presencia de los militares en las zonas de conflicto no derivaron en la disminución de la violencia en la comisión de los delitos, sino por el contrario, justo en las regiones en que estaban presentes las fuerzas castrenses se vio incrementada la dureza en los actos de la delincuencia. Fueron seis años de terror absoluto que cambiaron la geografía social y económica de nuestro país y que lo mantienen, aún, al borde del abismo. La política externa del gobierno actual que insiste en presentar un país seguro y en calma no logra convencer a los gobiernos extranjeros de la seguridad de sus connacionales en México.

La única explicación posible al actuar irracional de Felipe Calderón Hinojosa y su terca persistencia a pesar de que el amontonamiento de cadáveres se incrementaba con celeridad día con día, es la búsqueda de legalidad a su mandato. Orillado por la presión de la noción en la sociedad mexicana del fraude electoral que lo había llevado a la presidencia de la República intentó, basándose en un acto eminentemente presidencialista y sin tomar consejo de nadie, desviar la atención de aquel famoso “voto por voto”, exigido por la Izquierda política, y terminó cambiando el recuento de los votos por el recuento de los muertos.

¿Qué tal durmió FCH? (XXIX)

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