miércoles, 17 de abril de 2013

Diferencias



Hace un par de días se anunció que Nicolás Maduro había sido elegido como el virtual nuevo presidente de la República Bolivariana de Venezuela, en una contienda muy apretada con una diferencia de apenas 1.59% (234,935 de votos); Capriles, por su parte y el ejercicio de sus derechos democráticos y políticos exigió de manera muy airada y hasta beligerante, que se realizara un recuento “voto a voto”[i] con el afán de “clarificar” las elecciones.

A estas alturas, la posición adoptada por el candidato derechista ha degenerado en manifestaciones violentas, que según cifras oficiales, han dejado un saldo de al menos siete personas muertes y 61 heridos[ii], cifra que sigue en constante aumento conforme las horas pasan.

Sin embargo, lo que llamó más poderosamente mi atención no fue el triunfo de Maduro o la derrota de Capriles, –cosa que al menos visto desde fuera, era un acontecimiento que ya se esperaba– sino la declaración vertida por la Organización de Estados Americanos en la que se pronunció por un recuento de voto por voto; frase que ineludiblemente nos remite dos de los episodios más frustrantes de nuestra democracia mexicana. Allá por el dos mil seis y recientemente en el 2012.

Recordemos que ambas elecciones fueron pura simulación democrática plagadas de sendas prácticas fraudulentas y corruptas; si bien debemos admitir que el margen entre los contendientes de la elección venezolana y sus pares de las dos elecciones mexicanas no son comparables, es reprochable la posición asumida por los Estados Unidos y la OEA al solicitar un recuento manual de votos en el caso del país sudamericano cuando curiosamente el candidato virtualmente derrotado es de filiación neoliberal, en contraste queda la completa complicidad y silencio guardado por estas dos entidades cuando Andrés Manuel López Obrador exigía en pleno uso de sus facultades democráticas un conteo voto por voto, casilla por casilla.

En aquél entonces ni la OEA ni el gobierno gringo respaldaron la petición del candidato de las izquierdas mexicano a fin de “clarificar” las elecciones mexicanas de 2006 y 2012. Me pregunto, mi querido lector ¿acaso la OEA hubiera adoptado la misma pose “democratizadora” si el derrotado hubiera sido Maduro? o en los casos de México, ¿qué hubieran dicho la OEA y los señores Bush y Obama si López Obrador se hubiera perfilado como ganador de alguna de las dos últimas elecciones mexicanas? ¿Hubieran dado la espalada a Calderón y a Peña si estos en su frustración ante la derrota hubieran salido a las calles a exigir un recuento comicial?

Y lo más grave del asunto es que en México, y por lo visto en Sudamérica, tradicionalmente se ha vinculado a los simpatizantes de las izquierdas con la violencia y la desestabilidad social, recordemos que Calderón llamaba a AMLO “un peligro para México”. Sin embargo en 2006 López Obrador tuvo a bien instalar un plantón en Reforma y estrategias similares a fin de calmar los enardecidos ánimos de millones de mexicanos que se indignaron con los resultados de aquellas elecciones, cosa que de haber sido diferente, pudiera haber culminado con un trágico derramamiento de sangre. Por el otro lado, la gente de Capriles, en su frustración se han movilizado, no quiero decir que violentamente, pero eso sí, con un afán desestabilizador a fin de causar temor y proyectar un clima de ingobernabilidad del país venezolano. Vámonos dando cuenta de quienes son los que verdaderamente están vinculados a la violencia. Vamos conociendo las dobles morales del régimen neoliberal.

Ptolomeo.


[i] http://www.adnpolitico.com/noticias/2013/04/15/maduro-gana-en-venezuela-y-capriles-pide-voto-por-voto
[ii] http://www.lanacion.com.ar/1573228-el-gobierno-venezolano-denuncio-la-muerte-de-un-seguidor-de-maduro

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