por
era-del-Ser.
México, nuestra tierra, está habitado por hombres y
mujeres que han demostrado, en más de una ocasión, ser un pueblo fuerte e
indomable. Hemos pasado por etapas de dolor e incertidumbre, hemos soportado
crisis políticas, económicas y sociales que han derivado en guerras internas y
en conflictos bélicos con otros países. Nos han invadido, nos han saqueado, nos
han sojuzgado. Hemos superado trecientos años de colonialismo español, soportado
setenta años de dictablanda priista y seis años de terror y muerte bajo el
régimen del sátrapa Calderón. ¡Y seguimos en pie! ¡Y seguimos en la lucha!
Somos una Nación joven, con
apenas doscientos años de existencia. Somos producto de un mestizaje entre dos
pueblos distantes en el tiempo y el espacio de donde surgió nuestra gente:
individuos con una raíz en la Europa moderna y otra, igual de fuerte, en el
pasado prehispánico y colonial, de allí venimos todos, ese es nuestro origen.
Somos una gran Nación en
todos los sentidos: somos un país con más de ciento diez millones de habitantes
en un territorio de casi dos millones de kilómetros cuadrados con hábitats que
van desde el seco desierto hasta la densa selva, desde los grandes llanos hasta
la alta montaña, y así como diverso es nuestro territorio, también lo es
nuestro pueblo: aun cuando el español es el idioma más extendido coexisten con
él más de sesenta lenguas indígenas.
En los últimos doscientos
años nuestro pueblo ha pasado por cuatro grandes guerras que han transformado
su cultura, su idiosincrasia e, incluso, su territorio: primero la guerra de Independencia,
que nos liberó del dominio español; después la guerra contra los Estados Unidos,
en donde se perdió casi la mitad del territorio mexicano; más tarde la guerra
de Reforma, que concluyó con la separación del Estado y el clero; y,
finalmente, la Revolución, esa larga y difícil guerra que mantuvo al país
inestable durante un periodo aproximado de veinticinco años, así que si le
echamos cuentas son muy pocos los años que podemos contar como momentos de
crecimiento y, aun así, México es, indiscutiblemente, una de las Naciones más
fuertes.
¿Tenemos problemas?, claro,
pero reconócelo, que Nación no los tiene en estos momentos; pueblos muchos más
antiguos que el nuestro y con gobiernos y economías con mucho mayor experiencia
se encuentran en crisis y sus pueblos sufren las consecuencias de las malas
decisiones de sus gobernantes. “Mal de muchos, consuelo de tontos” me dirás,
pero la idea de lo anteriormente escrito no es con el afán de conformismo ni de
bajar la guardia, la idea es evitar dejarnos aplastar por el fatalismo, por el
derrotismo, por espíritus, quizá demasiado inflamados, que insisten en levantar
el “brazo de la espada”. El pueblo mexicano ha sabido, históricamente,
enfrentar sus conflictos y superar los obstáculos.
En medio de la lucha diaria
debemos de mantener siempre a la vista nuestra grandeza como pueblo y como
país.Los problemas no van a desaparecer, dentro de algunos años seguramente el
pueblo mexicano, al igual que el resto del mundo, deberá enfrentar nuevos
retos, de eso se trata la evolución: de enfrentar, de luchar, de levantarse y
seguir luchando. Es el pueblo el que logra los cambios, es su gente la que
determina el prestigio de una Nación.
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