viernes, 21 de diciembre de 2012

México


por era-del-Ser.

México, nuestra tierra, está habitado por hombres y mujeres que han demostrado, en más de una ocasión, ser un pueblo fuerte e indomable. Hemos pasado por etapas de dolor e incertidumbre, hemos soportado crisis políticas, económicas y sociales que han derivado en guerras internas y en conflictos bélicos con otros países. Nos han invadido, nos han saqueado, nos han sojuzgado. Hemos superado trecientos años de colonialismo español, soportado setenta años de dictablanda priista y seis años de terror y muerte bajo el régimen del sátrapa Calderón. ¡Y seguimos en pie! ¡Y seguimos en la lucha!

Somos una Nación joven, con apenas doscientos años de existencia. Somos producto de un mestizaje entre dos pueblos distantes en el tiempo y el espacio de donde surgió nuestra gente: individuos con una raíz en la Europa moderna y otra, igual de fuerte, en el pasado prehispánico y colonial, de allí venimos todos, ese es nuestro origen.

Somos una gran Nación en todos los sentidos: somos un país con más de ciento diez millones de habitantes en un territorio de casi dos millones de kilómetros cuadrados con hábitats que van desde el seco desierto hasta la densa selva, desde los grandes llanos hasta la alta montaña, y así como diverso es nuestro territorio, también lo es nuestro pueblo: aun cuando el español es el idioma más extendido coexisten con él más de sesenta lenguas indígenas.

En los últimos doscientos años nuestro pueblo ha pasado por cuatro grandes guerras que han transformado su cultura, su idiosincrasia e, incluso, su territorio: primero la guerra de Independencia, que nos liberó del dominio español; después la guerra contra los Estados Unidos, en donde se perdió casi la mitad del territorio mexicano; más tarde la guerra de Reforma, que concluyó con la separación del Estado y el clero; y, finalmente, la Revolución, esa larga y difícil guerra que mantuvo al país inestable durante un periodo aproximado de veinticinco años, así que si le echamos cuentas son muy pocos los años que podemos contar como momentos de crecimiento y, aun así, México es, indiscutiblemente, una de las Naciones más fuertes.


¿Tenemos problemas?, claro, pero reconócelo, que Nación no los tiene en estos momentos; pueblos muchos más antiguos que el nuestro y con gobiernos y economías con mucho mayor experiencia se encuentran en crisis y sus pueblos sufren las consecuencias de las malas decisiones de sus gobernantes. “Mal de muchos, consuelo de tontos” me dirás, pero la idea de lo anteriormente escrito no es con el afán de conformismo ni de bajar la guardia, la idea es evitar dejarnos aplastar por el fatalismo, por el derrotismo, por espíritus, quizá demasiado inflamados, que insisten en levantar el “brazo de la espada”. El pueblo mexicano ha sabido, históricamente, enfrentar sus conflictos y superar los obstáculos.

En medio de la lucha diaria debemos de mantener siempre a la vista nuestra grandeza como pueblo y como país.Los problemas no van a desaparecer, dentro de algunos años seguramente el pueblo mexicano, al igual que el resto del mundo, deberá enfrentar nuevos retos, de eso se trata la evolución: de enfrentar, de luchar, de levantarse y seguir luchando. Es el pueblo el que logra los cambios, es su gente la que determina el prestigio de una Nación.

¿Qué tal durmió FCH? (XIX)

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