sábado, 29 de diciembre de 2012

Reforma educativa III


Imperativo de calidad.
Con respecto al subtítulo de la Reforma educativa, el DRAE define “calidad” en su segunda acepción como sinónimo de: “Buena calidad, superioridad o excelencia”. La primera definición va más bien en relación a las características del objeto juzgado; esto es: “Propiedad o conjunto de propiedades inherentes a algo, que permiten juzgar su valor”. Éste último, el valor, está dado en función del “Grado de utilidad o aptitud de las cosas, para satisfacer las necesidades o proporcionar bienestar o deleite”. ¿A qué se refiere, pues, el presidente impuesto con «el imperativo de la calidad» en materia educativa? A este cuestionamiento trataremos de contestar en esta tercera parte del análisis de la ya aprobada reforma educativa. No obstante, hemos de comparar el discurso con los hechos y la realidad; esto es, el valor real de las medidas que prevé en esta sección tal documento, con lo que en la superficie presume el ya intuido doble discurso.
La “calidad”, dice, se da en la medida en que “los educandos adquieren conocimientos, asumen actitudes y desarrollan habilidades y destrezas con respecto a los fines y principios establecidos en la ley fundamental”. Luego; según los fines que persigue la educación mexicana, y los resultados obtenidos[i], esta educación carece de valor y de calidad. La palabra “imperativo”, por otra parte, habla de una urgencia “deber o exigencia inexcusable”. Y, lo que urge lo hace en función de su carencia. No hay calidad en la educación, reitero, de allí “el imperativo de la calidad”.
Existe la calidad, remata el párrafo, “en la medida en que las niñas y los niños tengan una alimentación suficiente, conforme a los estándares internacionales de nutrición sana, y garantía de acceso a la salud; e igualmente se cuente con los nuevos instrumentos del desarrollo científico y tecnológico para su salud”. Sobra decir que en un país de cien millones de habitantes cuya pobreza padecen 52 millones; imperativo es, no sólo para la educación sino para la supervivencia, poner el dedo y la atención en el tema de la alimentación. Muy de acuerdo estamos con la exigencia de “la calidad en la educación” en la medida en que las niñas y los niños sean bien alimentados.
Ahora bien, son los “poderes públicos, órganos de gobierno, autoridades, instituciones, maestros, organizaciones gremiales, expertos, padres de familia y la sociedad en su conjunto” los “actores de los procesos educativos”. Faltaron, creo yo, los principales actores; es decir, los educandos, pero no importa. Dice nuestro presidente impuesto que los esfuerzos deben repartirse entre todos los actores; nuevamente le damos la razón, creemos que es menester que toda la sociedad se involucre para proporcionar a nuestros niños esa “imperativa calidad educativa” que ahora carecen.
“No son susceptibles de ser disminuidos los principios[ii], los fines[iii], la calidad, ni las aspiraciones de la nación”, dice. Y nosotros nos preguntamos si acaso es posible disminuir una calidad que no existe. “Las aspiraciones de la nación” no deben disminuirse bajo ninguna situación, afirma el mandatario; y nuevamente estamos de acuerdo.
Se lee en seguida: “a lo largo de la historia los mexicanos hemos adquirido conciencia y hemos podido apreciar el valor que la educación representa para la satisfacción de los anhelos de justicia y desarrollo”. Como hallando el hilo negro, el iluminado presidente —que no supo mencionar tres libros— afirma tal cosa. Si hubiera justicia, pienso, ese hombre no estaría allí sino tras las rejas. Si en México se tomara en cuenta el anhelado desarrollo, afirmo, otras serían las políticas no sólo educativas, sino en todos los rubros del gobierno y de la sociedad. La educación, en efecto, es el camino, la verdadera y única solución[iv], la alternativa para salir adelante. Otra vez estamos de acuerdo con el presidente impuesto; estamos de acuerdo en que la historia nos enseña, nos insta, a construir nuestro propio desarrollo con base en el conocimiento, en la educación.
Habla el documento de que “el cumplimiento de las obligaciones del Estado, exige que el sistema educativo se encuentre en condiciones de proporcionar una educación” que cumpla con los objetivos que marca la Carta Magna; afirma que deben hacerse “modificaciones al orden jurídico” y acuerdos entre los poderes de los diferentes niveles de gobierno, así como el “establecimiento de nuevos métodos”. Da gusto leer tanta iniciativa y no puedo dejar de preguntarme ¿cuál será la instancia encargada del programa de investigación en materia de pedagogía y tecnologías educativas?, ¿será que al fin podremos gozar un método diseñado especialmente para nuestros niños; es decir, con nuestras condiciones económicas y sociales?, ¿cuál habrá sido el presupuesto asignado para la creación e implementación de estos nuevos métodos? Me pongo optimista porque sé que en México no faltan ni instancias ni talentos capaces de llevar a cabo la tarea con un poco de empuje y las herramientas adecuadas. Pienso que, en efecto, se está considerando seriamente a la educación como herramienta efectiva de desarrollo.
No obstante el discurso da un repentino giro. Estábamos en el asunto del “establecimiento de nuevos métodos”, de que ni los fines, ni los principios, ni las aspiraciones de nuestra Nación, son susceptibles de disminuirse bajo ninguna causa. Estábamos en que la historia nos ha mostrado el valor de la educación para el alcance de nuestros “anhelos de justicia y desarrollo”; y todo esto para rematar en que “la evaluación educativa […] ha contribuido a un mejor conocimiento de nuestro sistema educativo y ha proporcionado nuevos elementos que permiten entender con mayor claridad” lo que debe hacerse. ¡Ja!, me digo, ¿no se supone que de antemano sabemos cuál es la situación de la educación en México?, ¿no se supone que lo que procede al detectar que el paciente está enfermo de una cosa específica es establecer el tratamiento, y no reevaluarlo? Piénsese que además, puede ser cuestión de vida o muerte comenzar el tratamiento cuanto antes. ¿A qué vienen, entonces, nuevas evaluaciones?, ¿de qué se trata esta nueva treta?, ¿qué hay detrás de lo que parece absurdo?, ¿en qué se sustenta que está “evaluación educativa” ha contribuido a saber qué es lo que necesitamos?, pienso que si tal fuera el caso, estás “contribuciones” deberían ser utilizadas cuanto antes en la determinación del tratamiento, en la creación e implementación de esos “nuevos métodos” que sólo quedaron en el discurso muerto, en la demagogia.  
Des Consuelo.


[i] Ver http://memoriayfraude.blogspot.mx/2012/12/reforma-educativa-i.html
[ii] Ver http://memoriayfraude.blogspot.mx/2012/12/reforma-educativa-i.html
[iii] Ver http://memoriayfraude.blogspot.mx/2012/12/reforma-educativa-i.html
[iv] Ver http://memoriayfraude.blogspot.mx/2012/12/la-educacion-como-unica-y-verdadera-arma.html

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